Muere Marisa Sánchez, “madre de Echaurren”

Xavier Agulló

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Aunque lo primero que se me ocurre, al enterarme de la muerte de Marisa, sea todo lo que me (nos) hizo disfrutar en Echaurren -sus famosas croquetas, modelo que nos servía a todos los que estamos en esto como vara de medir esta elaboración; sus guisos monumentales, sus potajes y, en general, todas esas refinadas recetas que nos enseñaron La Rioja de verdad- y una trayectoria profesional apabullante, que a partir de una simple fonda levantó una marca trascendental en la cocina contemporánea española, es preciso decir que, en tantas conversaciones con Francis, su hijo -y así lo ha explicitado él mismo en el hermoso texto que ha publicado recordándola-, siempre acababa hablando del amor que, mucho más allá de la cocina, regaló Marisa a su familia y a todos los que fueron sus clientes, mejor, sus amigos.

Marisa Sánchez.
Marisa Sánchez.

Marisa, en efecto, hizo buena la frase “la cocina es amor”, y dejando aparte su talento culinario -fue Premio Nacional de Gastronomía 1987 y Medalla de Oro al Trabajo-, eso fue lo que «sirvió» durante su larga e intensa vida. Su obra coquinaria hace ya años que la sigue su hijo Francis (con sus hermanos José Félix y Marisa) en el actual hotel-restaurante Echaurren, manteniendo su legado  por un lado y, a la vez, en el Portal, allí mismo, propulsándolo al futuro en líneas más vanguardistas.

Hoy, todo el equipo de grup gsr, que tanta relación ha tenido y tiene con la familia, se suma a su duelo por el fallecimiento de Marisa con mucha tristeza; pero también con la alegría de haberla disfrutado y de saber que su trabajo sigue vivo y repartiendo felicidad, tal como ella hizo siempre.