Gloria muy a la italiana en el World Chocolate Masters

Davide Comaschi se impuso en el campeonato más dulce del año apostando por la grandilocuencia de todas sus elaboraciones

Las entregas de premios son tensas por definición y los presentadores se empeñan en alargar la agonía del público y concursantes en pro de crear un clima de suspense. Flaco favor para los nervios de acero de quienes acaban de vivir tres días de intensas horas de trabajo donde la concentración y la precisión cirujana son la clave para alcanzar el éxito. Los gestos de satisfacción de los que alcanzan el podio se mezclan con la decepción hierática de los rostros de los que no han sido nombrados por los presentadores. Pero, c’est la vie, y más en París, en la gran final del World Chocolate Masters 2013 (WCM).

Gloria muy a la italiana en el World Chocolate Masters 0
Davide Comaschi, ganador del World Chocolate Masters 2013.

La pasada semana se celebró en París la V edición del WCM. En esta ocasión varios candidatos rozaron la victoria con la punta de los dedos, pero el reconocimiento final se lo adjudicó Italia. Su candidato, Davide Comaschi, destacó desde el primer momento por la colosidad de todo lo que trajo consigo: su pieza de chocolate, su infraestructura de trabajo y su inalterable ceño fruncido, serio y concentrado.

Es la primera vez que los italianos se alzan con este reconocimiento gastronómico y, como se pudo comprobar in situ, en esta edición no escatimaron en recursos para asegurar el podio de su candidato. Tampoco en groupies que aplaudían ensordecedoramente cada suspiro del italiano.

Las piezas artísticas hechas íntegramente de chocolate fueron la primera prueba a la que los aspirantes se tuvieron que enfrentar. Comaschi destacó en altura y envergadura sobre los demás, aunque no alcanzó el nivel de detalle pulido que otras figuras más modestas, como la de Lei Fu Veng de Macau, la de la inglesa Ruth Hinks o la del francés Yvan Chevalier. Éstas últimas protagonizaron una estrepitosa rotura antes de la exposición de las piezas.

Las semiesferas del globo terráqueo también se convirtieron en espacio para la creatividad más plástica de los participantes. El talento artístico del que hizo gala Italia quedó plasmado en su globo, así como en su escultura de chocolate, con un trabajo fino, pulido y equilibrado. Otro de los trabajos que destacó fue el de la holandesa Marike Van Beuden que realizó un vistoso recopilatorio de réplicas de antenas. La palma se la llevó el australiano Denis Karaka que realizó una enológica representación terráquea.

El globo del representante español, Hans Ovando, pese a ser uno de los más limpios en cuanto a composición, resultó demasiado sencillo comparado con las laboriosas filigranas de chocolate de otros concursantes. Algo similar le sucedió con la escultura de chocolate que no logró despertar la admiración del jurado. Sin embargo, y como apuntaban muchas de las personas que conocen bien el trabajo de Ovando, la degustación de sus creaciones no decepcionó a los jueces. Ovando fue distinguido con los premios especiales al Mejor Postre en plato y Mejor Bombón Bañado, convirtiéndose en el único participante con dos menciones especiales que no accedió finalmente al podio de los top 5. Finalizó en sexta posición.

Gloria muy a la italiana en el World Chocolate Masters 1
Pieza en chocolate de Davide Comaschi.

En el World Chocolate Masters existe un gran abismo estético entre las piezas artísticas y las que son sometidas a degustación. Mientras que las primeras pecan en general por un exceso de pomposidad y excentricismo, las presentaciones de los postres, los pasteles y los bombones rozan (también en general y con solo alguna excepción) la exquisitez estética, la delicadeza y el buen gusto.

La presentación de los postres es ejemplo de ello. La virtuosidad de la distribución de los elementos de cada elaboración demostraba un gran esfuerzo por sorprender a los jueces. Algunos de ellos, como fue el caso de Davide Comaschi de Italia o de Dimitri Salmon de Bélgica, idearon una puesta en escena jugando con el emplatado. Pero como no podia ser de otra forma, el jurado fue exigente con la degustación de cada postre y no dudó en llamar la atención a alguno de los candidatos recriminándoles la poca complejidad gustativa de sus elaboraciones. Algo que se repitió en la degustación de los pasteles cuando algunos jueces no dudaron en considerar como “simples y clásicas” algunas elaboraciones. No fue el caso de la ganadora en ese apartado, la holandesa Marike Van Beurden, que presentó una trabajada tarta con volúmenes y más de ocho texturas. La ceremonia del corte de los pasteles de chocolate, que por cierto realizó el catalán Josep Maria Ribé de la Chocolate Academy de Vic, que formaba parte del comité organizativo del WCM, resultó muy emocionante por la expectativa de los jueces por descubrir las capas y texturas que esconden las elaboraciones.

El turno de los bombones fue la última demostración de talento a la que se enfrentaron los candidatos. Las delicadas elaboraciones expuestas cual piezas de alta joyería prometían intensos segundos de dulce placer y por los gestos de los jueces no defraudaron. Es difícil de imaginar que los paladares del jurado no se saturara de chocolate al catar hasta 38 piezas distintas de bombones. Finalmente, dos vencedores destacaron sobre el resto de orfebres dulces: el español Hans Ovando por su Bombón Bañado y la holandesa Marike Van Beurden por el mejor Bombón de molde.

Esta V edición del World Chocolate Masters tenía como hilo conductor la Arquitectura del Sabor, que era el lema que debía regir el trabajo de los participantes. Una interpretación un tanto libre la de algunos de ellos pero que no deslució las intensas horas de la competición más dulce año. A las puertas de la gloria francesa quedaron Japón y Reino Unido. El último escalón del podio lo ocupó el australiano Denis Karaka, la plata se la llevó Holanda de la mano de Marike Van Beurden y el oro Davide Comaschi de Italia. “A great winner” bromeó el presentador de la gala mirando al altísimo triunfador de la noche que, por primera vez en tres días, vimos sonreir.