Las acelgas, reinas por un día

El pasado 6 de enero, antes del último gran ágape navideño, estuve compartiendo dos horas de radio con amigos y compañeros del sector gastronómico. Días antes, los responsables de la emisora me habían encargado un programa con ideas culinarias saludables para después de las fiestas. Y pensé que podría preparar un menú muy variado porque vivo rodeada de profesionales expertos en producto, cocina y alimentación. Los conocimientos, las ideas, las recetas y los consejos que se compartieron podrían llenar la despensa de un restaurante…

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Las acelgas, un producto a veces olvidado en la cocina

Quedó claro que todo empieza en la tierra, origen de lo que comemos, y que, incluso en época de vacas flacas, los buenos payeses saben cultivar bien, criar bien y comer bien…

Que, de cuando en cuando, el cuerpo necesita limpiarse de excesos, y que las frutas, las verduras y los pescados son tan versátiles como sabrosos. Que la innovación tecnológica aplicada a la cocina está ayudando a la gente a comer mejor, a que la alta gastronomía se socialice y a que muchas más personas puedan gozar de la creatividad que ha desarrollado nuestro país. Que se pueden elaborar bebidas atractivas, digestivas y tonificantes con hierbas, plantas y flores así como crear canciones bonitas e inteligentes para niños y adultos que inciten a comer bien.

Y que son muchas las almas que dedican tiempo y esfuerzo a introducir y acercar los valores de proximidad, temporalidad y estacionalidad de los alimentos en las escuelas, en los catering, en los hospitales, en los restaurantes, en las casas…

Durante el programa —no sé deciros el porqué— nombré repetidamente las acelgas como ingrediente recurrente de las dietas y de las recetas saludables. Las califiqué de “odiosas”, “insulsas” y “temidas” —entre otras lindezas—. ¡Y que conste que me gustan las acelgas! Pobrecitas. Sólo era un ejemplo.

Minutos más tarde di paso a un consultorio para que expertos en nutrición y dietética resolviesen las dudas de los oyentes. Y uno de ellos compartió su hallazgo. “He descubierto una especie de acelga que se cultiva en el sur de Tarragona, de color amarillento y aspecto poco apetecible pero de sabor delicioso”, nos dijo. “Comparada con las verdes incluso son dulces y cocinadas al vapor son excelentes”, añadió.

A partir de ese momento se sucedieron las llamadas para comentar propiedades, recetas y virtudes de las acelgas. ¡Los presentes encantados y ellas, reinas por un día!

Lo dicho. Está claro que comer bien y comer sano es posible. Que una alimentación saludable no tiene porque ser aburrida. Y que la gastronomía no se acaba en una cocina, empieza. ¡Un feliz y saludable 2011!