Adios al “Cuban way of life” (1)

La sobremesa en peligro

Pasadas unas semanas de la “ley antitabaco” y, tras compartir mesa con ilustres fumadores de habanos cigarros puros durante los primeros días de aplicación, me permito la licencia de escribir sobre aquellos momentos de grandeza que tenían las sobremesas en almuerzos y cena, cuando tras disfrutar de la gastronomía, se iniciaba la tertulia entre los componentes de la mesa y alguno de ellos encendía un cigarro puro.

Adios al “Cuban way of life” (1) 0
Una sobremesa en un Club de fumadores

Siendo no fumador, tengo que reconocer que me aficioné a fumar algún que otro cigarro puro y descubrí en ello, no solo la parte hedonista, sino también la más ilustre y arraigada tradición de la sobremesa con un buen café, una copa y un puro, que dicho sea de paso, ayudaba a incrementar el gasto en el restaurante donde sucedía.

Con el tema de la tasa de alcohol, los restaurantes vieron como mermaban sus consumiciones post-gula, además de reducir su facturación, hecho que comportó, sin quererlo, la modificación del perfil del consumidor. Soy un defensor del consumo moderado de alcohol, pero también lo soy de lo que en Cuba, con el cigarro, denominaban “Cuban Way of life”.

En un momento en que todo o casi todo lo hedonista, de disfrute, de compartir con los demás está prohibido, me voy dando cuenta de lo “insulso” que pasan a ser muchas veces los momentos de  concupiscencia que, en el sentido más “placenterograstronomico”, vivía alrededor de una buena mesa.

Poco a poco me estoy mutando, las cenas o almuerzos se convierten en un vaivén de gente que se levanta y sale del local (eso sí, para hacer un “pitillo”), en decisiones previas de a quien le toca beber menos o nada (cosa que dentro del control está bien) y, por ultimo, tras servir los cafés en el “cuando puedas me traes la cuenta”.

Seguro que hay opiniones de todo tipo y comparto muchas de ellas, tales como el “sufrimiento” de los empleados en hostelería con el humo en aquellos locales cuya extracción es deficiente, pero lo que no consigo ni entender ni compartir, es que cada vez se busque más (como decía mi hermano) idiotizarnos prohibiendo cosas que repercuten en los momentos de ocio, de espacio privado, de relajación… momentos que nos merecemos en un mundo que está un poco ido.

Quizás sea una estrategia a largo plazo para ayudar al mundo de la construcción, que tantas cosas ha hecho cambiar en este país, y que así se amplíen los espacios en las casas futuras, recuperando el famoso salón, donde libre y privadamente celebraremos nuestros almuerzos y cenas y aquellas entretenidas sobremesas.