Arinzano

Arte, arquitectura y amor al vino en una de las fincas de la familia Chivite

Entre bosques de encinas y choperas, se alza la Propiedad de Arinzano, una tierra con más de 2.000 años de historia. Se atribuye a una hija de Viriato, una lápida cerca de Olite decorada con motivos vitivinícolas 200 años a.C. Después llegaron los romanos, las legiones de Pompeyo, intelectual militar romano al que se le atribuye la frase primum navigare, o sea primero navegar, que puso nombre a la vieja Iruña, capital del Reino de Navarra y fue quien proveyó a sus legiones de los vinos de esta región.

Propiedad de Arinzano, vista aérea. Fuente: www.arinzano.es.
Propiedad de Arinzano, vista aérea. Fuente: www.arinzano.es.

Sus vinos ya fueron reconocidos por la excelencia de sus viñedos desde 1055, cuando el señor Sancho Fortuñones los elaboró por primera vez. La propiedad pasó en el siglo XVI a Mosen Lope de Eulat; en el siglo XVIII al marqués de Zabalegui, quien construyó la actual Casona a principios del XIX y también se edificó la actual iglesia dedicada a San Martin de Tours.

En 1988 la familia Chivite compró la propiedad y conocían perfectamente las características de la finca. Su microclima singular era el adecuado para los vinos de máxima calidad que pretendían elaborar. Plantaron diferentes variedades y se construyó una bodega como un arco que encierra y abraza los tres edificios existentes. El arquitecto elegido, Rafael Moneo, navarro y uno de los arquitectos más reconocidos mundialmente. Ha construido el Museo Nacional de Arte Romano en Mérida, mi preferida, la Estación de Atocha, la ampliación del Museo del Prado, el auditorio Kursaal en San Sebastian, entre otras muchas.

Bien, después de un tranquilo viaje, estreno GPS. Pero suerte que no le hago caso pues, para el viaje a Arinzano, si hubiera seguido la ruta que indicaba, no hubiera llegado ni a la hora de cenar. A la llegada, nos recibe una persona encantadora, su relaciones públicas, Federico de Salas Alvarez de Estrada. Simpático y buen comunicador nos explica un poco su vida en Arinzano. Desde su Madrid natal vino a trabajar aquí y al poco tiempo, hace unos cuatro años, conoció una pamplonica con la que se casó y ya es padre por tercera vez. Para los tiempos que corren todo un récord.

Bodega de Arinzano, arquitectura de Rafael Moneo. Fuente: www.arinzano.es.
Bodega de Arinzano, arquitectura de Rafael Moneo. Fuente: www.arinzano.es.

Subimos a la parte más alta de la finca. Me explica: «aquí es otro mundo, hay todo tipo de aves como la becada, la perdices, también nutrias, naturalmente jabalíes y en el río cangrejos, que son los mejores del mundo». Sus vistas espectaculares, con Montejurra enfrente, junto a las viñas de chardonnay, cabernet y tempranillo. Fernando Chivite ha plantado sus viñedos buscando su mejor ubicación, consiguiendo el mínimo impacto. Hasta el extremo de hacer de la recuperación de las aguas residuales un sistema natural de lagunas que vierten las aguas limpias y oxigenadas hasta el río Arga, que cruza el Señorío. Evitan los tratamientos fitosanitarios y en bodega, informatizada al máximo, cada tanque o barrica está sujeta a una analítica exhaustiva. La tecnología está para potenciar el vino, ¡no para castigarlo!

Con todo esto, no es extraño que las 160 hectáreas de Arinzano hayan sido reconocidas con el estatus de Vino de Pago y que sea el primero en el norte de España.

La bodega de Moneo es una unidad que envuelve los tres edificios con que contaba el Señorío, el Palacio de Cabo de Armería, con su torre medieval del siglo XIV y la Ermita. Le pregunto a Federico si se celebran bodas. Me contesta que no está bendecida por el Obispado para oficiar este sacramento. Bueno es saberlo. Seguimos, por el caserón, hacia la Bodega que es el edificio más emblemático: Paredes de hormigón pigmentado y estriado, totalmente integrado con la piedra calcárea de las edificaciones históricas. Su cubierta de madera a dos vertientes está sustentada por pilares arborescentes en cuyas ramas se proyecta una pasarela suspendida para el control de barricas. Y es desde aquí donde uno ve las vistas más espectaculares que se pueden tener en una bodega. Son 120 metros de largo en los que barricas y pilares muestran un mundo sin fin, como si las barricas no se acabasen nunca y los pilares cambiasen su dimensión.

Chivite Colección 125
Chivite Colección 125. Fuente: www.chivite.es

Ya en el exterior, caminamos alrededor de la bodega en donde en vez de hacer un jardín, Moneo decidió plantar… cepas. Federico nos invita a pasar al salón restaurante donde nos preparan una comida servida por uno de uno de los restaurantes más emblemático de Navarra, MAHER (síntesis abreviada de Martínez Hermanos). Hito de la gastronomía foral, situado en Cintruéñigo, es famoso por el tratamiento que da a los productos de la huerta navarresa y también por los… huevos. Suyo es el  histórico timbal de huevos fritos con pimientos de cristal y patatas de sartén.

En la comida nos sirvieron foie gras autóctono, los ya comentados huevos de cristal y unas pochas que merecen un apartado aparte. Son para mí, el producto estrella de la región: finas delicadas, pero a la vez melosas y deliciosas con un poco de tocino. Una sabrosa paletilla de lechal acabó con el festival.

Y los vinos. De la bodega Julián Chivite de Cintruéñigo, nos sirven los vinos de su gama 125 Aniversario, que no fue tal pues la bodega fue fundada en 1647 y sólo al detectar una vieja factura de exportación creyeron que se trataba de uno de los documentos iniciales de la bodega.

– El Chivite Colección Chardonnay de 125 Aniversario. El vino blanco que más imagen y prestigio ha dado a esta categoría de vinos aquí en Navarra.

– Rosado Gran Feudo. Es sin duda el rosado por excelencia en este país. A base de tempranillo y garnacha, su boca suave, sabrosa y densa son para mí sus mejores virtudes.

– Sin olvidar que uno de los más afamados de la bodega han sido los vinos dulces. Es el 125 Aniversario Vendimia Tardía, un moscatel elaborado con uva sobremadurada, que ha supuesto un revulsivo en este tipo de vinos dulces, frescos y ligeros.

Arinzano 3
Chivite Arinzano 2002. Fuente: www.arinzano.es

De Arinzano, probamos:

– La Casona 2008. Un vino a base de tempranillo 75 %, merlot 25%. Criado durante 14 meses en barrica francesa. Aromas, muy finos y complejos, a frutas negras, casis y chocolate. Al paladar es fino,  sedoso, con notas minerales, expresivas, largas y elegantes.

– Gran Vino de Pago Arinzano 2000. Mi primera experiencia con este vino fue en el restaurante Arzak hace tres años, servido y recomendado por Mariano García, uno de mis mejores amigos y sommeliers que he tenido el placer de conocer. Allí ya me pareció un vino excelente. Sin salir del Pago y con tres años más de evolución, una joya. Compuesto de 35% de tempranillo, 38% de merlot y 27% de cabernet sauvignon, crianza en barricas nuevas francesas 60%. Con una producción de 13.600 botellas incluyendo todos los formatos, es un vino de color cereza oscuro profundo. Aromas a notas trufadas, mentoladas, a regaliz y cigarro habano. En boca es sedoso, aterciopelado, sabroso, denso con un final goloso y muy elegante.

La visita fue larga, más de cuatro horas que pasaron como un santiamén. Al salir, al pasar por el medio de las cepas, algo me decía que no debería irme del Pago. Allí había paz, sosiego, tranquilidad y también una riqueza cultural y vinícola difícil de encontrar.