Atrapados por el vino

San Sebastian Gastronomika ha celebrado la segunda edición de las Wine Sessions poniendo a prueba a 22 parejas en el concurso Wine & Win

La entrada del Kursaal donostiarra está abarrotada de gente: cocineros de fama mundial como Martin Berasategui se entremezclan con blogueros gastronómicos, comerciales de restauración y transeuntes curiosos que se acercan a ver qué se cuece por ahí. Están hasta los participantes de Top Chef, encantados de hacerse selfies con sus admiradores.

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Concursantes del Wine&Win.

También transitamos por allí los concursantes de Wine&Win y los ponentes de las Wine Sessions, pero como no son famosos, casi nadie repara en ellos. El 6 de octubre es el  día grande del vino en San Sebastian Gastronomika: una jornada entera de presentaciones, catas de lujo y la posibilidad de ganar 2.000 euros en la segunda edición de Wine&Win. En la semifinal, 22 parejas ponemos a prueba nuestros conocimientos vinícolas: tenemos que identificar dos regiones del mundo sin filoxera o nombrar tres regiones vinícolas europeas situadas entre los paralelos 47 y 52, entre otras preguntas. Al examen teórico le sigue una cata a ciegas en la que debemos acertar país, denominación, variedades y añada. Hay tiempo de sobra, pero es tremendamente complicado identificar que en las copas tenemos un Gruner Veltliner 2013 de Kamptal (Austria) y un Carmenere 2011 de Maipo (Chile).

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Josep Roca durante su ponencia en las Wine Sessions.

Solo tres parejas se clasifican para la final y toca esperar hasta la tarde para saberlo. «El nivel es más alto que el año pasado y viene gente muy preparada, aunque normalmente suele haber tres que despuntan», explica David Molina, director de Outlook Wine y moderador, junto con el caníbal Ferran Centelles, del concurso y la sesión. Entre los concursantes hay sumilleres, una periodista infiltrada, estudiantes de Diploma de WSET y aficionados que vienen a disfrutar y a aprender como mi pareja Mikel Azpiazu, médico de día y loco del vino el resto de la jornada. Y es que el vino, una vez que empiezas a interesarte por él, engancha y atrapa.

Tras la prueba llegan las Wine Sessions, en las que el vino italiano, país invitado a San Sebastián Gastronomika, es protagonista. Walter Speller, colaborador de Jancis Robinson, habló sobre la renovación enológica y la vuelta a la tradición de muchos productores italianos. Tras él, el escritor y crítico de vinos Luca Maroni explicó de forma didáctica y divertida su metodología de cata. Consistencia, equilibrio de sabor e integridad o pureza del vino son los tres parámetros organolépticos clave, dice Maroni; la suma de todos es el índice de calidad. Con su porte de galán milanés, nos anima a utilizar la nariz como densímetro y la boca para determinar la viscosidad así que nos sumergimos en las cuatro copas que tenemos ante nosotros en busca de aromas y sensaciones.

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Luca Maroni.

Hoy va de formas de catar. En la siguiente ponencia, la británica Jane Hunt MW explica su método de cata BLIC -Balance, Length, Intensity and Complexity- y anima a los asistentes a «creer en lo que el vino os dice a vosotros y no a los demás». Para los sumilleres tiene un consejo: dejar el provincianismo a un lado, aventurarse más allá de sus regiones y descubrir vinos de otros países o zonas. ¿Le harán caso?

Con ese buen sabor de boca llegamos al plato fuerte de la jornada: la presentación y cata a cargo del maestro Josep «Pitu» Roca (El Celler de Can Roca). Un recorrido por la historia y los vinos del Mediterráneo, desde Georgia a Cataluña con paradas en Líbano, Grecia, Italia, Jerez y Mallorca. Pitu tiene una conexión emocional con el vino al alcance de pocos mortales y consigue conmover al que le escucha y cata con él. Nos cuenta como en Georgia llevan haciendo vinos sin sulfitos durante 6.500 años, nos habla de la importancia del vino en el antiguo Egipto y del intento por parte de dos mujeres, Maria Rosa Guasch y Sonia Fonseca, de intentar reproducir el vino que se bebía allí en la época de los faraones. Nos invita a reflexionar sobre el pasado, a reivindicar lo agrario y ancestral, y nos cuenta la historia detrás de Munjebel, un vino del norte del Etna elaborado por un marchante belga con anforas vitrificadas, sin maceración y con oxigenación «porque esto es lo que nos da la vida». Habla con cariño de Mas Molla, payeses de Calonge (Costa Brava) que llevan desde 1338 cultivando sus viñedos pero que estuvieron a punto de cerrar «por la burrocracia» de algunos organismos oficiales.

Con la sala en penumbra, atrapados por la cadencia de las palabras de Pitu y disfrutando como niños con La Bota de Florpower Más Allá, apenas nos damos cuenta de que el personal de sala nos ha dejado una cuchara de plástico con un líquido denso y oscuro. Es Trafalgar, un vino del año 1805, custodiado y cuidado por Gonzalez Byass. Aromas a brea, caramelo y madera añeja pero especialmente a historia, a más de 200 años de vida en esa gota de vino que emociona y pone a la sala en pie para ovacionar al maestro. Seguro que a más de uno nos costará olvidar este momento.

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Ferran Centelles durante las Wine Sessions.

Tras el descanso del mediodía es el turno del periodista Juancho Asenjo, que nos habla de lo que él llama el Piamonte del norte y del sur -Barolo y Etna- donde se trabaja con nebbiolo y nerello mascalese respectivamente, mientras suena de fondo música italiana  seleccionada por él mismo para acompañar a sus vinos y mantener la atención de los asistentes a esa hora tan peligrosa de la siesta.

Y así llegamos a la clausura de las II Wine Sessions y a la final de Wine&Win, con el humorista vasco Óscar Terol como maestro de ceremonias. Ferran Centelles desvela el nombre de las tres parejas finalistas quienes, armados con pizarras, comienzan a responder a la ronda de 15 preguntas y cata a ciegas de dos vinos tintos. Como en la semifinal, hay preguntas complicadas y muchos nervios. Ninguna pareja identifica los dos vinos, que resultan ser un Tempranillo 2006 de Rioja y un Malbec 2012 de Mendoza (Argentina), pero es la pareja de Jorge Orte y Michael Cooper la que se lleva los 2.000 euros de premio. Están emocinados; casi no se lo creen. «Nos compenetramos muy bien», dice Jorge, natural de Zaragoza. «Michael es californiano y enseguida supo una pregunta de allí que yo desconocía». Estudiante de Diploma del WSET, Jorge aporta conocimientos en otros aspectos que conoce bien, como viticultura y enología. Le apasiona el vino y dejó las artes gráficas para estudiar comercio internacional y dedicarse a este mundo líquido que le ha atrapado. Michael, por su parte, regenta la tienda Tome Vinos de Zaragoza y está a punto de abrir una segunda. Una vez a la semana se juntan por la tarde para catar a ciegas el vino que han bebido para comer y tienen intención de presentarse a más concursos. Si alguna vez los productores de Top Chef deciden hacer un Top Vino, ya tienen a su primera pareja.