La excelencia del cava, según Gramona

Cambio de paradigmas: el cava y los vinos espumosos

El pasado lunes Cavas Gramona convocó una cata. A ciencia cierta la mayoría de los asistentes no sabíamos en qué consistiría.  La presentación del cava Enoteca 2000 (saldrá al mercado en octubre) y que la cata sería a ciegas eran las únicas pistas que ofrecía la invitación. Eso era para mí un aliciente añadido.

Nos recibe la plana mayor de Gramona. Al frente, los propietarios Jaume y Xavier Gramona, junto  a  mi amigo Toni Pérez, director comercial, ejerciendo de suma sacerdotisa del evento Linda Díaz, un alarde de relaciones públicas, y todo ello tutelado por Xavi Ayala, responsable de Moritz en este acontecimiento.

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La cata de Gramona.

La sala de reuniones, recientemente  inaugurada en los sótanos de la fábrica de la cervecería, fue un esenario perfecto para el evento. Temperatura ideal, buena instalación, tranquilidad y sentados. ¿Por qué las catas no se pueden hacer debidamente acomodados?

Nos sentamos y frente a la mesa que teníamos en frente encontramos una hoja en que pedían nuestra colaboración al acto y nos indicaron que íbamos a probar 15 espumosos divididos en dos partes, la primera de siete espumosos, que debíamos clasificar en orden descendente del que te haya gustado más a menos y lo mismo en la segunda serie con los ocho siguientes.

Antes de la cata, Jaume y Xavier, nos explicaron su elección de la variedad Xarel.lo como la más optima  al ser una variedad poco oxidativa. Nos cuentan que el envejecimiento del vino con tapón de corcho durante cinco años se ha demostrado que tiene una mejor oxidación que aquellas botellas en las que  se había usado tapón corona. Y el cambio de paradigma:  la creencia que el cava una vez degollado se tenía que consumir de inmediato; ahora con técnicas basadas, entre otras , en la biodinámica, en el largo contacto de las levaduras,  estos espumosos, tras  un recorrido de más de 10 años de envejecimiento , se muestren vivos, jóvenes, frescos y dispuestos aún a mejorar.

Y  vino el gran momento, la cata a ciegas. Planificada con una precisión milimétrica nos ofrecieron espumosos, que ya indicaban una cierta evolución y sobre todo una burbuja casi imperceptible. Uno tras otro se fueron sirviendo en las copas, Cristal Roederer 2005,  Bollinguer Gran Anée 2004,  Gramona III Lustros,  Dom Perignon 2003, Gramona Celler Batlle 2002, Egly- Ouriet BRUT Gran Cru 2002 y Franciacorta Ca del Bosco Cuveé Anna Maria Clementi2002,  en esta primera parte. Difícil clasificar estos espumosos, en perfecto estado de temperatura, cremosos, frescos, de gran finura y elegancia, sus notas de puntuación eran tan ajustadas que esperé a completar la cata para ordenar la clasificación.

Si la primera fase fue ya extraordinaria, la segunda aún fue mejor. Sin pausa, llegaron Jacques Selosse Inicial Brut, Gramona Celler Batlle 2002, Enoteca Gramona Brut 2000, Krug  Clos de Mesnil  2000, Enoteca Brut Nature 2000, Salon 1999, Gramona Celler Batlle 1999 y como colofón, La Gran Dame 1998. En mi clasificación, encontré el Egly- Ouriet un champagne vivo, elegante, con una fruta madura y con un final goloso que te invitaba a más.  Un champagne muy seductor.

De la segunda parte, preferí el Celler Batlle 1999, ejemplo de cava, ligeramente oxidado, fresco, complejo y que tiene una larga longevidad.

«Son todos tan buenos que si me dan a elegir, no sabría con cual quedarme», comentó Alfred Rexach, frase con  la que uno está totalmente de acuerdo. Ya al final del acto se comentaba: Esta cata es única e irrepetible.

Efectivamente, nunca había participado en una cata en la que una bodega, Cavas Gramona, propone catar sus botellas de cava junto a las más afamadas botellas de champagne.  Y el resultado  fue que todas estuvieron  al máximo nivel.