Un vino tailandés resiste al clima tropical con viñas con elefantes

Redacción

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Un vino tailandés resiste al clima tropical con viñas con elefantes 0
En Siam Winery los tractores son elefantes…

Los vinicultores tailandeses desafían la creencia de que es imposible cultivar la uva en el clima tropical de esta latitud con caldos premiados en prestigiosas catas y viñedos por los que se puede pasear montado en elefante.

Pese a las condiciones adversas, un puñado de bodegas trabajan desde hace dos décadas para mejorar el producto, y el fruto de su esfuerzo son vinos que empiezan a ser apreciados tanto por los expertos como el consumidor, al que suele sorprenderle el país de origen.

Una de las marcas más exitosas es Siam Winery, cuyo blanco Monsoon Valley tuvo el año pasado una excelente acogida en competiciones internacionales en Asia, Estados Unidos y Europa por su aroma y sabor afrutado.

La empresa dispone de 240 hectáreas de viñas cerca de la localidad de Hua Hin, al sur de Bangkok, donde un equipo de ingenieros agrónomos ha adaptado al tipo de suelo la técnica del cultivo de uvas Colombard y Shiraz originalmente importadas de Australia y Francia.

El viticultor jefe, Chaorai Kanchanomai, explica a Efe que el lugar es idóneo porque «aunque en teoría es tropical y las temperaturas son altas, el microclima es algo menos cálido que en el resto de la región central de Tailandia y no recibe tanta lluvia durante el monzón».

Kanchanomai subraya que anticipar las precipitaciones es clave para poder tener dos vendimias anuales durante la estación seca entre marzo y noviembre, algo que se sigue perfeccionando todavía en sus dos competidores regionales: Birmania y la India.

«Todavía tenemos algunos problemas, como tener que reforzar los tallos de algunas vides con raíces brasileñas porque el suelo es pobre, pero eso también es una ventaja porque podemos modificarlo a nuestro gusto añadiéndole nutrientes», apunta.

Otro escollo es la alta tasa con la que Tailandia grava el alcohol, que incrementa el precio en hasta un 200 por ciento, y en consecuencia el caldo local es más barato fuera del país, por lo que obliga a exportar más de la mitad de la producción.

«No estamos protegidos, más bien al contrario, y tenemos que conformarnos con un nicho de mercado muy reducido porque su poder adquisitivo debe ser alto, aunque cada vez más tailandeses están bebiendo vino», asegura el responsable de la viñedo.

Siam Winery produjo en 2010 la cantidad relativamente pequeña de un cuarto de millón de botellas, pero sus terrenos fueron visitados por unos 60.000 turistas locales y extranjeros, la otra fuente de ingresos del negocio propiedad del multimillonario Chaleo Yoovidhya, el hombre más rico del país según la revista Forbes.

El principal atractivo de los viñedos de Hua Hin es pasear por ellas montado en elefante, algo que se puede hacer sólo en Tailandia y que se ha convertido, con el vino, en el gran reclamo del lugar.

A algunos visitantes les gustan tanto los caldos que también acuden a la planta embotelladora de las afueras de Bangkok, donde las uvas pasan por un tratamiento químico para que tengan mayor acidez antes de ser prensadas.

Todo el proceso de elaboración del vino está supervisado por la enóloga alemana Kathrin Puff, quien apunta que el vino tailandés destaca porque «estamos en un clima extremo para la viticultura, y hemos demostrado que no es imposible».

«El clima está cambiando, y un vino producido en el trópico es una consecuencia lógica, era el siguiente paso», comenta esta experta formada en Italia y Chile.

Puff indica que Tailandia es uno de varios países considerados como nuevas latitudes para la vinicultura, que tradicionalmente establece que la uva no debe plantarse más al norte de Lhasa o al sur de El Cairo.

Además, la adaptación al clima será clave en el futuro cercano para grandes naciones productoras que ya empiezan a sufrir los efectos del calentamiento global, como la desertificación en el sur de España, la sequía en Francia y olas de calor en Italia.

«Nos convertiremos en sus asesores gracias a nuestra experiencia trabajando en condiciones extremas para el vino», apunta Puff.

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