Amigos para siempre

Andoni Luis Aduriz y Martín Berasategui han expresado su preocupación por el mal rollo entre cocineros. ¡Tranquilos! No han firmado un manifiesto conjunto,  han opinado por separado, y coinciden con una opinión muy amplia y extendida. Muchos cocineros creen que todos deben de ir a una, como si fuera necesario ser amigo de todo el mundo para conseguir una armonía y el progreso. Que haya al menos dos facciones antagónicas ni es malo ni inusual. Y si hay un pique entre tres, cuatro, una docena o más, mucho mejor, siempre que tenga consecuencias creativas.

Las opiniones de Aduriz y Berasatagui están recogidas en dos magníficas entrevistas publicadas aquí, en 7Caníbales. Y a fe que no alcanzo a entender lo que les preocupa y, cuando logro entenderlo, entiendo que no hay para tanto.

Andoni Luis Aduriz hace una excelente disección: «Los humanos somos personas con grandes debilidades y tampoco puedes evitar que la gente se sienta apartada, ninguneada o traicionada. Lo que pasa es que también se acaba perdiendo la paciencia. En este momento me parece que los problemas que hay en la cocina española se podrían arreglar mejor con terapia que con un encuentro entre cocineros. Son problemas humanos: gente que tiene envidias, que aspira a reconocimientos mayores de los que ya tiene o que lo tiene todo, y eso también es un problema».

Andoni habla de unos supuestos problemas de la cocina española. ¿Cuáles son? ¿La crisis? ¿La falta de creatividad? ¿La falta de imaginación? ¿La falta de tecnología? ¿El déficit de materias primas? ¿La falta de cocineros? ¿No hay clientes? ¿Qué esta cocina ya no marca la pauta? ¿Qué ya no tiene los mejores restaurantes del mundo?

La cocina española no tiene ningún problema substancial. Vive un debate profundo entre modelos, entre generaciones… y entre caracteres. Y esto no es malo. Cualquier debate es enriquecedor. «Es que Santi habla mal de Ferran». ¿Bueno, y qué? Góngora hablaba mal de Quevedo y Quevedo de Góngora. ¿Lo recuerdan? Fue un pique en el Siglo de Oro de la literatura castellana. Aún hay más: Lope de Vega y Cervantes. Y, sin ir más lejos, García Márquez y Vargas Llosa. Hay muchos más y en todas partes y naciones, pero lo dejaremos aquí para no hartar.

Martín Berasategui habla en un tono conciliador y apuesta por construir puentes. «Creo que algo habremos hecho mal para que pase lo que pasa, pero nadie se merece sufrir con todo lo que hemos conseguido. Llevo años diciendo que en la vida nada me haría más ilusión que poder unir puentes entre todos. ¿Quién va a negar el liderazgo de los cocineros que hay en España en estos momentos si es el más importante que hemos tenido en toda la historia? Gracias a las nuevas tecnologías nos podremos vender unidos al mundo de una forma imparable y, si esto no ocurre, somos muy poco listos. No le echo la culpa a nadie. Si somos largos para cocinar… debemos innovar también en las relaciones personales para acabar con todo esto».

Cuando Martín y muchos cocineros piensan en la promoción general, olvidan que la tarea no es suya, sino de las instituciones: tan solo serán juntados (vendidos) por el bien general. ¿Cuál es el cometido de un cocinero? ¿Salir de promoción? ¿Polemizar? ¿Innovar en las relaciones personales? Los filósofos lo han intentado des de la antigüedad; lo podéis comprobar en cualquier librería o biblioteca. Están llenas de tratados de filosofía y de libros de autoayuda. Y la Humanidad saca cada vez peores notas en relaciones personales.

En esta misma línea añadiría la opinión de Andoni: «Quiero pensar que van a ser lo suficientemente responsables [los cocineros] como para pensar en el bien común por encima de sus propios intereses». Estoy totalmente de acuerdo, pero pensad en los políticos, los buenos, los torpes y los autoritarios: todos sueñan que su gloria también beneficiará el bien común. Más aún: la Humanidad.

Martín Berasategui lleva razón cuando piensa que si Ferrán escuchara a Santi estarían de acuerdo en muchas cosas y si Santi escuchara a Ferrán, tendrían muchos puntos de encuentro. Laporta y Florentino también tienen muchos puntos de encuentro, y hasta quizás Bin Laden y Obama.

Martín habla con melancolía de los tiempos pasados, de los tiempos difíciles de cuando todos iban a una. De los años que eran pocos y todos se conocían. Aquello terminó. El cocinero de Lasarte, del Bodegón y del grupo quiere unidad para San Sebastián Gastronomika, que trabajen todos los chefs unidos, de manera limpia y con la misma humildad que cuando no los conocía nadie… Sería bonito, pero quién debe unir a los cocineros, elaborar un cartel y hacer que todo funcione son los organizadores del evento. Los cocineros tienen que darlo todo y demostrar que siguen siendo los mejores del mundo y que nadie les va a alcanzar, porqué cada día son mejores.

Mejor no forzar nada.

En toda edad de oro surgen antagonismos. Han surgido y surgen buenos cocineros; hay demasiados como para ir todos de la mano. A los grandes cocineros gastronómicos les une su pasión por la cocina y su osadía por mantener abierto un negocio de alto riesgo.

Jamás nadie debería concentrar su atención en preocuparse por las habladurías de enemigos, detractores, ambiciosos y de amigos demasiado fieles, incluso aduladores de los defectos. Lo dicho: que haya al menos dos facciones antagónicas ni es malo ni inusual. Al contrario, si el odio (o el pique) se canaliza bien, en una competición limpia, hay evolución. Sin embargo, no olvidemos que los competentes no compiten, porqué no tienen horizontes de poca monta.