Hasta el culo Tour “bonus track” (Tenerife Special)

Tío, salí de Diálogos de Cocina, rumbo al aeropuerto, no sólo con una sobredosis de morcilla y txangurro, sino también iluminado y decidido –ya sabes, como tras la resaca de fin de año, con furor por comenzar con los buenos propósitos. Mucho coaching, mucha psicología positiva que, oye, ya te hace pensar… Buen rollito, pues, camino de Tenerife y el festival Cinescena.

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Tapa Bombín del Orégano

Los twits arrecian en el móvil mientras me acabo de vestir tras la humillación de la seguridad del aeropuerto. Creo que empiezo a olvidar las emociones positivas, las respuestas constructivas positivas y el florecimiento… Um…  Me vuelve de nuevo Diálogos: una vez más el tipo que tenía al lado, más que escuchar las ponencias, parecía un pianista loco haciendo prácticas con el ipad, tal era su furor twitero. Con el rabillo del ojo veo que sus textos se acercan peligrosamente al absurdo. Frases sueltas, sin matiz, sin sutileza, fuera de contexto. Twitter es una potente herramienta para muchas situaciones, cierto, pero se me antoja una banalización de la información cuando ésta no es urgente ni simple. De hecho, el twitteo parece más bien una versión posmoderna –con toda la carga negativa del término- de la rumorología, del patio de vecinos, del mercado… “¿Sabías que…?” “¡Qué me dices!” y demás pachangas de baja estofa. Es decir, la cháchara tradicional de portera en formato gadget.

A todo esto, y tras un duermevela en el avión con Brian Eno electrificando mi oído, me encuentro por fin en La Laguna, Tenerife. Hace un frío pelón. Mucho frío, man. Y yo con la camisa floreada y con cara de gilipollas. Hacía años, me dicen, que no había estas temperaturas en la isla. Ha nevado como en Baqueira. Maldigo el peso extra de bañadores, shorts y cremas solares en la maleta… El sueño de palmeras y chicas en topless da paso a una pesadilla de caldos calientes y bufandas. Vuelvo a pensar en Seligman a ver si soy capaz de tornar todo esto en feeling positivo. “Aummm”. Bien, en todo caso nada me va a impedir, esta primera noche, conocer el mejor bar de La Laguna: el Orégano. Una barra de camareras tentadoras y cerveza fácil que, junto a Yanet y José Manuel de Pablos (Catedrático de Periodismo de la Universidad de La Laguna), se alarga hasta la madrugada con parada en las croquetas, el almogrote y la tapa especial para el Festival de Cine Gastronómico Ciudad de La Laguna, que es a lo que he venido, consistente en una metáfora comestible de Chaplin a partir de un bombín de arepa relleno de carne mechada y queso.

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Bocadillo de sardina en Amaranto

Mañana siguiente de excursión. Bodega El Lomo (DO  Tacoronte-Acentejo) y comida de menú decepcionante en La Casa del Vino. Por la tarde, pelis. “Yo soy el amor”, de Luca Guadagnino, la que finalmente veo, es una historia de soledades y búsquedas lenta y densa. Entre los cortos, hoy han pasado “El tren de las moscas”, de Fernando López y Nieves Prieto, una estremecedora visión de los trenes que atraviesan México llenos de inmigrantes rumbo a USA.

La noche no la voy a perdonar. A pesar de la falta de un criterio gastronómico más trabajado, y sobre todo más amplio, protagonista, brillante e integrador de la cocina canaria que se observa en el festival, Amaranto y su chef, Armando Saldanha, aguardan a unos pocos kilómetros con la que, sin duda, es la oferta gastronómica más interesante de la isla. Para próximas ediciones, digo, los responsables de Cinescena deberían contar con una mirada más opulenta y espectacular sobre la escena culinaria tinerfeña, puesto que en esta ocasión la cosa se ha limitado a un recorrido de tapas “especiales” en creación y precio en tan sólo 11 bares de La Laguna. Pienso que haría falta una fusión decidida, en el seno de las actividades festivaleras, de toda la coquinaria local, tradicional y creativa, tanto para dar chispa al evento como para “vender” la gastronomía tinerfeña aprovechando el tirón. ¿No?

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Salón de Amaranto

Mira: cornete de tartare de atún con chipotle; bacalao confitado con espuma de papa y mojo verde; bocadillo de sardina con tomate, orégano, naranja y cebolla encurtida (premio Mejor Tapa de Autor Madrid Fusión 09); ensalada de flores, frutos y foie con vinagreta de Parchita (acaso el menos logrado y sugerente de todo el menú); bocadillo de atún con pimientos caramelizados, crema de queso y aceite de toronjil (premio Mejor Bocadillo Madrid Fusión 08); cherne con papas confitadas en caldo de azafrán con alioli de pimientas palmeras; presa de cerdo ibérico con puré de papa negra y mojo picón… Es decir, sabores canarios presentados en forma armónica y contemporánea, atemperando fortalezas y buscando matices. Inteligencia, elegancia, suavidad, finura. Allí conocí –afuera, fumando- a la espectacular Maria Isabell Kiessling, hija del propietario del famoso Loro Parque, que, entre calada y calada, me hizo un apasionado canto de las virtudes de Saldanha como cocinero. Y tenía razón. Armando, y todos los demás, deben ser parte de este festival. Deben ser el corazón sápido de la fiesta. Y así los creímos todos los que estábamos en la mesa: Yanet Acosta, David Fernández-Prada y Laura Docampo (La Opinión, Tenerife).

Exposición en La Casa de los Capitanes, en medio de esa ciudad sorprendente que es La Laguna, Patrimonio de la Humanidad y modelo en el siglo XVI para todas las urbes fundadas en Latinoamérica por españoles. Refinado placer pasearse por la historia reluciente –la remodelación de la zona es excelente- e irse demorando en sus fachadas, recodos… Exposición, decía, parte de Cinescena, con fotos gastronómicas –“Del bodegón al porn food”- diseñada por Yanet Acosta. Fotos de algunos de los grandes de la fotografía culinaria, como Guillamet, buscando más la emoción y la sensualidad que el hecho culinario formal.

Por la tarde, después de ver la resaca del carnaval de La Laguna –apoteósico desfile de comparsas- en una terracita, disfruté con “18 comidas”, de Jorge Coria, una peli divertida en la que la cocina es escenario e incluso protagonista de encuentros y desencuentros vitales…

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La vieja de Ardeloa

Día siguiente. Camino a Garachico con Yanet. Exquisito pueblo resurgido de una terrible erupción volcánica. Relax, cervecita en el kiosko, paseo yodado y papas arrugas, queso a la plancha y una vieja con su caldo de altísimo voltaje en el reciente Ardeloa.

¡Uf, me estoy alargando! Bien, los premios: el director Jorge Coira, con “18 comidas”, coprotagonizada por Luis Tosar, fue el ganador del certamen en la categoría de largometrajes, a la vez que premio del público. En el apartado de la mejor interpretación, el premio recayó en Unax Ugalde, por “Bon appétit”. La mejor dirección fue a Fatih Akin, con “Soul kitchen”. El cortometraje vencedor fue “El tren de las moscas”, de Fernando López y Nieves Prieto. El galardón para la película con mejor tratamiento gastronómico viajó a Holanda, con “Köfte”.

Y todavía hubo tiempo para uno de los “hits” de Cinescena: la maratón canalla y “gastrogore” de la noche del sábado, con tremendas pelis de terror sápido como “Dumplings”, “Next floor”, “Ravenous” o “The human centipede”.

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Papas y quesos en Ardeloa

Pocas horas después, a la cinco de la madrugada, partía hacia Barcelona vía Madrid, donde llegué a las dos y media de la tarde.

Semana heavy, caramba.