La facilidad de publicar y el derecho sagrado de la libertad de expresión han llenado la red de gente rebelada contra el statu quo’ de unas élites ‘enchufadas’ y proclives a hablar siempre de los mismos.

Hay muchos indignados con Trip Advisor y con toda la avalancha de información y desinformación y opiniones de todo tipo que circulan libremente per el universo cibernético. Es habitual acusar a la mayor y más influyente web de viajes del mundo de provocar perjuicios con sus “chantajes” y sus críticas “infundadas, maliciosas, inventadas sin haber estado jamás en un establecimiento o incluso publicadas por hoteles o restaurantes rivales para dañar la imagen de la competencia”. Sin embargo, creo que Trip Advisor se ha nutrido de gente indignada contra una élite que tenía acceso a los mejores sitios y podía publicarlo en los medios de comunicación más influyentes. Ocurre que hoy los medios tradicionales ya no son los más influyentes, ni los más inmediatos, ni los más accesibles, ni los más actualizados.

El periodismo ha muerto. Y no será culpa de Trip Advisor. Y volverá a renacer y, tal vez, en ello tenga algo que ver Trip Advisor, las nuevas tecnologías y los nuevos soportes de difusión de la información, cada vez más inmediata.

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Tripadvisor.

Lo dan por muerto cada vez que hay un salto tecnológico. Cuando surgió la radio, luego con la televisión, hoy con Internet… Recuerdo el paso de la Olivetti al editor de textos en pantalla de fósforo, lento, muy lento, antes de la llegada de los primeros PC y mucho antes de la irrupción de los primeros módem. Lentos, pero nos ahorraban tener que dictar nuestro texto a alguien de redacción, previa localización de un teléfono libre y de una acumulación ingente de monedas.

El periodismo atraviesa hoy una crisis muy peligrosa, en la que, incluso, está en juego la credibilidad total de la prensa. Y su futuro. Aunque tampoco es distinta a las anteriores, y, como siempre, todo se resarcirá. Cuando surgió la radio, los periodistas escritores acusaron a los locutores de superficiales, de centrarse solo en el entretenimiento y de aprovecharse solo de su buena voz.

Más tarde, la TV mató la estrella de la radio. “Estos sí son superficiales”, decían sus detractores, “que solo son guaperas que leen las cuatro líneas que les han escrito solo para describir sin tropezar la imagen que viene a continuación”. Entonces llegó Internet, con todos sus matices de blogs, páginas, redes sociales…

Al principio de cada nuevo soporte o medio de difusión suele haber pocos profesionales de la información en el nuevo formato; hay más oportunistas y emprendedores que, ante el conservadurismo de los medios tradicionales, ven en ello la ocasión de una nueva vía de negocio o nicho de mercado, su supervivencia. Enseguida vendrá el aprendizaje y más tarde, la especialización. Al final, como siempre, van a permanecer los mejores; al menos eso espero, y se habrán incorporado los periodistas que han sabido adaptarse a las nuevas tecnologías. Insisto, jamás olvidaré a los que se resistían a abandonar su vieja máquina de escribir y el Tipp-Ex, porque temían que un percance, un corte eléctrico o lo que fuere, les dejara sin su trabajo… Hoy no se avergüenzan de ello porque, ni tan siquiera lo recuerdan. Una vez consolidados los cambios tecnológicos reconocemos grandes periodistas en todos los medios, muchos de ellos profesionales multimedia.

Multimedia

Pero claro, hoy multimedia ya no se limita solo a la prensa escrita e impresa en papel, radio y televisión. Hoy cuentan los blogs y los medios por internet, aunque las redes sociales cuenten poco. La preocupación se resolverá el día en el que los periodistas sean multimedia y evolucionen al compás de las nuevas tecnologías y vean en ellas una oportunidad, más que una competencia insana. Por regla general, la mayoría de empresas periodísticas llegan tarde; muchos periodistas también: a los que van al ritmo de la tecnología les pueden llamar geeks, pero es más frecuente que los tilden de friki y son vistos con recelo en la redacción.

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Redacción del Diario de Cádiz cuando aún se trabajaba con las Olivetti. JUMAN

Al periodista, camaleón que se adapta a todo, no le tiene que importar el medio por donde se propagan sus noticias. Sin embargo, como venimos diciendo, se suele acomodar. Solo tendría que importarle la calidad de su información, la elegancia de su redactado, una locución inteligible con frases terminadas y una imagen atractiva que llame la atención, y sobretodo: rigor.

Insisto: rigor, porque, ciertamente, opinar es libre, pero la verdad es sagrada. Y aquí surge el problema del mal informador que primero dispara a matar y luego pregunta. Dicho eso, muchos estarán tentados de señalar a los bloggers. Los hay, diría que en equivalente proporción a los impresentables de muchos medios tradicionales. Igualmente, hay talento en todas partes: Lo que está claro es que se ha desmadrado el número de opinadores, muy por encima del número de informadores. Es obvia la mayor disposición por opinar, por poner chistes y comentarios ocurrentes que no meterse a buscar datos para construir una gran información.

Esta facilidad por escribir y para publicar, además del derecho sagrado a la libertad de expresión, ha desembocado en la actual situación. Hay que añadir también a todos los indignados que han tenido la oportunidad de rebelarse contra el statu quo.

TripAdvisor se llenó de gente indignada contra unas élites que estaban enchufadas y siempre publicaba sobre los mismos; pienso que hablamos del Barça y del Madrid por las mismas razones obvias que no hablamos de según qué tugurios, aunque reconozco que muchas veces no nos atrevemos por no arriesgarnos y nos perdemos la oportunidad de lanzar un descubrimiento al mundo. Nos van a reprochar que vamos a tiro seguro; en efecto, nos fiamos del boca a boca, de las informaciones muy consolidadas y contrastadas porque el año tiene 365 días y el día tiene solo 24 horas y nos viene justo sentarnos una vez al día para comer y degustar un menú largo. O nos van a criticar que solo vamos a nuevos locales cuando son de conocidas empresas; es cierto, vamos porque creemos que tienen crédito, de la misma manera que vamos cuando el evento lo organiza una empresa con solera y tradición.

Difusión y ‘followers’

Los restaurantes también son así: invitan a los periodistas por su crédito, criterio o difusión de su medio, impriman miles de ejemplares o tengan miles de followers, amigos o seguidores. Funciona como antes, pero han cambiado los medios. Hay futuro, pero casi sin papel.

Lo preocupante es la calidad de los lectores; dicen que cada vez son peores. Poca gente se atreve a leer mucho, con el titular les basta. La causa principal del triunfo de los mensajes cortos en la red es este afán por estar informado al minuto sin tener que leer demasiado.

Falso

Solemos dar por veraz todo lo que escribe un periodista en un medio serio, pero puede ser falso o, mejor, intencionadamente falso. Cada año se publican un montón de noticias falsas en los medios más renombrados del mundo. Y, a pesar de ello, la mayoría sigue dando crédito a las grandes cabeceras. Precisamente, muchos indignados surgieron porque lo que leían de un restaurante no era lo que experimentaban cuando iban al establecimiento. Solía pasar que el propietario reconocía (o lo olía) y, por ejemplo, cambiaba el aceite para freír, además de esforzarse más; de esto puedo dar fe.

Y hoy nos quejamos de que muchos comentarios de la red son falsos, escritos por gente que nunca ha pisado un local. Precisamente, el periodismo actual cojea de la falta de profesionales que pisen la calle, nos quejamos de que hay demasiado despacho, del abuso de noticias no ya de agencia, sino de gabinete de prensa. ¿Hay diferencias cuando se sacrifica el rigor?

¿No es cierto que hay periódicos (o periodistas) que no publican según qué noticias o una mala crítica contra una vaca sagrada para no estropear una imagen consolidada? Por esa razón hay indignados que reaccionan a la contra y con ánimo de destruir para volver a construir, por necesidad de provocar una catarsis. Muy bien: cuantas veces no vemos demasiados elogios de restaurantes de copete emanados por críticos-periodistas. Hay gente muy sobrevalorada, pero no hay nada que hacer cuando uno está de moda.

Hay periodistas despedidos e incluso vetados por haber publicado una noticia verdadera. Para cualquier periodista es un honor estar vetado por alguien.

Sobre la crítica insidiosa en la red recomiendo dos lecturas: el gran editorial del caníbal Xavi Agulló en el número 4 de Cookcircus  y el magnífico reportaje Grandes chefs contra la masa crítica, firmado por Lucía Magi y por la también caníbal Rosa Rivas en El País.

Leemos en Cookcricus: “Determinadas empresas gastronómicas ofrecen ‘cinco comentarios positivos’ como regalo a los establecimientos con los que trabajan; hay restaurantes que se “critican” a sí mismos; hay usuarios que aprovechan esos textos para fines personales y espurios; la falsedad es moneda común…”

Escriben Lucía Magi y Rosa Rivas: “Amerigo Capria, cocinero de 33 años con probada reputación en Florencia, se llevó recientemente una inesperada sorpresa. ‘Como buen cliente de una bodega que soy’, explicaba este fin de semana ante los fogones de su restaurante Bacca rossa, ‘solían regalarme una caja de vino por cada 10 que compraba. La última vez, la cosa cambió: ‘Como regalo te pagaremos esta vez cinco críticas buenas en TripAdvisor”.

En ambos reportajes leemos el mismo ejemplo contado por Massimo Bottura, número 5 en la lista The World’s 50 Best Restaurant y tres estrellas Michelin en la Osteria Francescana, de Módena: “Alguien la tomó contra mi sufflé de Panettone al considerar que llevaba demasiada canela, cuando no había ni pizca.” El que escribió lo de la canela o no comió el sufflé de Panettone, o ya no estuvo en el restaurante o era un listillo que no tenía ni idea de cocina. Ese problema concreto es un problema de rigor y conocimiento. Sobre el rigor, ¿qué les voy a contar?

Sobre los chantajes y artimañas me recuerdan a las leyendas urbanas que contaban de la antigua prensa cuando comencé de periodista. Se ha dicho que muchos periodistas estaban a sueldo de empresas y mientras unos “recomendaban” productos (el vino, los licores o los cafés de su patrocinador…), otros, simplemente, un acopio de libros o guías editadas por el mismo periodista.

Lo que pasa es que antes se editaban cuatro periódicos, muy pocos accedían a ellos y se enteraban los cuatro que leían. Hoy la repercusión es mucho mayor.

TripAdvisor lo podía haber inventado la prensa o las guías tradicionales, pero estaban demasiado acomodados mirándose el ombligo y dando regalos para mantener lectores, en vez de inventar nuevos productos. Insisto, la red ha supuesto un asalto a la Bastilla de la libertad de expresión y contra la aristocracia de la gastronomía.