Los 'smartphone' los carga el diablo

El uso indiscriminado de los teléfonos suele ser tan molesto como lo era el humo de una pipa en la comida. ¿Habrá que habilitar zonas con cobertura y zonas sin cobertura?

No es todo positivo tras la irrupción de las nuevas tecnologias, especialmente en los restaurantes de alto nivel gastronómico. El comportamiento de algunas personas armadas con un smartphone o un tablet es tan soez como el guarrindongo que eructa, el entonado de voz subida o el humo del tabaco de pipa en una comida. Muchos restaurantes se han convertido en platós de televisión o estudios fotográficos improvisados. Recordaran al restaurante Eva, de LA, cuando anunció descuentos por no usar el móvil mientras uno come allí, como se difundió el pasado verano. ¿Habrá que plantearse zonas con cobertura y zonas sin cobertura en los restaurantes? ¿O la prohibición total de usar móvil y demás dispositivos electrónicos?

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Un platito donde dejar el teléfono móvil en el restaurante.

Que los restaurantes como cualquier negocio se aprovechen de las nuevas tecnologias para ofrecer un mejor servicio es de una necesidad aplastante, como cuenta el compañero Luis Tusell en un excelente post anterior, aquí en 7 Caníbales. No faltan razones de cualquier orden a favor de las tabletas como herramienta para que sean la carta en sí,  porque además de tener el listado, cada plato viene acompañado por la foto y hasta por una propuesta de maridaje. Es un buen instrumento de marketing directo, ya que vendes por la vista, y permite quitar o reemplazar lo que no está en la carta y se ha caído porque se ha terminado. Es una apuesta por la sostenibilidad y el ahorro, pues no hay que imprimir menú cada día y, como se ha dicho, se actualiza sin gastos sobre la marcha.

Comparto con Delicias de la vida el comentario en el post del caníbal Tusell: “La integración de nuevas tecnologías en el ámbito de la gastronomía es una gran oportunidad. Los dispositivos móviles ofrecen un sinfín de ventajas, por lo que es importante analizar, adaptar y aprovechar sus herramientas.” Pero hay que matizarlo mucho. Todas las ventajas son peligros. Pienso que su uso desde el restaurante es positivo, pero, en cambio, pienso que es un peligro cuando los clientes entran armados. Por lo que aplaudo al restaurante EVA, de Los Angeles, por invitar a dejar los móviles en la entrada a cambio de un descuento en la factura, en la línea del viejo Far West, cuando invitaban a los pistoleros a dejar sus pistolas en la entrada del saloon para impedir su uso indiscriminado, por supuesto.

Exhibicionismo

No hay nada más pesado que la retransmisión de una cena plato a plato, tuit a tuit, foto a foto, en cualquier red social, con el agravante de que todas están vinculadas y las recibimos, de golpe: Twitter, Instagram, Facebook, Pinterest, Foursquare, Foodspotting, Yummy, Forkly, Urbanspoon, Youtube y, más tarde, en Storify, y lo que no está escrito. Es pesado para los del entorno físico, aborreciendo a los de la propia mesa, y raya por el lado virtual. Unfollow. Es lo mismo que comentar que estás en la cama y contar cada vez que le besas un pezón… Es lo del famoso torero que salió corriendo para comentar que se había acostado con una estrella de Hollywood. El objetivo no es informativo, dar una noticia de interés general, sólo hay exhibicionismo, necesidad de presumir, de un instante de gloria. Unfollow.

El Unfollow es bueno para su entorno virtual, pero los de su entorno real, físico, lo tienen difícil, a no ser que se levanten de la mesa y se alejen o lo echen. El problema gordo es la mesa entera llena de geeks. Se levantan, entrevistan a los camareros, sacan fotos, se fotografían con el plato…

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Restaurante Eva, en Los Angeles, donde premian al comensal que deja el teléfono móvil en la entrada.

La propuesta del restaurante de California no soluciona la pesadilla. Para ello, sólo caben soluciones drásticas. Me refiero a que los restaurantes deben pensar lo que más les conviene, desde la prohibición absoluta, hasta su apuesta descarada por las redes sociales e inviten a sus clientes a interaccionar. Si voy al club de fumadores de pipa habrá  un ambiente de humo dulzón y me atiendo a las consecuencias. También se pueden plantear una solución intermedia: habilitar zonas con cobertura y zonas sin cobertura. Luego está la prohibición total del uso de teléfonos inteligentes y la instalación, ya como medida extrema, de inhibidores de frecuencia.

Spoilers

Lo de la prohibición total se tiene que plantear en la medida que se trata de la difusión de un conocimiento, del fruto de una investigación, del mismo modo que los cines también prohiben la grabación de sus proyecciones. Claro, también están prohibidas las grabaciones en los conciertos y cada día se cuelgan miles de ellas en la red. No obstante, hay otra cosa a tener en cuenta. La difusión de un plato es un spoiler porque te echa a perder la sorpresa de un plato del que sólo has oído hablar o del que nadie te quería hablar, causando el mismo daño que el que te cuenta el final de una serie, libro o película y te echa a perder la fascinación y la ganas de llegar al final, aunque esto a veces no sea sustancial.

Obviamente, hay restaurantes a los que les interesa la difusión instantánea de su trabajo y que lo potencian, fichan a community managers para ello e incluso ellos mismos transmiten su tarea ya en la cocina en el momento de marchar el plato. Sin embargo, no creo que los restaurantes de la vanguardia creativa tengan que difundir su actividad al instante, pues para ellos es mejor difundir en libros, congresos, en su propia web, pues su trabajo requiere a menudo una reflexión. Si es por la foto, el restaurante ya permite descargarla en su web…

Confieso que alguna vez me he sobrepasado en la difusión de una comida, solo o en compañía, tuve el arrebato del incivismo friki, del que me estoy quitando, pero que no puedo dar ninguna garantía de que no vuelva a caer en la tentación.

Siempre nos queda el Unfollow.