El premio Veuve Clicquot a la Mejor Chef Femenina promovido por la revista Restaurant Magazine destila machismo. Es un premio que discrimina a la mujer relegándola a segunda fila

Hemos publicado en 7 Caníbales que la italiana Nadia Santini, del restaurante Dal Pescatore de Mantua, ha sido galardonada con el premio Veuve Clicquot a la Mejor Chef Femenina 2013 que concede la revista británica Restaurant Magazine. La italiana sucede así a la vasca Elena Arzak, reconocida  en 2012, y a la francesa Anne-Sophie Pic, en 2011. Yo, de haber sido ellas, lo habría rechazado, y todas lo tendrían que rechazar por ser un galardón inocente que destila machismo y relega a las mujeres a segunda fila.

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Nadia Santini en la entrega del premio a la mejor chef en 50 Best.

Es además un premio estúpido, pues el resultado de un plato no va a depender, obviamente, de los niveles de testosterona de la persona que lo ha cocinado. Me gustaría oír esta argumentación del macho alfa de turno en Londres, al recoger el objeto que lo acredita como cocinero del año. La cocina no es ninguna prueba física, de esfuerzo, de evaluación de la fuerza bruta; no me corresponde analizar las pruebas. Qué pesado, y  más triste aún, tener que argumentar estas cosas hoy en día, ¿no?

Solo por esa discriminación ya me merecen poco respeto cualquiera de los galardones que reparte cada año, porque, de antemano, ya debo de sospechar que ninguna mujer va a encabezar jamás la lista The World’s 50 Best Restaurants. Les levantaría mi desconfianza el día que, en caso de encabezar la lista una mujer, el premio Veuve Clicquot fuera para el mejor chef, cosa de la que tengo muchas dudas.

Los promotores del premio Veuve Clicquot a la mejor chef femenina discriminan. Discriminar es discriminar, elegir, marcar una diferencia, distinguir, seleccionar entre lo que quieres y lo que rechazas. Puedo temer, y temo, que algún día habrá premio para el mejor chef negro, otro para la mejor chef lesbiana o para el mejor chef gay o tal vez ya han pensado en alguna idea aún más vergonzante.

Recuerdo un artículo de Cristina Jolonch en 2011 aquí, en 7 Caníbales, sobre la nueva categoría de premio, patrocinado por Veuve Cliquot, a la mejor chef femenina del mundo. Lo comparto. Se refería a Carme Ruscalleda, que, por lo visto, renunció a su candidatura a participar en esta vejación discriminatoria. Y quiero destacar el final de Cris Jolonch: “Ruscalleda compite, como los demás, en los valores de calidad, ideas, servicio y equipo humano. Y sabe que si la señora Cliquot aún viviera, preferiría que la valoraran por su champaña que por su sexo.”

Por el bien de la credibilidad  de The World’s 50 Best Restaurants, la gente de la revista británica Restaurant Magazine debería de eliminar este premio: rebaja el conjunto por ser tan discriminatorio, a pesar de pensar que esta es la única forma de garantizar la presencia de mujeres en la lista. Por otra parte, creía que solo se votaban restaurantes. Más datos: entre los primeros cincuenta de la lista hay dos restaurantes con mujeres a la cabeza: Elena Arzak, junto a su padre Juan Mari, en el 8, y Helena Rizzo, que junto al  discípulo del Celler Daniel Redondo regenta el Mani, de Sao Paulo, en el 46. El Dal Pescatore de Nadia Santini está en el 74.

En cocina valoramos el resultado, no quien cocina. No hay más que hablar. Lo que echo en falta son más quejas.

Por ello, quiero recordar que Eugénie Brazier, Mère Brazier, fue la primera persona del mundo en acumular dos restaurantes con tres estrellas, y las obtuvo en la primera promoción de tres estrellas Michelin, en 1933. Luego vinieron más, mayoritariamente hombres, pero dicho queda.