Dos en uno - Fernando Huidobro

Aquel invernal mediodía, Fer se despertó de un salto con un hambre de la leche. Un abismal agujero en su estómago le avisaba de su imperiosa necesidad de alimentarse. Su instinto exigía satisfacerlo antes de lo que

se fríe un huevo, no había tiempo que perder en chorreras. Sus sentidos nada querían saber de sensibilidades, su coco se desentendía de cualquier estímulo exterior. Su obnubilada mente era un continuo pase de fotogramas de bodegones sin orden ni concierto: cervezas, ensaladilla rusa, tortilla de patatas y picos; espetos de sardinas y morcilla de Burgos; pan y huevos con chorizo; alubias pintas, fabes y piparras; sopas de ajo, de picadillo y vino; pollos asados, pajaritos al ajillo; lechazos y chuletones con papas fritas. Se estiró, gruñó, se rascó groseramente, meó, se enfundó la primera ropa que pilló y mientras soltaba un par de graves eructos se lanzó hacia la calle a la caza de comida.

Ese mismo día, Nando, su alter ego que siempre va con él, amaneció a mitad de mañana sinprisas. Se arropó con una rebeca de cachemira y contempló desde la ventana la bella estampa de la ciudad nevada. Sosteniendo con ambas manos un reconfortante café arábica bien caliente salió por unos momentos a la terraza y llenó sus pulmones de aire fresco. Sentía el frío pero también el tenue calor del sol en su piel. El tilla de patatas y picos; espetos de sardinas y morcilla de Burgos; pan y huevos con chorizo; alubias pintas, fabes y piparras; sopas de ajo, de picadillo y vino; pollos asados, pajaritos al ajillo; lechazos y chuletones con papas fritas. Se estiró, gruñó, se rascó groseramente, meó, se enfundó la primera ropa que pilló y mientras soltaba un par de graves eructos se lanzó hacia la calle a la caza de comida. Ese mismo día, Nando, su alter ego que siempre va con él, amaneció a mitad de mañana sin vago olor a verde y maduro del cercano mercado se confundía con el hogareño aroma de la tostada, la mantequilla y su café.

Mientras tomaba una parsimoniosa ducha, su despejada mente meditaba sensiblemente sobre su condumio ideal: ostras al cava «Roca», moshi de gorgonzola «Bulli», carpaccio vegetal «Mugaritz», tomate raf «Calima», cubalibre de foie «Poblet» y unos sticks Escribá. Un Gosset Rosé le iría bien. Tras elegir el vestuario apropiado encaminó ilusionado sus pasos hacia el almuerzo y el mediodía. Fer y Nando se fundieron de bruces en el portal. «¡Hola hermano! ¿Comemos juntos? Por supuesto», se dijeron al unísono. Y allá que nos fuimos confundidos ambos dos en uno, a coro canturreando: «Y es que yo, parapapá, amo la vida y amo el sabor, parapapá, soy un gurmán, soy un catador,… tariroriro rirorá».