¿Qué dice tu nevera sobre ti?

Redacción

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Fotógrafo y carpentero. San Antonio, Tejas. Tres personas en casa. Un alce con 12 cuernos abatido en la propiedad de la familia.

En la primera balda hay pan de pita y algo que parece carne en bandejas de poliespan. En la segunda, una bolsa de cubos de hielo. Hasta aquí, todo normal, tratándose de una nevera. Menos común es que el frío de la tercera estantería custodie a un inquilino insospechado: una serpiente. «Fue la experiencia más asombrosa de todo el proyecto», recuerda por teléfono Mark Menjivar. Se refiere a You are what you eat, como bautizó a los tres años que se pasó fotografiando 70 neveras por 23 ciudades de Estados Unidos.

«El objetivo era una galería de retratos de personas a través de sus frigoríficos», aclara Menjivar. Tequilas, naranjas, aceitunas y lechugas se convertían en indicios sobre la historia de cada sujeto. La dueña de la serpiente, por ejemplo, era una cocinera de Marathon, en Texas, que se había encontrado al animal atropellado por la carretera en medio del desierto y se lo había llevado a su casa. «Tengo una sorpresa para ti», cuenta Menjivar que le había avisado la mujer. Fue en una de las decenas de conversaciones que el fotógrafo mantenía antes de ir a casa de su interlocutor para inmortalizar su frigorífico.

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Hombre anuncio. San Antonio, Tejas. Vive solo y con unos ingresos mensuales de 432 dólares (294 euros).

Para sus heladas historias, Menjivar tenía que conocer a sus víctimas. Un problema que no tuvo con un tercio de los participantes, «amigos y colegas», según explica. Todos los demás, en cambio, eran transeúntes que sin saberlo acaban de ser escogidos por la mirada curiosa de Menjivar. «Caminaba por la calle observando a la gente. Escogía basándome en el aspecto, en algo que decían y que me llamara la atención», relata el fotógrafo. O en la falta de alternativas, como ocurrió con el único hombre que Menjivar se encontró paseando por la minúscula ciudad de Alpine.

Una vez abordado su modelo, Menjivar le explicaba las únicas dos reglas del proyecto. «Tenían que dedicarme al menos dos o tres horas», resume la primera norma el creador. Y la nevera debía salir tal y como estaba, sin que su dueño pudiera mover nada, serpientes y demás rarezas incluidas. Cuantas más fotos hacía y más personas conocía, Menjivar vio hundirse los prejuicios con los que había empezado su viaje. Descubrió que bajo cero no había axiomas y que entre botes y cervezas, 2+2 no tiene porqué sumar 4. «Un joven vestido muy a la moda podía tener el frigorífico lleno solo de verduras. Es decir, que no había constantes ni reglas infalibles», asegura el creador.

Ricos y pobres, afroamericanos y latinos, republicanos y demócratas. Las neveras de Menjivar guardan una imagen realista de Estados Unidos. «Sale gente que tiene una villa en Park Avenue en Nueva York y otros que malviven con 400 dólares (menos de 280 euros) al mes», detalla el estadounidense. También hubo sitio para las 15 cajas de comida que un exsoldado de las SS de Adolf Hitler conservaba repartidas por su hogar. «Lo encontré en un banco de comida y me contó que le capturaron al terminar la Segunda Guerra Mundial y que estuvo a punto de morir de hambre. Desde entonces se prometió que jamás la padecería», cuenta Menjivar.

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Propietario de un parque de atracciones abandonado. Alpine, Tejas. Una persona en casa. Expreso durante la segunda guerra mundial y exsoldado de las SS del régimen nazi.

La decisión del soldado encierra una de las tres enseñanzas que el artista aprendió a fuerza de abrir neveras: «Cuando ves los frigoríficos de los demás es inevitable pensar en el tuyo y en cómo comes tu. Espero que todo esto sirva para cuidarnos más y preocuparnos por lo que comemos. En EE UU hay una tasa de obesidad altísima». Así, siempre que Menjivar expone You are what you eat (lo ha hecho en 13 ciudades de EE UU) invita a alguna ONG que lucha contra el hambre para sensibilizar a los visitantes. «Si preguntas a la gente de dónde sale el tomate que está en su mesa, muchos piensan en el mercado. Nos olvidamos de la tierra, del verdadero origen», defiende el fotógrafo.

Los vegetales de su mesa en cambio nacen a pocos metros del salón. Y es que, tras su recorrido, ahora Menjivar tiene una huerta en su jardín y solo compra leche en las granjas. «Me fijo más en lo que como, mi nevera está llena de fruta», asegura. ¿Pero qué más dice su frigorífico de él? «La verdad es que no está tan limpio como debería…».