Mega operación en Borgoña

Artemis se hace con 130 hectáreas en propiedad en Borgoña y la mayor parte de los grands crus de Chablis. La guerra entre Bernard Arnault y Francois Pinault, continúa.

Óscar Caballero

|

Artemis se hace con 130 has en Borgoña y la mayor parte de los grands crus de Chablis.

Operación del siglo en alta esfera vinícola. En esa Borgoña en la que el viñedo del que sale un icono de dimensión mundial, Romanée Conti, apenas alcanza dos hectáreas, Artemis, holding de la familia Pinault (tercera fortuna de Francia) se alió con la familia Henriot, champagne del mismo nombre, para incorporar -además del champagne- Bouchard Père & Fils y sus ¡130 hectáreas en propiedad en Borgoña!, y el Domaine William Fèvre, con la mayor parte de los grands crus en Chablis, nombre mítico en el mundo de los blancos de lujo.

 

Primer dato: desplazamiento histórico en la guerra no declarada pero ininterrumpida entre Borgoña y Burdeos. Desde hace dos siglos, la culminación de una fortuna exigía comprar uno de los châteaux importantes de Burdeos. Ahora el objetivo de la riqueza urbi et orbi es la Borgoña.

Mega operación en Borgoña 0
La mansión Bouchard Père & Fils.

Y esta operación es una muesca más de otra guerra, la que libran en todos los terrenos Bernard Arnault, primera fortuna de Europa, propietario de LVMH, primera multinacional del lujo (Dior, Nina Ricci, Givenchy, Kenzo…), y François Pinault, Kering (Balenciaga, Gucci, Brioni, Boucheron…).

 

Además y ya casi personalmente, Arnault y Pinault están a cara de perro en el arte (Fundación Louis Vuittonvs Bourse de Commerce Pinault, en Paris), y compiten por la copa… de vino.

 

Arnault partía con la ventaja de lo que encontró cuando componía su multinacional, con Louis Vuitton (LV) y Moêt Hennessy (MH). Cobija por ejemplo los champagnes Dom Pérignon, Veuve Cliquot, Ruinart, Krug y vinos en Francia (Yquem), España (Numanthia), Argentina (Cheval de los Andes, Terrazas de los Andes…), entre otras riquezas líquidas. En este enfrentamiento personal, Arnault esgrime sus estrellas de Burdeos,Cheval Blanc e Yquem a los que Pinault opone el prestigio de su Château Latour.

 

Antes de esta operación gigante en la que cada uno movía fichas, Pinault detonó ya en 2017 la mayor explosión económica en Borgoña, con la adquisición de Clos de Tart (250 millones de euros), entre otras cosas porque lindaba con el Clos de Lambrays -finca vinícola desde 1365- de Arnault.

 

Precios disparados

Bicho raro en la Francia de los coupages, Borgoña solo trabaja dos uvas -exportadas por cierto al mundo entero- para sus grandes vinos: pinot noir en los tintos y chardonnay en blancos. Fragmentada en una infinidad de mini pagos, en su mayoría en manos de familias, la región vive con aprensión estas mega operaciones.

 

De acuerdo, todo transcurre entre franceses, la propiedad queda en casa y se les supone un respeto por la historia de la DO. Pero los precios disparados por la puja son un arma de doble filo que afecta las posibilidades de transmisión familiar de las propiedades pequeñas, ya que para el impuesto sucesorio serán tasadas a la luz de estas operaciones de altas finanzas.

Mega operación en Borgoña 1
El emblema de Bouchard luce en la cava.

En cualquier caso, esta copa la gana Pinault. Y significa una promoción para Frédéric Engerer, el hombre que desde hace 20 años es imagen de Latour (cliente asiduo de El Bulli, compinche de Juli Soler, a quien incluso permitió trabajar sobre una añada), propulsado director general del Domaine Artemis. Es decir, al frente de sus míticos vinos de Burdeos y Borgoña, y de ese Château Grillet que en si mismo es una DO del Ródano. Y desde ahora con mando sobre 130 has en grands crus borgoñones y algunas parcelas legendarias en Montrachet (1 ha), Chevalier Montrachet (2,5 has) o Corton Charlemagne (8 has en blanco y tinto).

 

Otro mito, la viña de l’Enfant Jésus, en la Côte d’Or, evoca el origen de Bouchard. Más que padre e hijos, tatarabuelos y choznos, porque la casa fue fundada en 1731. Seis décadas más tarde tuvo la mano izquierda política -y la derecha en la bolsa- no sólo para conservar sus propiedades, sino sobre todo para bonificarlas a base de adquirir lo que hasta entonces pertenecía a la corona.

A sus bodegas llegan uvas

de 120 DO diferentes, divididas

en 185 parcelas y 450 sub parcelas

Por ejemplo, las 3,92 has de esa viña del niño Jesús, premier cru Beaunes Grève. De hecho, la casa Bouchard, incrustada en la muralla que protegía Beaune, es aún referencia de la ciudad más vinícola de Borgoña, donde cada tercer domingo de noviembre tiene lugar desde hace siglos la legendaria subasta de los Hospices de Beaune, cita de coleccionistas, enólogos y la crema de la crítica vinícola mundial.

 

Bouchard tiene el estatuto de négociant, que son quienes compran vino a viñateros y/o tienen bajo mano parcelas de importancia y luego elaboran y embotellan los vinos. Es el caso de firmas de ámbito mundial como Louis Jadot, adonde emigró precisamente Thomas Seiter, director general de Bouchard, un par de días antes de la venta.

 

Pero justamente, Bouchard se caracteriza por su diferente manera de hacer las cosas, ya que siempre se preocupó por comprar viña y así llegó a poseer, poco a poco, esas 130 has actuales, caso único en toda la Borgoña. En el lote, 12 grands crus y 74 premiers crus. Así, también, de las 48 has de Wiliam Fèvre, en Chablis, adquiridas por Bouchard en 1988, 16 son grands crus y 12 premiers crus.

 

Otro detalle. Además del niño Jesús, Bouchard es propietario exclusivo, desde aquel revolucionario 1791, de 1,98 ha de Clos Saint Landry. Igual carácter con Clos de la Mousse (3,36 ha) o Chevalier Montrachet Grand Cru La Cabotte -menos de un tercio de hectárea, pero cotización diabólica: la botella puede costar entre 700 y 3.230 euros, lo que no sería nada (para los ricos) si bastara con tener el dinero para hacerse con una.

 

Y si doy tanto nombre es justamente para que el curioso consulte con el amigo Gogol hasta comprender que se trata de botellas milagro, porque transforman el vino en oro.

 

Tesoros embotellados

El tesoro tiene más joyas bajo tierra. Si el lector ha pisado alguna vez la mansión Bouchard habrá tenido el privilegio, tal vez, de visitar el subsuelo, donde muros de gran espesor protegen botellas que escaparon incluso a esos enamorados de la cultura francesa (cuadros de firma, grandes champagnes y vinos) que fueron los nazis.

 

Recuerdos de un Montrachet 1864, un Meursault Charmes 1846, un Vigne de l’Enfant Jésus 1865… A ese nivel ya ni se habla de precios.

 

Joseph Henriot, el hombre -fallecido ya- que en 1995 compró Bouchard y recuperó el champagne familiar a su nombre, enseñaba que si “el lujo se apoya indudablemente en la calidad de un producto, crece en dimensión cuando se añaden rareza y creatividad. Y al contrario que en la Champagne, donde a poco que se tenga el dinero las botellas existen, en Borgoña la calidad está reñida con la cantidad”.

Mega operación en Borgoña 2
Botellas históricas en la cava de Bouchard.

Jacques Dupont, uno de los más importantes críticos de vino de Francia y periodista del semanario Le Point(propiedad también de Pinault, como la casa de subastas Christie’s y antes la FNAC) ha explicado también que administrar los vinos de Bouchard “es tarea compleja: a sus bodegas llegan uvas de 120 diferentes DO, divididas para más inri en 185 parcelas y 450 subparcelas, distribuidas sobre más de 48 km, de norte a sur”.

 

Pero Engerer exulta: “hubiéramos necesitado un siglo para construir en Borgoña un patrimonio vinícola semejante”.

 

Y Artemis, que hace poco tiempo compró un champagne importante, Jaquesson, suma con esta operación el espumoso prestigio de Henriot.  En total, grandes vinos de Burdeos, Borgoña, Ródano y Champagne, en Francia, Oregon y Napa Valley en Estados Unidos. Grandes blancos, grandes tintos y grandes burbujas.

“Hubiéramos necesitado un siglo

para construir en Borgoña

un patrimonio vinícola semejante”.

Eso sí, se activan los notarios pero la gente no se mueve: en el conjunto de las nuevas propiedades siguen quienes estaban. Porque, como escribiera el filósofo y enófilo Michel Onfray, “Dios creó el agua y creó las uvas, pero el hombre hizo el vino”. En especial, conservan sus puestos los vinificadores, que dominan “el arte sutil pero esencial de comprender la complejidad de los climats (en Borgoña un equivalente de pago) y las parcelas. En total, unas cuatrocientas personas se ocuparán de los vinos de Artemis.

 

Tampoco disgustará la operación a la familia Henriot, cuyo presidente, Gilles de Larouzière-Henriot, será presidente del consejo de vigilancia de Artemis. El lujo es el espacio, pero también el tiempo: Larouzière-Henriot empezó la negociación con Engerer en diciembre 2019 y el acuerdo comenzó a concretizarse cuando conoció a Pinault, cabeza él también de una familia, durante la vendimia 2020, en Latour. Por eso, al fin, todo quedó en familia.

 

Por ejemplo, la cifra final de la transacción.  Si trascendió que para los Henriot, que participan con un 25% en Artemis, la valoración del conjunto equivale a unos 750 millones de euros.

 

¡Champagne para todos! (Bueno, seamos realistas: ponga dos copas).

NOTICIAS RELACIONADAS