Vigil, Zuccardi, Del Popolo, Bonomi: cuatro enólogos para tres vinos con 100 puntos Parker

“Los mejores son los mejores” ha comentado Luis Gutiérrez explicando por qué en los últimos cinco años, los nombres de Sebastián Zuccardi, Alejandro Vigil y Edgardo del Popolo (con David Bonomi junto a él) se pasan el trofeo de los famosos 100 puntos Parker entre ellos, o lo comparten. “Los lugares, el terruño, tiene el potencial, pero […] el factor humano es vital; es el último escalón que lo realiza o lo estropea”. En su último reporte, tres vinos argentinos han alcanzado la máxima puntuación que asigna Parker. Por su parte, los tres productores coinciden en que la tripleta de 100 puntos -resultado histórico para Argentina- es la prueba del potencial que tiene la región a la hora de crear grandes vinos.

Giovanna Abrami

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Las dos miradas no se contraponen: el vino es la suma del lugar y la mano que lo interpreta. Ningún vino extraordinario pudo realizarse sin un gran intérprete, de la misma forma que el mejor intérprete necesita un lugar con características excepcionales. Cuando uno y otro se alinean también con una añada excepcional, la viticultura puede alcanzar resultados sobresalientes. Es lo que pasó en el Valle de Uco en 2019.

Alejandro Vigil en Adrianna Vineyard
Alejandro Vigil en Adrianna Vineyard.

El talento sobra en la Argentina vinícola. En los últimos 15 años y de forma aún más intensa en la última década, el país registró un cambio de paso, tanto en la viticultura como en el trabajo de bodega, que ha dado como resultado una expresión mucho más trasparente de los lugares que componen el país, a través de vinos que muestran una fuerte identidad y un gran carácter. El cambio de paso ha sido registrado por la mirada atenta de Luis Gutiérrez, que sigue la escena argentina desde hace 10 años para The Wine Advocate.

 

El vino

Ningún vino argentino había recibido 100 puntos Parker antes de 2018. Ese año se abre la puerta con dos etiquetas firmadas por Alejandro Vigil: el Catena Zapata Adrianna Vineyard River Stones Malbec 2016, y el Gran Enemigo Gualtallary Single Vineyard Cabernet Franc 2013.

 

En 2019 le toca a un vino de Sebastián Zuccardi, el Zuccardi Finca Piedra Infinita 2016, el único latinoamericano que recibe el puntaje perfecto ese año.

 

En 2020-21, Sebastián repite el resultado con el Zuccardi Finca Piedra Infinita, Gravascal 2018, compartiendo logro con el Per Se La Craie 2018, firmado por Edgardo Del Popolo y David Bonomi.

“En ningún lugar en el mundo hay

una mirada tan profunda

y un esfuerzo tan grande

hacía el conocimiento del suelo»

En el último reporte de Luis Gutiérrez sobre Argentina, correspondiente a 2022, el crítico de Robert Parker ha calificado tres vinos argentinos como perfectos: el Gran Enemigo Gualtallary, Single Vineyard 2019, el Zuccardi Piedra Infinita, Supercal 2019, y el Per Se La Craie, 2019. Vuelven los nombres: Alejandro Vigil, Sebastián Zuccardi, Edgardo Del Popolo y David Bonomi.

 

“Los mejores son los mejores” ha explicado en su informe: “esta no es una lotería, es el resultado de mucho trabajo”. Gutiérrez subraya que “los lugares, el terruño, tiene el potencial, pero ese potencial tiene que ser realizado por alguien”. El factor humano hace la diferencia, dice Gutiérrez, que ha comparado los tres viticultores con Nadal, Federer y Djokovic.

Edgardo del Popolo y David Bonomi
Edgardo del Popolo y David Bonomi.

Mientras Gutiérrez pone énfasis en los intérpretes, estos coinciden en subrayar que los 100 puntos son para la región: “Somos un grupo de productores con una misma mirada sobre una zona específica y con un mismo objetivo: trabajar en conjunto, crecer como región: apostamos por la zona, más que por las personas”, explica Edgardo del Popolo. “El valor más importante de los 100 puntos va al territorio, no es importante para quién son. En el vino ningún productor solo puede hacer el nombre de una región: el hecho que alguien del nivel de prestigio y reconocimiento de Luis Gutiérrez reconozca el máximo valor a vinos de la región, nos ayuda a contar lo que sabemos y lo que estamos haciendo”, detalla Sebastián Zuccardi.

 

Lo que saben Sebastián, Edgardo y Alejandro es que las mejores zonas del Valle de Uco -Gualtallary, Altamira, San Pablo- no tienen nada a que envidiar, por las condiciones y la complejidad de los suelos, a las mejores regiones de la viticultura mundial. David Bonomi y Edy (Edgardo) Del Popolo, explicando las características del sitio que cultivan en Gualtallary, llegan a hablar del talento que tiene el lugar por sí mismo (per se en latín, de ahí el nombre de su proyecto): “Lo mejor que podemos hacer como viticultores es conservar esta especie de magia, para poderla expresar en el vino. Si sale bien, es gracias al lugar, y si sale mal, la culpa es nuestra”.

 

El lugar 

Mendoza es un desierto de altura, esto significa tener una calidad lumínica excepcional (por la falta de humedad y la altura) combinada con temperaturas frescas. Condiciones únicas en algún punto: las zonas del mundo que comparten con Mendoza una exposición solar de esa calidad, suelen ser muy calurosas, mientras las zonas frescas sueles ser muy lluviosas y nubladas.

 

El Valle de Uco, la región de donde han salido hasta ahora todos los 100 puntos en la historia del país, está al sur oeste de la ciudad de Mendoza. Al estar más pegada a la Cordillera, tiene más altura y temperaturas más frescas. Su origen aluvional determina la extrema heterogeneidad de unos suelos complejos, muy variados, donde se pueden encontrar granito y carbonato de calcio al mismo tiempo, y se puede pasar de una era geológica a otra en pocos metros. Los viticultores fueron descubriendo progresivamente esa complejidad, y la siguen explorando a través de un estudio profundo del perfil de los suelos. Este enfoque ha cambiado el estilo de la viticultura y de la enología de la región.

Todos los 100 puntos

en la historia de Argentina

han salido de El Valle de Uco.

Si en un primer momento los productores se fueron acercando a la Cordillera en busca de mayor altura y frescura, muy pronto se han dado cuenta de esta composición tan diversa: “Hemos ido muy rápidos con el conocimiento del suelo: hemos avanzado a paso firme en el entendimiento de nuestros terruños y hoy hay un grupo de productores que ha permitido llegar a obtener logros que hace tiempo creo que nuestra viticultura merecía tener. En menos de dos décadas generamos un entendimiento de las interacciones del viñedo con el suelo (y con el clima) que nos permite extrapolar lo que le pasa a la planta en ese lugar, en el vino” nos ha contado Edy Del Popolo. Según él, “en ningún lugar en el mundo hay una mirada tan profunda y un esfuerzo tan grande hacía el conocimiento profundo del suelo”.

 

Los viñedos del Valle de Uco están hoy constelados por calicatas que permiten estudiar el perfil de los suelos y plantar según este conocimiento. El paisaje vitivinícola se ha ido redibujando: “Los nuevos viñedos son plantados de forma diferente respecto a los viejos” indica Gutiérrez en su informe. “No hay más lotes regulares, la mayoría de los productores que hacen alta calidad conducen estudios de los suelos y plantan siguiendo ese perfil”.

Zuccardi Finca Piedra Infinita Supercal 2019, la Finca Piedra Infinita y, a la derecha el suelo en que crecen las raices del vinedo, supercalcareo.
Zuccardi Finca Piedra Infinita Supercal 2019. La viña, el vino y el suelo supercalcáreo con las raíces de la viña.

Esta mirada constante para expresar el lugar ha lleva a la creación de nuevas Indicaciones Geográficas, cada vez más pequeñas y más precisas.

 

Mucho estudio y mucho trabajo para conocer, clasificar, dividir, expresar un sitio especifico: “Todo entendemos la importancia de entender nuestros lugares, de clasificarlos, de dividirlos, de dar origen a lo que hacemos. Hoy pasamos mucho más tiempo en el viñedo que en la bodega” nos dijo Sebastián. Objetivo: trasformar la enorme heterogeneidad de estos suelos en diversidad y poderla así expresar en los vinos.

 

La añada 

“Los excesos tienden a borrar la huella de la añada, el varietal y el suelo, y a homogeneizar los vinos” ha comentado Luis Gutiérrez a 7Canibales. “Al ir quitando capas, según se moderan los excesos, sale el carácter de estas cosas”.

 

Uno de los factores de los que habla Gutiérrez es la añada. “Las practicas vitícolas en el viñedo y en la bodega llevaban a una homologación: se cosechaba tarde, se extraía mucho, se usaba mucha madera nueva”, nos explica Vigil, “todo eso tapaba lugar y añada; cada zona necesita un manejo diferente del viñedo y una vinificación diferente. Antes, las diferencias entre añadas se reducían a más o menos alcohol, o más o menos color”.

El Enemigo Gran Enemigo Gualtallary Single Vineyard 2019 y el vinedo de donde viene.
Gran Enemigo Gualtallary Single Vineyard 2019 y el vinedo donde nace.

Dejadas a un lado las prácticas homologadas y los excesos en nombre de una mayor identidad, la añada se puede expresar hoy en los vinos (junto con la cepa, el lugar y la mano de quien los interpreta). Los tres vinos comparten la añada 2019, definida por los productores como la mejor de los últimos treinta años. Fresca y seca, con excelentes oscilaciones térmicas, ha permitidos una maduración lenta de la uva, buenas condiciones fitosanitarias, contenido moderado de alcohol y excelente acidez.

 

Vinos del Viejo Mundo en el Nuevo Mundo 

Se repite el lugar, se repite la añada y se repiten los intérpretes. Como dijo Ale Vigil, “ya no es casualidad”. “En Mendoza cultivamos vinos desde hace cinco siglos; esto conlleva a un conocimiento profundo de la región que vamos aplicando a la exploración de nuevas zonas” insistió.

 

Lo que pone Argentina en una liga aparte es justamente la historia de la viticultura del país y de esta región en particular: Vigil, Zuccardi y Del Popolo protestan cuando ven clasificar sus vinos entre los del Nuevo Mundo.  “La viticultura acá es completamente diferente y se parece más al Viejo Mundo” subrayaba Sebastián en una entrevista recientemente publicada en 7Caníbales. “Nosotros tuvimos una inmigración y esa inmigración, española e italiana, mayoritariamente, trajo el vino por cultura. Trajo el vino porque la gente tomaba vino y empezó a cultivar viñedos para poder mantener ese uso”.

 

¿Y el futuro? 

“Creo que todo lo que viene va a ser bueno. Estamos en un momento altísimo”, nos dijo Sebastián. “Las cosas gruesas ya están. Ahora hay que seguir trabajando en cuestiones que tienen a que ver con la regionalidad, con que tenemos que dividir Gualtallary y San Pablo (el trabajo de fragmentación de las IG. NdA), y después tiene a que ver con la búsqueda individual de cada productor en el estilo de vinos que quiere hacer”.

“El vino nace en el viñedo

y es la genuina expresión

del lugar que habita»

“Soy optimista”, decía Edy, “porque se vienen desarrollando generaciones de viticultores jóvenes que parten desde un escalón más alto del que nos tocó partir a nosotros, lo que confirmará que Argentina tiene grandes sitios y una viticultura privilegiada que le permite hacer vinos de clase mundial”.

 

Sabemos que los grandes vinos no son replicables, porque el pedacito de tierra en el que se han cultivado y la mano que lo ha interpretado no son reemplazables. Cuando el lugar que se interpreta posee características excepcionales, cuando también lo es el talento de quien lo expresa y cuando la naturaleza se alinea con una añada perfecta, entonces todo confluye para que nazcan vinos fuera de lo común.

 

El conocimiento profundo de los suelos es solamente una parte de la historia. Edy Del Popolo nos recuerda que el vino te eleva: impulsa tu espíritu y tu mirada hacía el cielo.

Per Se La Craie 2019 (la craie significa caliza en francés). A la izquierda Edy ensenandonos una de las piedras que se encuentran en el suelo en el Monasterio, en Gualtallary.
Per Se La Craie 2019. A la izquierda, na de las piedras del suelo en el Monasterio, en Gualtallary.

Si caminas con estos viticultores por sus viñedos, te enseñarán el suelo, se meterán en calicatas y levantarán piedras del terreno para mostrártelas, pero los encontrarás mirando al horizonte a cada rato, al cielo (y a la montaña), en un esfuerzo constante para encontrar la forma de mejorar y mejorarse, y para fomentar ese equilibrio entre suelo, plantas, microorganismos, sol, viento, agua, vegetación y hombre, que nos regala vinos espectaculares.

 

“Se dice que los poetas no inventan poemas, sino que ya existen en alguna parte y el poeta sólo los descubre”, escribe Sebastián Zuccardi en la introducción al poema Piedra Infinita, del poeta mendocino Jorge Enrique Ramponi. “El vino, de la misma manera, nace en el viñedo y es la genuina expresión del lugar que habita. Es nuestro compromiso lograr la menor intervención para que esas uvas se expresen. El vino es una explosión de identidad, de aquello que converge en su creación, de clima, del suelo, de la región y de las personas involucradas”.

Los tres 100 argentinos de 2019, según Luis Gutiérrez

Los tres 100 puntos Parker 2019

 

Per Se, La Craie 2019. “Me enamoré de La Craie 2019 ni bien puse mi nariz en la copa […] su nariz es sutil, elegante, armoniosa, etérea, a pesar de sus 14.5% de alcohol. Viene de la ladera expuesta a Sur, la exposición más fresca en el hemisferio Sur, y es una co-fermentación de Malbec y Cabernet Franc […] Es perfumado y floral, con la frescura de una floresta, notas de grafito y calidad etérea, no solamente en la nariz sino también al paladar, donde es de medio cuerpo y muestra taninos ultra finos, elegantes y de granos finos”.

 

Zuccardi Finca Piedra Infinita, Supercal 2019. “El nivel de los Malbec de la finca Piedra Infinta es tan alto que es difícil decidir, pero el coup de coeur es el Finca Piedra Infinita Supercal 2019, el embotellado de una sola parcela con el suelo menos profundo y con muchas piedras cubiertas de carbonato de calcio (de ahí el nombre: súper calcáreo). En un año más fresco como 2019, el vino ha alcanzado un nivel de precisión, austeridad, elegancia y equilibrio que son asombrosos. El vino flota en la boca, con un carácter etéreo pero con el peso y la potencia del lugar. El vino es fresco y jugoso, con un twist salino en el final”.

 

Gran Enemigo Gualtallary Single Vineyard 2019. “Increíblemente sutil, elegante y austero, me hace acordar de una gran añada de Lafleur, mi Bordeaux favorito, siendo esta una de las añadas más fins de este single vienyard blend de Cabernet Franc, con un 15% de Malbec. Se abre muy lentamente en la copa y muestra capas y capas de aromas, pero todo de una forma muy sutil. Tiene un gran balance y una sensación muy sedosa en la boca, con taninos refinados y elegantes  y un final largo y seco, con una sensación yesosa y salada, y ningún espacio para algún dulzor; tiene más que ver con hierbas, flores y rocas que ningún otro”.