Mexicanos

Carlos Maribona

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Primero fueron los restaurantes asiáticos, luego los peruanos. Y ahora es el turno de los mexicanos.

 

Al menos en Madrid y en Barcelona. Algo tendrá que ver el desembarco de grandes inversores del país azteca, especialmente en la capital. Ahí tienen como perfecto ejemplo la compra por parte del mexicano Manuel González del palacio Saldaña, palacete francés construido en 1903 y situado en la calle de José Ortega y Gasset, en plena Milla de Oro.

 

Las cifras marean. Cincuenta millones de euros entre la compra del edificio de cuatro plantas, mil metros cuadrados y jardines, y su rehabilitación para convertirlo en un macro restaurante con distintos espacios y que responde al nombre de Abya. Al frente de la parte gastronómica un veterano cocinero, Aurelio Morales, formado junto a Paco Pérez en Miramar y que hasta el año pasado lució una estrella en el madrileño Cebo. Abya, con el lujo, a veces excesivo, por bandera, no es en realidad un restaurante de cocina mexicana, aunque en su carta hay guiños como el aguacate tatemado o los tacos de lubina o de secreto ibérico.

 

Sí lo son otros que llegan con despliegue económico y que no dan la talla culinaria. Uno de los más importantes cocineros mexicanos del momento me decía recientemente que para él era desolador ver el ínfimo nivel de los restaurantes de su país en España. La verdad es que algo parecido nos pasa a los españoles con los ‘representantes’ de nuestra cocina en tantos lugares.

 

Pese a todo hay comedores muy dignos donde sumergirse en una de las mejores (creo que junto a la china) cocinas del mundo. En Barcelona tienen Come, del chef Paco Méndez, que ahora vuela en solitario tras unos años en El Barri de Albert Adrià al frente de Hoja Santa y Niño Viejo. Y tienen Oaxaca, dirigido por Joan Bagur, cocinero catalán que ha vivido muchos años en México, o Tlaxcal, una taquería de nivel.

 

En Madrid, Barracuda (con su sucursal Mantarraya en Marbella), de Roberto Ruiz, el primer cocinero mexicano que logró una estrella en Europa con Punto MX, que ya tiene casi listo un nuevo espacio que dará mucho que hablar. Me gustan mucho también Puntarena, en la Casa de México, y su recién abierta sucursal Ticuí; el histórico Entre Suspiro y Suspiro, pionero en traer la mejor cocina de allá, o taquerías muy modestas pero que no defraudan como Mi Ciudad.

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