Michelin y el conejo blanco

Tribuna

White Rabbit en homenaje a Alicia en el País de las Maravillas. Y desde luego es una maravilla que ocupe el puesto 25 en la lista de los 50 Best Restaurants, en la que incluso llegó a estar decimotercero. Un motivo más para desconfiar de esta mediática clasificación mundial, por mucho que incluya a dos españoles entre los cinco primeros. La semana pasada estuve en Moscú para asistir al estreno de una nueva guía Michelin, dedicada a la capital de Rusia. Y tuve ocasión de cenar en ese White Rabbit.

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Reconozco que el espacio, en una planta 16, con vistas de 360 grados sobre Moscú, puede justificar la visita, pero poco más. La recargada y hortera decoración que encandila a los nuevos ricos rusos y una decepcionante cocina no justifican esa posición. Más de dos centenares de restaurantes españoles, y me quedo muy corto, tienen un nivel gastronómico superior al de este Conejo Blanco que no pasa de ser una ilusión. Cenaba con tres destacados colegas franceses y ninguno de ellos daba crédito mientras se sucedían los platos en la mesa. Dulzones, con mezclas a veces disparatadas, bien cargados, eso sí, de productos caros. Apenas dos o tres cosas de las muchas que probamos tenían el nivel que cabe esperar de un restaurante tan galardonado.

Los tres periodistas galos y yo conversábamos en la sobremesa sobre las estrellas que Michelin le concedería en la guía que iba a ser presentada al día siguiente. La mayoría coincidíamos en que no le daríamos ninguna, pero que lo más probable, ante la escasez de restaurantes de verdadero nivel en Moscú, es que le cayera una.

Y así fue. Cuando en la gala de presentación, el director mundial de Guías Michelin, Gwendall Poullenec, anunciaba las estrellas, el baño de humildad para White Rabbit fue importante. La guía roja sólo le concedía, como a otros seis establecimientos, una estrella. Y situaba, con dos estrellas, a un par de restaurantes por encima. Uno Artest. El otro, gran triunfador de la gala, Twins Garden, de los hermanos Berezutskyi, que lograban además la estrella verde y el premio a la mejor sala.

Qué quieren que les diga, me fío más de la solidez de Michelin, por mucho que algunos opinen que está en declive, que de estas nuevas listas mundiales que son, casi siempre y por bien que nos vaya en ellas, puro humo.