Oído cocina: una de niños

Cuando nuestra hija Paula iba a la guardería -hace ya 14 años- le comentamos a la ‘señorita’ que nosotros nos dedicábamos a esto de la cocina, que teníamos un restaurante y que, si algún día lo veía oportuno, estábamos dispuestos a hacer un juego ‘culinario sensorial’ con los peques: dulce, salado, ácido, amargo, texturas… En definitiva, que estaríamos encantados de cooperar con ella. Así empezó un casi obligado y feliz camino de colaboración por las escuelas de nuestros tres hijos. Unos años maravillosos, durante los cuales, nosotros sólo hemos planteado temas y empleado cinco o seis horas al año por colegio.

Nuestro último hijo, Tomás, tiene cuatro años recién cumplidos. Y en su colegio llevan a cabo un trabajo muy interesante. A principio de curso, los niños escogen un tema -que votan democráticamente- y lo van desarrollando hasta que éste termina. Este año, los de segundo han escogido como tema un restaurante. Y como quién no quiere la cosa, van aprendiendo a sumar y a restar, a comprar y a vender, a decorarlo, a estructurarlo, etcétera, etcétera.

Repasando la educación de nuestras dos hijas mayores, nos ha llamado la atención la empatía que tienen los niños con la cocina y con la figura del cocinero comparado con 15 años atrás. La cocina ha evolucionado tanto y se ha dignificado tanto que da gusto ser cocinero -oficio del cual, por cierto, siempre me he enorgullecido. Pero nos queda pendiente echar una mano a los padres con la educación de los pequeños respecto a la comida.

Nuestra experiencia de años nos dice que muchos padres y madres enseñan a sus hijos a comer bien, a conocer lo que comen, los llevan al mercado los sábados, les dejan ayudar en la cocina… Por desgracia, aún existen muchos niños que piensan que el pescado tiene forma cuadrada y que es crujiente -me da, que algún padre también lo cree…

Es triste que las autoridades no inviertan o inviertan tan poco en este campo -si es que se invierte, que no lo sé. Es básico hacer deporte, aprender música, desarrollar la mente… pero si no nos preocupamos por la alimentación acabaremos como en los Estados Unidos donde el sándwich preferido de los niños es… ¡el de ketchup!

Con el mercado, las raíces culinarias y la cultura mediterránea que tenemos ¡sería tan fácil Es más necesario explicar a los niños la vida de un tomate y lo beneficioso que es para el cuerpo que cualquier fórmula cuántica que difícilmente utilizará en su vida. Y si la administración no se ocupa de este asunto, tendremos que ser nosotros los que hagamos el esfuerzo de transmitir, ¿no? Y ya que estamos, luchemos para que los cáterings oferten platos diferentes, sin miedo. No hay que dejarse llevar por la vida fácil del ‘pollo con patatas’ y los macarrones.

De todas formas, a nivel general debemos felicitarnos porque, gracias a todos, -y en especial a los STARS- la cocina está en un nivel muy alto. Sin olvidar el trabajo que está haciendo la prensa, organizando y cubriendo acciones como la primera edición de la exitosa ‘Mercats de Mercats’ de Barcelona.

El panorama culinario dista mucho de como estaba hace 20 años. Cuando mi mujer le dijo a su abuela que salía con un cocinero, ésta le contestó: “Se tornará SUCIO, GORDO Y BORRACHO. Búscate un abogado o algo así.”

El mundo de la cocina ha cambiado en poco tiempo y tenemos la obligación de CUIDARLO Y TRANSMITIRLO.

Cuando nos va bien, mi mujer, Nuri, y yo llamamos a la ‘profe’ y nos pasamos media horita por el ‘cole’. Un día cogemos una nevera de playa llena de pescados diferentes, otro día llevamos plantas aromáticas, y un tercero, aceites de sabores para que los huelan. La verdad es que es muy reconfortante. Invertir en los pequeños es hacerlo en el futuro. Y el amor por la comida y la gastronomía es un muy buen legado.

¿Se lo vamos a negar?