Albert Raurich: ¿De verdad me están diciendo que nosotros somos el problema?

David Salvador

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Hablamos con Albert Raurich (Dos Palillos* y Dos Pebrots, Barcelona), horas después de que la Generalitat haya anunciado el cierre durante 15 días de todos los locales de restauración. Ha sido la gota que ha colmado el vaso de un restaurador que no entiende, como muchos, las medidas “erráticas” de todos los gobiernos, y “la poca sensibilidad” que muestran por el colectivo señalado cuando “no somos culpables”. Reconoce que los de Contabilidad le han aconsejado que se declare en quiebra. “Así me iría y montaría un chiringuito en Cadaqués sin empleados y sin generar tanta riqueza. Es lo que están consiguiendo”. “¿Por qué somos el país que peor vamos? Porque nos lo merecemos”. Raurich desencadenado.

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Te acaban de cerrar los negocios al menos 15 días.

Es una medida desproporcionada. Nos están vendiendo la película de que somos los malos y no es así. La restauración es uno de los lugares más seguros, donde se toman más medidas de precaución, por lo que ha pasado ya no hoy sino últimamente me parece injusto. Ya no es cerrar 15 días, que puede ser la muerte para muchos, es el mensaje que se envía, el de que la restauración somos los malos de la película. No es así. Nos están empujando al precipicio.

He escuchado todo lo que han dicho y se me caía la cara de vergüenza. No tienen referencias de gente que se ha infectado en nuestros establecimientos, pero que toman esta medida como medida preventiva para evitar relaciones sociales. Sinceramente, es una respuesta vacía, como la propia medida. Entiendo que en los bares se pueden producir más encuentros sociales, pero no en los restaurantes. La mayoría de nuestras mesas son de dos. Por ello, es una medida desproporcionada, sin justificación alguna. No tienen ni idea.

¿Qué les hubieras dicho a los gobernantes para evitar esta medida?

Muy fácil: si tienes sospechas que algo se hace mal en la restauración, que la Policía actúe y multe. Lo que tendrían que hacer también, por ejemplo, es obligar a las fábricas a que no abrieran a las 08h para evitar colapsos, o pedir a los colegios que abrieran por las tardes, o las universidades en horario nocturno. Tenemos 24 horas para repartir a la gente por la calle. Decir que el problema es de los restaurantes es no tener ni idea. Es legislar por legislar. Ahora, la gente socializará en otros sitios menos controlados. ¿Cómo lo van a controlar? Lo fácil es cerrarnos, cuando a nosotros es más fácil que nos inspeccionen.

Pero sí son medidas, las de los cierres, que han aplicado otros países.

Es verdad que algunos países lo han hecho, pero son países que sí que cumplirán las medidas a rajatabla. Aquí, habrá gente que siga socializando porque somos así, porque somos mediterráneos, por lo que no creo que ésta sea una medida adecuada. Si socializas en un restaurante, apelas a la responsabilidad individual y del hostelero y haces controles para que todo se cumpla -con multas- creo que es más fácil de controlar.

Y, por cierto, esto no va a durar 15 días.

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Abierto en canal, decepcionado, cansado y cabreado, Raurich ya no tiene pelos en la lengua. “Ya vale”, comenta cada poco.

Incluso te reconozco que desde Contabilidad me recomiendan que cierre todo, que liquide contratos y me quede como en stand-by y sin personal. Que haga una quiebra. Nos empujan a ello. De momento, ¿qué hago con el producto que tenía en Dos Pebrots? ¿Me lo como todo? Es de pandereta.

Como si la Generalitat no hubiera echado el cierre a los restaurantes hoy, tú querías abrir Dos Palillos esta semana…

Era nuestra voluntad. El corazón me dice que sí, que abriera, también las ganas, pero Contabilidad me decía que estaba perdiendo 8.000€ cada mes cerrado. Si abría, pasaría a perder 4.000. Me lo había planteado, pero tampoco lo veía. Tengo una barra que se quedaba en ocho plazas y, sin turistas, tampoco podía optar al doble turno. No podía abrir, porque no confiaba en nadie, y podía pasar lo que ahora ha pasado.

Encima, el Gobierno había hecho entender que los hoteles no podían abrir porque no hay turistas, pero que si no lo hacíamos los restaurantes era porque no queríamos. Así que tenemos que pagar la Seguridad Social de los trabajadores. Mis gastos se incrementaban en casi 10.000. Así es imposible.

Con esta medida todo se agrava. Igualmente, cuando se levante, ¿qué pedirías al Gobierno?

Un poco más de sensibilidad, y que nos devolvieran el IVA del año pasado. No a cambio de nada, sino para poder reinventarnos y mantener los puestos de trabajo. El año pasado pude recaudar para el Estado unos 300.000€ dando trabajo a una treintena de personas. Estaba generando riqueza, y encima era recaudador de impuestos. Así que pediría que mirasen con mejores ojos a este pequeño empresario, y a todos mis colegas. Lo que no puede ser es que nos dejen de lado y que digan que no abríamos porque no queríamos. Venga hombre.

Sí que han establecido algunas ayudas…

¿Ayudas? ¿Que nos ofrezcan ICO son ayudas? Es una broma. Tengo 50 años y he trabajado toda mi vida como un loco. Invertí en Dos Palillos (inversión recuperada recientemente) y en Dos Pebrots (1 millón de euros aún no recuperados), y ahora me dicen que tengo que pedir otro crédito para sobrevivir. Una broma. La verdad es que me entran ganas de sacarme el delantal, bajar las persianas e irme a Cadaqués a montar un chiringuito de pescados a la brasa y ensaladas. Y con cero trabajadores. Mi responsabilidad estará al nivel de la responsabilidad del Gobierno.

Siendo abogado del diablo, todo esto es por un virus al que debemos vencer con sacrificios. Descartando la medida “desproporcionada” de hoy, ¿entendías la de la reducción de aforo?

Esa es otra. Lo hablamos esta semana pasada en San Sebastian Gastronomika. ¿Qué son las barras? En las barras se amontona la gente, dicen. Claro, en las mesas no. El restaurador marca las distancias entre mesas pero después la gente se sienta y las va llenando y moviendo hasta estar a menos de 50 centímetros. En Dos Palillos puedo delimitar perfectamente qué taburetes se pueden utilizar, pero como es una barra esta gente dice que no puedo. Pues a partir de ahora ya no se llama barra asiática. A partir de ahora se llama “mesa rectangular vacía por dentro alrededor de una cocina”.

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A grandes males, grandes remedios.

Una barra de bar no tiene nada que ver con una barra como la mía. Quien ha redactado esa ley, ¿sabe cuántas barras hay y qué uso tienen? Hay barras con taburetes, sin; con sillas, sin, barras bajas, barras altas… ¿Una mesa alta sí que puede pero una barra no? No tiene sentido. Así que hecha la ley, hecha la trampa, siempre respetando el metro y medio y las medidas de seguridad, pero no voy a ser yo el tonto.

Entiendo que es difícil que los legisladores legislen para cada tipo de negocio.

No. Lo que es imposible es poner normas sin pensar. Quien legisla tiene que saber lo que legisla.

En Dos Palillos tienes terraza.

Podría abrirla, pero ¿abro un restaurante solo por la terraza y para estar a la expectativa de si llueve o hace mal tiempo? No lo veo. Además, tengo un problema añadido. El Ayuntamiento de Barcelona ha convertido a este distrito (Ciutat Vella) y a este barrio (Raval) en una selva. De día, vamos tirando, pero de noche esto da miedo. La gente de Barcelona no baja aquí, que es el público del que ahora viven mis colegas. El Raval es un desastre de barrio estos últimos cuatro años, y la gente no quiere bajar.

El Ayuntamiento de Barcelona aprobó en junio el Plan de Reactivación del Comercio y la Restauración, con reducción y eliminación de la tasa de terrazas o ayudas para incentivar la rebaja de alquileres comerciales.

Es verdad, pero te explico. Cada año pagaba por la terraza 1.200€. Hace poco me llegó una factura de 3.800. Así, sin más. Este año no he abierto la terraza ni un día, pero ellos han hecho sus cálculos y me dicen que me devuelven 1.800 de los 3.800€ que me tocaría pagar. Muy bien. Así que tengo que pagar 2.000€ por no haber abierto ni un día. A ellos les da igual si estás abierto o no. Ya tienen su medalla por haber bajado tasas. Es una broma.

Otro ejemplo relacionado con el Ayuntamiento: estamos en calle Elisabets, una de las más transitadas del centro de Barcelona. Calle muy bonita pero también una de las más sucias de la ciudad. Para embellecerla y evitar colillas en el suelo, puse cuatro pequeñas plantas y un cenicero súper pequeño a la entrada del restaurante. Me multaron. Recurrí la multa y hace dos semanas me llegó la resolución: No aceptan mi recurso y tengo que pagar 1.000€. Es vergonzoso. Tengo el restaurante cerrado, estamos sufriendo todos ¿y me llega una multa de 1.000€ por dos plantas? Es vergonzoso.

Falta de sensibilidad…

No multan a los que mean en las calles o a los que tiran la basura fuera de los contenedores; nos multas a nosotros. Tenemos un Consistorio que no sabe gobernar, que no hace bien las cosas (lo más suave que dijo).

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El sector de la restauración parece el chivo expiatorio, hoy más que nunca, cuando en teoría “el problema no es el lugar, no son los bares o restaurantes; el problema es de concienciación individual”, como nos comentaba el doctor Roberto Carlos Güerri en julio. ¿Contradictorio?

Totalmente. Además, ¿sabes el control higiénico que tenemos los restaurantes? Yo tengo una inspección sanitaria cada año. Tenemos unas medidas higiénicas increíbles. ¿De verdad me estáis diciendo que nosotros somos el problema? ¿Y querías abrir las discotecas? Estáis mal. O con los aviones. Te pasas una hora con cuatro personas a tu alrededor y en mi restaurante la más cercana la puedes tener a dos metros. ¿Por qué lo hacen? Para salvar a la aviación en este caso. Los aviones no pueden parar, el transporte público tampoco, pero sí los restaurantes.

Si Nissan cierra, se monta una rebelión porque dejan a 3.000 personas en la calle. Si la hostelería tiene que cerrar –los 60.000 negocios al menos que calcula que no sobrevivan a esta pandemia Hostelería de España-, ¿qué debemos hacer?

Como obviamente no tengo la respuesta, cambio de tercio. Te he oído decir que sí que toca reinventarse.

No es reinventarse, es acomodarse a la situación para seguir ofreciendo un servicio. Si el Estado me devolviera el IVA pagado el curso anterior, me comprometería a reincorporar al personal, que es lo que más quiero, y a buscar una solución para seguir trabajando. Mi negocio tal como estaba pensado ahora no funciona, por lo que me tengo que reinventar, y eso cuesta dinero.

Otra buena en este aspecto: Ahora están recomendando el take away. ¿Dónde están los registros sanitarios de esas empresas? Pocas lo tienen. El Estado está recomendando una acción ilegal. Vivimos en un país de pandereta, y las soluciones y las normas son de pandereta. ¿Por qué somos el país que vamos peor? Porque nos lo merecemos. Es muy triste.