Asomarse al día siguiente de la gala de la guía Michelin a Faralá, el único restaurante de Granada reconocido con una ansiada estrella Michelin, era entrar en un vórtice de llamadas de teléfono, alertas, consultas y, por supuesto, reservas. “Llevamos 180 reservas en menos de 24 horas”, decía Antonio Outeda, dueño del restaurante.
La de Granada ha sido una estrella perseguida, soñada y esquiva durante años. Finalmente, guía francesa ha decidido destacar con ella el buen hacer de la cocinera Cristina Jiménez, de 33 años, y los tres menús que ofrece un establecimiento que también destacada por su programación de flamenco, de altísima calidad. Bajo el mismo techo está, además, El Quejío Wine Bar, un selecto bar de vinos donde los platos de Cristina Jiménez y el conocimiento de la sumiller Lidia Outeda también brillan.

Cristina Jiménez y Lidia Outeda recibieron la preciada invitación y acudieron a la gala de Málaga con la discreción requerida por los organizadores. Nada más empezar el reparto, saltó el nombre de Faralá. Cristina fue la segunda cocinera de la noche en subir a recoger su estrella, no sin antes recibir el abrazo de su compañera. Al finalizar, confesaron que estaban “súper emocionadas, nerviosas y felices de que Granada capital brille y que lo haga de la mano de dos mujeres”. “De eso nos sentimos súper orgullosas, la verdad”, añadían. “Sabemos que ahora vienen tiempos difíciles, que el trabajo va a tener un perfil más alto, pero ahí estamos para seguir trabajando y disfrutando de la gastronomía. Esto es de todo el equipo, aunque seamos nosotras quienes hayamos venido a recoger el premio”.
La pregunta, 24 horas después, es inevitable: ¿Ha cambiado algo la consecución de la estrella? ¿Cómo se siente el equipo? Las responsables, Cristina Jiménez y Lidia Outeda, aseguran que se sienten tranquilas y confiadas, pero también reconocen sentir vértigo. “Tenemos claro que la estrella ha llegado gracias a un trabajo bien hecho a lo largo de años. Un trabajo constante y en progresión continua, en un proceso de mejora constante, pero siempre hay matices y detalles. Ahí es donde tenemos que seguir incidiendo. En cocina y en producto, pero también en elaboraciones, en sala y en servicio; en vajilla y en cristalería, en atención, en bodega y hasta en las minutas”, enumeran.

¿Qué supondrá esta estrella para Granada? “De entrada, es un reconocimiento a lo bien que se están haciendo las cosas desde hace unos seis años para acá”, responde Antonio Outeda, quien tiene claro que el reconocimiento será un revulsivo que permitirá abrir otras puertas. “Esta es la primera de más estrellas para otros restaurantes que no tardarán en llegar”, aventura.
Volvemos al principio. ¿Cómo están viviendo estas primeras horas? “Es algo increíble”, explica Antonio: “Desde dentro, incluso siendo parte del sector, creo que no somos conscientes de la importancia que se le concede a la estrella Michelin. Esta mañana en la cafetería, todo eran felicitaciones efusivas y abrazos. Y lo mismo con la gente con la que nos hemos cruzado por la calle. Increíble”.
Una singularidad de Faralá es que se trata de una propuesta gastronómica nacida en un local consagrado al flamenco. De hecho, el nombre de Faralá es una evolución de la palabra ‘faralaes’. Tampoco es casualidad que el concepto que define al local se concentre en tres palabras que son toda una declaración de intenciones: ‘tradición, emoción y cultura’. Una cocina conectada y comprometida con la tierra. “En la provincia de Granada tenemos recursos infinitos. Lo que tenemos que hacer es ponerlos en valor”, comenta Antonio Outeda.
Cristina Jiménez entiende esa despensa porque se crió en ella. “Soy de Granada, aunque buena parte de mi carrera en la cocina la he hecho en Girona, cuatro años a las órdenes de Javier Cabrera, y en Palma de Mallorca, donde a lo largo de cinco años pude formarme en una parte que se ve menos, pero también es importante: la gestión. En Faralá llevo desde 2019, y al frente de la cocina, un año”, dice.

De Granada hablan los menús de Faralá. “Prácticamente el 100% del producto de nuestros tres menús; Alborán, La Magia del Albaicín y Susurros del Sacromonte; es de Granada. Parto de un producto de calidad excelsa y lo que busco es conseguir el mejor sabor con él sin ceñirme a ningún corsé”, explica, mientras su equipo va preparando los boquerones, las quisquillas o la gamba roja que llegarán a las mesas unas horas después.
Lo mismo con los vinos. “Trabajamos referencias de nacionales, andaluzas, y por supuesto, las granadinas de mayor calidad, porque la gran apuesta es la tierra, aunque en la carta hacemos sitio también a bodegas internacionales”, explica Lidia Outeda, quien se confiesa una enamorada de la sala. “Desde pequeña supe que me quería dedicar a algo que implicara tratar a la gente, y en la sala de Faralá, donde somos todas mujeres, damos mucha importancia a conseguir que la gente se sienta a gusto, por encima de cualquier otra cosa”.
¿Es importante la ubicación de Faralá en el corazón del centro histórico? “Indudablemente. La Cuesta de Gomérez es parte del corazón de Granada”, explica Antonio Outeda, y añade: “No por casualidad decimos que estamos a los pies de la Alhambra. Esta es una calle muy especial, y más que debería serlo. Tenemos la Puerta de las Granadas, que abre paso a los bosques, y estamos rodeados de creatividad, con los maestros guitarreros y galerías de arte como El Silo Eléctrico. Es una de las calles más importantes de Granada”, concluye. Esa interacción entre gastronomía y cultura es otro de los valores que, según Outeda, puede sumar enteros en la candidatura de Granada a Capital Europea de la Cultura 2031. Una meta a la que Faralá aspira a contribuir “con lo que una estrella Michelin pueda aportar”.
