Cuestión de ética

Intentaba seguir durmiendo. Pero la impertinente luz del día y el barullo que llega desde Victoria Station, pegada al hotel en el que estoy alojada, me hacen desistir. Yo, que escribo de uvas a peras en este espacio, un poco porque se me acumula el trabajo y otro poco porque esto de los blogs sigue sin apasionarme, me sorprendo a mí misma a estas horas tan tempranas sentada frente al teclado (escribo sobre la moqueta, junto al baño, donde he encontrado el único enchufe al que se adapta el dichoso cable del ordenador). Tenía la necesidad de escribir sobre un par de ideas que me rondan por la cabeza desde anoche, cuando volvía de la fiesta tras la presentación de la nueva lista de Restaurant.

No se trata del descenso al segundo puesto de Adrià, de la cocina de Redzepi o de la presencia de tal y cual país en el nuevo ranking. Sólo quería contarles que a media tarde, cuando redactaba para el diario la información sobre ese asunto, pude ver cómo trabajaban Jordi Parra y Pau Albornà para 7 Caníbales. Lo hacían con rigor y profesionalidad, dispuestos a informar sin saltarse en ningún momento la ética de respeto a las fuentes que obliga a quienes pretenden hacer periodismo o, en su caso, convertir poco a poco este blog en un espacio que esté al día de las noticias gastronómicas. Albornà es periodista y sabe, porque lo aprendería su primera mañana en la facultad, que hay unas reglas del juego y normas básicas de obligado cumplimiento. Es una cuestión de ética que olvidan algunos aficionados sin pensar que con ello entorpecen el trabajo de los profesionales.

Anoche, pensando en el intercambio de puestos en la lista entre Aduriz y Roca (que este año ocupan el cuarto y el quinto lugar respectivamente, al revés que el anterior), me acordé de un reportaje que publiqué hace años sobre los mejores cocineros españoles que reunía en portada a los cuatro triestrellados de entonces (Adrià, Santamaria, Arzak y Berasategui). Era uno de aquellos trabajos que se hacen con más voluntad que recursos, y aprovechando que tenían una cita profesional en el casino de Madrid, improvisamos allí un plató.

Dos amigos en la gala de entrega de premios de "Restaurant Magazine"
Dos amigos en la gala de entrega de premios de "Restaurant Magazine"

Como no todos habían traído su chaqueta de chef y la idea era que todos la vistieran, recuerdo que algunos utilizaron las de Ruscalleda y Santamaria, en función de sus dimensiones. En aquellos tiempos no se trabajaba con cámaras digitales y ocurrió, como pasaba a veces, que el fotógrafo me advirtió que estaba a punto de quedarse sin carrete y quedaban dos cocineros de los que yo le había dicho que eran importantes. «No hay problema -resolví- junta en una foto a Aduriz y Roca». Aquella decisión de urgencia, por lo visto, tenía algo de premonitorio en lo que están siendo las trayectorias profesionales de ambos.

Con los años, yo misma he podido comprobar, cada vez que uno de los dos obtiene un reconocimiento, cómo el otro se alegra. Anoche, cuando presentaron a Roca, comentaron que había ayudado a Aduriz tras el incendio de Mugaritz y acogido en su restaurante a algún miembro de su equipo. Ayer, cuando intercambiaron los puestos en la lista, Andoni me dijo: «Espero que algún día él sea el primero y yo el segundo». Qué placer, en un mundo tan competitivo, en el que algunos chefs enferman con el éxito ajeno, que asomen el respeto, la admiración, y la ética. Sí, eso que debería practicarse en cualquier oficio.