La joven panadería, abierta hace apenas medio año, se incorpora así al reducido grupo de panaderías que han marcado tendencia en la ciudad durante la última década.
El jurado —presidido por el crítico gastronómico José Carlos Capel e integrado por Telmo Rodríguez, Ibán Yarza, Begoña Tormo, Lucía Gutiérrez y David Solana— ha seleccionado la hogaza ganadora en una cata a ciegas celebrada a puerta cerrada. La pieza, descrita por Capel como “una hogaza con aroma profundo a cereales, miga suave y elástica, alveolado medio y corteza crujiente, con un potente gusto a frutos secos y un suavísimo punto de acidez”, se impuso a las elaboraciones de los otros cinco finalistas: Alma Nomad Bakery, Boske Bakery, En Bruto, Levain Tahona Artesana y Panadarío.
Cada participante presentó dos hogazas de un kilo elaboradas únicamente con harina de trigo, agua, sal y levadura. El comité evaluó las piezas atendiendo a cinco criterios: aspecto exterior, cocción, miga, olor y sabor. Para Ibán Yarza, la selección final refleja “el gran nivel de las hogazas presentadas” y la sorpresa habitual que ofrece la panadería artesana: “los panes más bonitos no siempre son los más ricos”.
Para María Fernanda Díaz, fundadora de BrödMadrid, el reconocimiento supone “un enorme logro” inesperado. Lara Jiménez, maestra panadera del obrador, describe la hogaza premiada como “un pan muy honesto, elaborado en muy pocas unidades, con harinas ecológicas, masa madre sólida y una fermentación lenta de unas cuatro horas”.
Con este galardón, BrödMadrid —que ya se ha ganado un sitio en el panorama madrileño gracias a su propuesta basada en masa madre, harinas ecológicas y un estilo nórdico sencillo y cálido— se convierte durante un año en proveedor oficial del Club Matador. Como marca el reglamento del premio, no podrá volver a presentarse, pero pasará a formar parte de la guía de las mejores panaderías de Madrid junto a ganadores anteriores como Crustó, Panem, CientoTreinta Grados, Acid BakeHouse, Marea Bread, Novo Mundo y Obrador Abantos.
El certamen madrileño se inspira en el concurso que desde hace más de 30 años elige la mejor baguette de París, cuyo ganador se convierte en proveedor del Palacio del Elíseo. Una tradición que, año tras año, refuerza en Madrid la cultura del pan bien hecho.
