Vinos chilenos para fin de año: nuevas cepas, nuevos estilos

En pleno verano del hemisferio sur, las celebraciones de fin de año se abren a vinos frescos, creativos y transgresores. Proyectos que exploran nuevas cepas, reinterpretan variedades clásicas y apuestan por estilos más ligeros y contemporáneos

Mariana Martínez

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Albariño de viña Santa Berta

Hace cinco años, en los viñedos de alrededor de la bodega de viña Berta, a solo 15 minutos de Chillán, apareció en el listado de un vivero 500 plantitas de albariño. Esta variedad blanca propia de Galicia venía resonando de la cabeza del enólogo Pablo Herrera. Su jefe solía decirle que era el único vino blanco que le gustaba. Como lo había visto formado emparrados allá en España, eso hizo con las 500 plantitas. Ya el primer año de producción, 2024, les dieron 900 litros de vino que dejó en barricas de acero inoxidable con sus levaduras nativas y sin mayores trabajos. Las primeras botellas ya están en el mercado y no hay que dejarlas pasar. El vino tiene una acidez deliciosa junto a una boca que llena todo el paladar. Como dice su enólogo, igual que en su tierra natal, irá bien solo o acompañado con bocados frescos o esos caldos de mariscos servidos calentitos de madrugada, para reponer energías tras la fiesta.

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Floresta Sauvignon Blanc.

Floresta Sauvignon blanc de viña San Rita

Parece mentira: en menos de 15 años, la sauvignon blanc se volvió la segunda cepa más plantada de Chile, y sus vinos se convirtieron en los mejores en relación precio/calidad para beber cuanto antes. Más allá de esta envidiable mayoría, en otra parada, la de la espera, está el nuevo Floresta Sauvignon blanc 2023, elaborado por la enóloga Teresita Ovalle. Aunque sus uvas vienen de apenas 10 km del mar, y el vino evoca frío del Pacífico, trae aromas a flores blancas y su boca destaca por su peso. Lo ayuda una madurez de racimos expuestos al sol y guarda en barricas viejas francesas, más un toque que ya no es secreto: la mezcla con un 13% de semillón de Apalta. El vino reposa dos inviernos en barrica, sin apuros. Un vino blanco largo, persistente, para beber lento, junto a preparaciones más sofisticadas de fin de año, con toques de crema, mayonesa o almendras tostadas.

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Rosé Cabernet Sauvignon de Kaune.

Rosé Cabernet Sauvignon de viña Kaune

Los viñedos de viña Kaune son 100% cabernet sauvigon y nacieron en mitad de la cordillera de la costa del valle de Curicó, donde jamás nadie se había imaginado plantar a la reina de las tintas. Poca agua, muchas piedras, lejanía de la civilización… Con un trabajo de porfía nacieron del mismo lugar tres cabernets diferentes: el ligero inesperado, Piedras de Auque, un tinto para todos los días; el de cuerpo medio, Hacienda Kahone, para ocasiones más especiales. Y el grande, Reserva del Directorio, para guardar con paciencia. En el andar, sus dueños, quienes nos venían del mundo del vino, entendieron que necesitaban algo más fresco, para beber tan frío como nos exige el sol del verano. Así nació su último vino, el rosado Kaune 2025. Del mismo viñedo, con uvas cosechadas antes del sector más ventoso. Un rosado que nos hace agua la boca a cualquier hora de día.

 

Jardín de Rosas de viña Entre Rosas y Parras

Esteban Romero, el hacedor de Entre Rosas y Parras cuenta que creció entre los rosales de su madre y las parras de su abuelo, por eso no se le ocurrió un nombre más adecuado cuando empezó hace un par de años a hacer sus propios vinos en lo profundo del Maule. De su pequeño portafolio, formado por vinos con la menor intervención posible, y elaborados en la misma bodega de su abuelo, su nueva joyita es la mezcla de semillón y moscatel de Alejandría 2024. El semillón se cosecha y fermenta a inicios de marzo con un porcentaje de pieles, y el moscatel, más tarde, con jugo limpio. Una vez secos, los dos vinos se unen y guardan bajo velo de flor en acero inoxidable. De color amarillo dorado intenso, en nariz tiene una complejidad propia de la mezcla de las dos variedades, sumada a la fermentación con pieles y guarda bajo velo de flor. El resultado es una explosión de aromas, con notas a miel y nota de damasco. En boca deja a su paso una sensación fenólica propia de la fermentación del semillón con pieles. Denso, con fuerza, invita a comer banquetes navideños, con pavo, frío o caliente.

 

Pet Nat Syrah de viña Lo Abarca

No es la primera vez que Felipe Marín hace este espumante método ancestral, o Pet Nat de Syrah, para la línea Lo Abarca, la misma que comparte origen con los vinos de su madre María Luz Marín. Sí, es la primera vez que los vinos de Lo Abarca van a tomar plena independencia, una medida que esperan les de más fuerza para salir solitos al mundo. De hecho este Pet Nat 2025, o espumante natural, lo tiene todo para ganarse su propio lugar. Con su espuma blanca inmaculada, cuerpo y sabor de una cereza roja, lo decretaría el vino de la Navidad. Listo para descorchar sin el susto de explosiones desastrosas, porque después de terminar su fermentación en botella tuvo degüelle, algo poco usual en los tan de moda pet nats. Así volvió a la botella más pulcro imposible. Su acidez exquisita va con lo que gusten, desde bocados agridulces hasta frutas bañadas en chocolate. Con su acidez más moderada y cuerpo de tinto, en esta nueva familia de Lo Abarca, ya nació otro imperdible: una garnacha con cuatro años de guarda en barricas viejas que invita a la compañía de sabores profundos con pimienta, setas y trufas. Ojo allí.

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País de Viña PS García.

País de viña P.S. García

El enólogo Felipe García no había sido de los impulsores de la cepa país hasta ahora. Después de injertar con cepas francesas gran parte del campo de sus socios en una de las laderas más lindas del Itata, al fin decidió darle una oportunidad a su país. No quiso sí darse vueltas experimentando; le preguntó a la mejor, Ana María Cumsille cómo hacerlo. La respuesta fue “como una delicada infusión”. Eso hizo y ¡Voilà! Quedó tan amable, jugoso y fácil de beber, que de ahora en adelante, dice García, el país será el tinto ligero de la casa. Este 2023, su primero, lo imaginamos para comenzar con bocados de vegetales y carnes rojas frías, y por qué no, para avanzar la noche con pescados de aguas dulces y pajaritos asados en horno de barro. Para los que aún necesitan del tinto grueso para cerrar la cena, no pueden perderse el Durif P.S. García. No es nuevo, cierto, pero en su cosecha 2023 ha vuelto como ave fénix, después de que se quemara su viñedo el 2017. Otro imperdible.

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Pinot noir Clos des Guepes.

Pinot Noir Clos de Guêpes

No es el único vino que llega este año debutando desde la lejana isla de Chiloé. Llega con sus hermanos, Sauvignon blanc 2023 y Chardonnay 2024 Clos de Guêpes (que significa clos de las avispas). Su productor es el francés radicado en Chiloé Denis Duveau. En los tres vinos encanta el bajo grado de alcohol (cerca de los 12) tal como nos supone su extrema geografía en el sur insular de Chile. Sus precios, 100 dólares cada uno, ameritan abrirlos en una ocasión especial. Duveau no ve otra alternativa posible de precio: la lluviosa isla entrega solo condiciones extremas, y no todos los años, a pesar del trabajo meticuloso, logran madurar las uvas. Cuando lo logran, nacen estos tesoros. El pinot 2023 encanta con sus delicadas frutas rojas. Será una maravilla para acompañar las preparaciones frescas, en base a vegetales y carnes blancas de fin de año.

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Carmenere Orocoipo.

Carmenere Orocoipo de viña Von Siebenthal

El padre, Mauro, tiene fama de buen lector; el hijo, Matteo, de bueno para la fiesta, por eso cuando se le ocurrió sugerir que hacía falta un gran carmenere, pero sin precio por los cielos, el padre se tomó su tiempo. Revisó libros y leyendas y cuando su enólogo tuvo listo el vino, le puso como nombre Orocoipo. Los relatos populares cuentan que un cacique hizo un amuleto de oro en forma del pequeño mamífero como símbolo de protección y abundancia. Buena razón como para descorcharlo en la mesa durante estas fiestas, y con la seguridad de que es un carmenere 2023 del valle de Aconcagua que gustará a los más variados paladares; y que además, lo tiene todo: color precioso, especias dulces, suavidad y gran cuerpo.

 

Sypor-t Colheita de viña El Escorial (imagen de cabecera)

Como no hay Navidad sin dulces ni confites, no podía faltar en nuestra selección de novedades un vino fortificado. Se trata del último de la serie Sypor-t de Rodrigo Espinosa en base a un syrah tipo tawny que tuvo guardado por siete años en barricas viejas esperando salir al mercado; de allí su color guinda y gran densidad. Sus aromas, que nos recuerdan a frutos secos confitados, junto a su boca dulce y envolvente, será compañera perfecta de panes de pascua, turrones y aunque menos común tal vez en estas fiestas, complejos quesos maduros. Un tinto dulce que por sí solo sabe a Navidad.

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