Cuesta imaginarse el lugar donde se encuentra el viñedo de Chile más cercano a su costa del Océano Pacífico. Difícil, porque a 500 metros del mar (distancia a la que está) uno tiende a pensar en arena, acantilados o rocas; poco más. O porque hace 25 años, cuando la pionera María Luz Marín plantó diez veces más lejos; a 5 kilómetros, sus primeras cepas pensando en hacer vinos de nuestra fría, los expertos dijeron que estaba loca. Le costó, pero lo logró, y sus vinos de la D.O. Lo Abarca, en el valle de San Antonio, desde entonces han sido un referente mundial.

Cuesta imaginárselo, pero el vino Trisquel Terraza Marina Sauvignon Blanc de Viña Aresti, nacido casi en la orilla en la costa del valle de Curicó (200 kilómetros al sur de San Antonio) ya está en el mercado, y con buenas noticias. Tiene un precio más que accesible (12 USD) y 5.000 botellas disponibles, muchas en comparación con la primera cosecha en 2022, cuando de su hectárea y media salieron apenas 200 botellas.
Jon Usabiaga es el enólogo de Viña Aresti. Nos cuenta que llegaron a explorar la costa de Curicó porque se propusieron abarcar con su línea Trisquel todo el valle, desde la cordillera al mar. Un giro de timón trascendental para este territorio en la zona central de Chile, porque la línea de vinos nació en realidad buscando uvas en los mejores terruños fuera de él. “Con el tiempo ya teníamos el merlot de arriba en la cordillera, viñedos en la parte más central, el malbec de Licantén, el chardonnay cerca del Lago de Vichuquén… Y nos faltaba la patita en el mar”.

Con ese objetivo, Marcelo Lorca, viticultor de la viña, empezó a buscar posibilidades. “Marcelo conoció a un proveedor de la viña ligado a una familia con campo en la costa. Conversamos con María Elena Correa, una de las hijas y le interesó muchísimo”. No tuvieron mismo interés sus papás, cuenta Usabiaga. “Muy convencionales, se dedican a cultivos como alfalfa, papa y lentejas; además de la cría de ganado”.
De los cuatro hijos de la pareja Correa-Inda, tres se dedican al agro, nos cuenta ahora María Elena, la proveedora que por coincidencia estaba buscando un aliado para plantar viñedos en el campo familiar Los Cuervos. Desde la ciudad de Curicó donde vive, explica que ella buscaba una viña que a la vez tuviera experiencia en enoturismo para que les ayudara en la promoción de su proyecto. Y es que en esta familia de agricultores cada quien tiene su área de desarrollo, y el sueño de María Elena es recibir visitas en el viñedo con vista al mar y tener productos locales en su sala de ventas. «Siempre me llamó la atención que en la casa del campo había parras que florecían. Pensé que sería más fácil tener un viñedo que cerezos«, comenta María Elena.

Al ver la foto aérea del lugar donde en 2019 Viña Aresti plantó dos hectáreas, en su mayoría de sauvignon blanc y en menor cantidad con pinot noir, se entiende perfecto el nombre del viñedo y del vino: “Terraza Marina”. El detalle de la loca geografía de Chile, es que esa terraza, que emergió miles de años atrás del fondo del mar por algún cataclismo, y que tiene atrapados fósiles marinos, muestra cierta inclinación. En su punto máximo, llega a los 40 metros sobre el nivel del mar. La frontera entre la arena de la playa y los viñedos es una estrecha carretera seguida de un tupido bosque de eucaliptos. El bosque es la clave para frenar el viento frío que sopla desde el mar. Del otro lado, está el estero Los Cuervos.
Usabiaga confiesa que el viento era su preocupación cuando plantaron con riego por goteo, aunque el mayor problema resultó ser el oídio. Esta enfermedad fungosa, acabó con la segunda cosecha, la 2023. El oídio es también la razón por la que no pueden ser 100% orgánicos. Alta cantidad de arcilla en el suelo, dice Usabiaga, permite retener el agua. Y ojalá, agrega, María Elena, poder dejar de regar en dos años más según el plan.
Proyecto enoturístico
Mientras la viña iba creciendo y esperaba tener su primer vino, María Elena construyó su soñada terraza con vistas al mar para recibir visitas. Allí, durante el verano ofrece almuerzos y degustaciones al atardecer, con los quesos de su madre (Valle Los Cuervos), los corderos del padre, y la cocina de Patricio Rojas, su amigo y dueño de Mar de Lucía, un restaurante en el cercano balneario de Iloca. El próximo año, además de seguir con las caminatas en el campo, espera abrir una tienda con más productos de la lechería familiar, y seguir generando sinergias con emprendimientos vecinos.

Viña Aresti entre tanto, ya tiene el primer vino de Terraza Marina en el mercado. Lo presentó hace muy pocos días en la degustación anual de los Sauvignon Blanc del Valle de Curicó. Un evento que suele ser un recordatorio de la gran relación calidad precio que tienen los vinos jóvenes de esta variedad nacidos bajo esta D.O.
Eso sí, este año en su debut, Trisquel Terraza Marina 2024 rompió el molde. Con una relación precio/calidad extraordinaria, el vino se aleja de la lima y el pomelo que solemos encontrar tierra adentro, para ser el fiel reflejo de su origen con las patitas en el mar. Sus aromas sutiles evocan la neblina marina, con un dejo a sal, yodo y notas a espárragos, sumados a un paso por la boca profundo, de muy rica y filosa acidez. La mejor compañía para los productos del mar protagonistas en los restaurantes de esta indómita costa curicana.

Terraza Mariana recibirá visitas este verano previa coordinación a través de su cuenta de Instagram @terrazamarinaloscuervos. Trisquel Series Terraza Marina 2024 se puede encontrar en www.acwstore.cl.