Isabella Potí es chef de Bros’ y copropietaria de un holding empresarial de restauración y comunicación.
Chef. Empresaria. Modelo. Influencer. Isabella Potí no se deja encasillar fácilmente. Fruto de su generación, está claro que no ha venido al mundo de la gastronomía para seguir las antiguas reglas. Se las salta. Las distorsiona. O, simplemente, se inventa las suyas propias consiguiendo con ello, no sólo ser una chef aclamada y reconocida, sino hacer de sí misma una marca perfecta. Pero detrás de esta bella chef (imposible negarlo, salta a la vista), un marketing trabajadísimo y un excelente olfato para los negocios hay gastronomía, señoras y señores. Como Isabella misma advierte, “no dejemos que una cosa ofusque la otra”.
De padre italiano y madre polaca, Isabella Potí asegura que su “amor por la cocina nació conmigo”, un amor que su infancia entre fragantes huertos de fresas, las visitas al gallinero de los abuelos en Polonia, o la cocina del día a día de la nonna en Lecce no hicieron más que acentuar. Con un objetivo claro – “dominar el máximo posible de todo lo que implica el mundo de la cocina”-, Isabella empezó en pastelería, “una especialidad que requiere un estudio específico que sabía me serviría para en un futuro convertirme en una chef polivalente”. Un rol que ahora desarrolla en Bros’, el estrellado restaurante de Lecce que comparte con el chef Floriano Pellegrino, también pareja de Isabella. Juntos, Isabella y Floriano, crean un tándem perfectamente engrasado al mando del holding empresarial Pellegrino Brothers desde donde desarrollan las estrategias, construyen y gestionan todos los proyectos y marcas ideados por ambos (el mencionado Bros’, la trattoria Roots, la pastelería Sista, el ASD Bros Rugby Club – sí, sí, lo han leído bien, un club de rugby-), así como la imagen de los propios chefs.
Con una estrella Michelin desde 2019, Bros’ es el buque insignia y la apuesta personal de esta pareja de chefs que cree en “una cocina creativa con una fuerte identidad ligada al territorio, en nuestro caso la región de Salento”. Una identificación gastronómica que, según cuenta Isabella, llevan a cabo hasta las últimas consecuencias “incluso con aquellos gustos más desagradables o menos conocidos del territorio”, gustos que son realzados “a través de la técnica, pero donde está sólo es una parte y no la protagonista”. Una propuesta minimalista, con pocos ingredientes en el plato y sabores muy acentuados (como su riccotta fermentada hasta casi convertirla en rancia) con los que juegan en la cocina para “provocar combinaciones sorprendentes” que han originado alguna que otra crítica demoledora para el restaurante. Pero Isabella Potí no se amilana ante las críticas: “Sinceramente, tengo mucha confianza en mi trabajo y en mi camino”. Una seguridad que demuestra no sólo en sus elecciones gastronómicas, sino también en su estilo de vida.
La chef caleidoscópica
“Miro el mundo de la cocina con una perspectiva más amplia, no sólo como cocinera sino como emprendedora, como madre contemporánea… Miro todos los lados de los dados y no tengo miedo de mostrar cuáles son mis otras aptitudes fuera del mundo de la cocina”. Respuesta rotunda a aquellas voces que han cuestionado sus incursiones en el mundo de la moda y la comunicación. Isabella es cocinera, sí, pero también ha aparecido en varios programas de la televisión italiana (entre ellos, como juez invitada en Master Chef), ha posado para revistas de renombre como Vogue, L’Officiel, Marie Claire, SModa o Vanity Fair, y ha sido imagen de numerosas marcas internacionales (Giorgio Armani, Carte D’Or, Nike, Land Rover, Golden Point, Piaget, Amazon o Maserati, entre otras). Y, como buena millenial, su uso de las redes sociales es intenso, convirtiéndola en una verdadera influencer, “un rol, en el que me encuentro cómoda”. “Ser polivalente ha sido parte de mi éxito”, cuenta Isabella a la vez que retóricamente se pregunta por qué no aprovecharse de las nuevas tecnologías o las nuevas oportunidades laborales cuando de hecho “todo esto deriva de mi profesión, si no fuese una chef profesional nadie vendría a buscarme”. Isabella quita importancia a toda esta crítica –“siempre habrá quién critique las elecciones ajenas”-, y pone el foco en lo que le permite esa polivalencia: “tener un equipo y un socio, Floriano, que me cubren las espaldas cuando no estoy”. Eso le permite ampliar miras y extender su marca por doquier: vajilla con el propio logo, marca de camisetas online y lo que se tercie. “Sería estúpido no aprovechar al máximo vender nuestra propia marca”, concluye.
Isabella está acostumbrada a luchar por lo que cree. Es mujer, joven y chef. Tres retos en uno superados con creces, pero más allá de su experiencia, ¿se siente satisfecha con la presencia de mujeres en gastronomía? “Es preciso normalizar la presencia de mujeres en el fine dining”, sentencia Potí a la vez que se muestra optimista asegurando que “estamos en el buen camino, a juzgar por todos los currículums de jóvenes cocineras que recibimos en el restaurante”. Sin embargo, Isabella se muestra rotunda en la reivindicación del papel de la mujer en las cocinas de todo el mundo: “¡las mujeres siempre hemos estado en las cocinas y las hemos dirigido!”. Su presencia al mando de restaurantes estrellados o listados entre los mejores del mundo no es, según Isabella, el barómetro por el que deberíamos medir la aportación de la mujer a la gastronomía. “La tradición culinaria ha pasado de generación en generación justamente a través de mujeres”. Mujeres como las massaie, “las mujeres que históricamente estaban a cargo de las granjas y las cocinas del Salento”, a las cuales Isabella rendirá homenaje durante su participación en la próxima edición de FéminAs, el Congreso Internacional de Gastronomía, Mujeres y Medio Rural que se celebrará en Asturias del 24 al 26 de abril para seguir reivindicando el papel relevante de la mujer en la cocina tradicional y actual.
“Sinceramente, tengo mucha confianza
en mi trabajo y en mi camino”
De todas esas mujeres “seguimos aprendiendo”, asegura Isabella, y más en una sociedad como la italiana donde el peso de la ‘cocina de casa”, la de la mamma o la nonna tiene un peso fundamental. ¿Un peso que puede convertirse en un escollo para la alta gastronomía?, le preguntamos. No duda en la respuesta, clara pero conciliadora. “Absolutamente sí, la tradición y la buena cocina en las propias casas – como sucede en Italia- es el gran escollo a superar, pero cada día hay más chefs jóvenes que apuestan por el fine dining y lo hacen en armonía con el entorno y la tradición situándose precisamente en los lugares más remotos y tradicionalistas del país. Como ha sido nuestro caso, aquí, en el Salento. Apostamos por nuevas vías, pero manteniendo el respeto por la tradición, que es nuestra base”.
Muestra de que esta apuesta por el territorio de las nuevas generaciones (fenómeno del que España no es ajena) va en serio y funciona es que Isabella y Floriano ya están pensado en nuevos proyectos en el Salento como “un restaurante de impronta popular y contemporánea ligado al mar de la región”. Proyectos que cogen forma, pero también sueños, que son los principales motores de esta nueva generación. “El mío es poder acercarme más a mis abuelos maternos y abrir algún tipo de negocio en Polonia”. El tiempo dirá, pero si juzgamos por su meteórica carrera hasta el momento, apostamos por un sí.