Cinco restaurantes para comer solo en Bilbao

A veces la mejor compañía es un ambiente acogedor, un servicio atento y una carta original, capaz de convertir una comida solitaria en un acontecimiento

Todavía arrastra cierto tabú social, pero comer solo en un restaurante es el pan de cada día para muchísima gente. Tanto si trabajas en el centro y no tienes tiempo de ir a casa, estás de compras y te asalta el hambre o simplemente tienes ganas de probar tal restaurante y resulta imposible cuadrar agendas con los amigos, reservar mesa para uno puede convertirse en un auténtico placer. Solo hace falta acomodarse en un rincón acogedor, elegir bien el menú y observar.

 

Kali Orexi. Hospitalidad griega

Chistina y Christos en el Kale Orexi. Foto Mireya López.
Chistina y Christos en el Kale Orexi. Foto Mireya López.

La hospitalidad que derrochan Christos y Christina asegura compañía y calidez, por mucho que en la mesa solo te sientes tú. Esta pareja de esforzados atenienses se han hecho un nombre en Bilbao gracias al recetario que trajeron de su tierra. Bocados humildes –musaka, empanada, ensalada o gyros– como los que comerían sus paisanos un día cualquiera, que permiten viajar hasta Grecia aunque solo se disponga de poco más de media hora. Céntrico y a mano de todo, pero alejado de las calles más bulliciosas donde abrirse camino para comer solo sería una tortura. Fernández del Campo, 31.

 

Bar Roma. Barra y paisaje humano

Los pinchos del bar Roma. foto Pankra Nieto.
Jose con los pinchos del bar Roma. Foto Pankra Nieto.

El típico bar discreto, que podría pasar desapercibido, pero que se revela como un tesoro cuando uno pasa allí más de un cuarto de hora. El ambiente de barrio, donde todo el mundo se conoce, se mezcla con el turisteo que peregrina hasta la plaza del Bombero Etxaniz atraído por las buenas valoraciones del Roma en las redes sociales. Ideal para acodarse en la barra y observar el paisaje humano, tanto autóctono como foráneo. Para comer, elaboraciones sencillas y reconocibles, pero preparadas con tal mimo que deja huella. Imprescindibles las anchoas rebozadas o el bacalao en aceite. Plaza Bombero Etxaniz s/n. 

 

Ramona. Un par de pintxos bien escogidos

Un pintxo del Ramona. Foto Luis Ángel Gómez.
Un pintxo del Ramona. Foto Luis Ángel Gómez.

¿Que solo hay tiempo para comer un par de pintxos y seguir con la jornada? Conviene elegirlos bien para no acabar lamentándose toda la tarde. En esta pequeña tasca de la plaza Jado la barra cambia cada momento del día en función de los gustos de la clientela. No faltan las pulguitas de jamón y una tortilla superior, pero también un excelente pilpil, foie-gras con queso de cabra, ensalada de puerro o tacos de aire mexicanos. Si lo que apetece es un plato algo más contundente, el mismo equipo acaba de abrir Damajuana a unas manzanas de allí, con el mismo clasicismo renovado que impera en Ramona. Colón de Larreátegui, 37.

 

Ramen Shimoji. Una comida completa

Yuiki Shimoji en su restauste. Foto G. Elejabeitia.
Yuiki Shimoji en su restauste. Foto G. Elejabeitia.

Casi desbanca al sushi como la principal exportación culinaria del lejano oriente y es que este caldo de cerdo con fideos , algo de carne y a veces un huevo duro es una bomba alimenticia que atesora en un bol una comida completa. Cada vez hay más sitios en Bilbao donde se sirve ramen, pero el más auténtico es probablemente el que prepara Yuiki Shimoji en medio camino entre Irala y Rekalde. Este tokiota de 35 años ha conseguido transmitir un ambiente zen a un antiguo asador de la calle Moncada con solo disponer las mesas en torno a la barra. En el menú, dos tipos de ramen –shio y miso– con la posibilidad de añadir algunos extras –huevo, chashui o extra de fideos– por algo más de 12 euros, un cuenquito de arroz con carne de cerdo y de postre, helado de té verde. Moncada, 20.

 

El Globo. El cogollo más entretenido de Dipu

Pintxo de Txangurro gratinado del bar El Globo
Pintxo de Txangurro gratinado del bar El Globo.

El cogollo más ajetreado de la calle Diputación es el spot ideal para comer solo pero mantenerse entretenido. Si tienes la suerte de hacerte con una mesa junto a la ventana, la animación está asegurada. Para comer, una sopita de cebolla con queso havarti, unas verduritas al curry gratinadas o una tortilla de patata con aroma de trufa blanca, amén del gran éxito de la casa, un bocadito de txangurro gratinado que ya tiene su estrella en el paseo de la fama del picoteo bilbaíno. Sus fundadores, Mónica Padró y Luis Aranduri, acaban de ceder el testigo –y las recetas– al grupo Amaren. Esperemos que su ambiente mundano no se pierda. Diputación, 8.

 

NOTICIAS RELACIONADAS