Una mezcla perfecta de temperaturas extremadamente altas, meses sin lluvias y fuertes vientos han multiplicado los incendios en Ñuble, que han arrasado viviendas, comercios, bosques, viñedos y bodegas. Las noticias han conmocionado a los profesionales del vino. Esta joven región, creada en septiembre del 2018 con el fin de impulsar su situación económica de la zona, incluye al cada vez más pujante valle de Itata, una de las referencias del panorama vitivinícola chileno.
Esta zona y la vecina región del Biobío (con el valle vitivinícola del mismo nombre), resguardan un material genético centenario pre filoxérico, invaluable para el futuro de las vides frente al cambio climático. A ello se suma el saber hacer de viticultores y bodegueros, y el peligro que corren antiguas tradiciones locales transmitidas de generación en generación.
El jueves, el Gobernador de Ñuble, Oscar Llanos informaba de la trágica situación desde terreno y a través de sus redes sociales, con focos de incendios descontrolados en su territorio; siendo Portezuelo, Quillón, Chillán, Quirihue y Coelemu las comunas más afectadas. Llanos pedía al Gobierno Central decretar la emergía regional y recomendaba a la población no acercarse a la zona.

En la madrugada del viernes, recién empezando sus vacaciones, el Presidente Gabriel Boric recogió la solicitud llegada desde Ñuble y decretó el Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe para la región. Simultáneamente, las redes sociales y los medios de comunicación mostraban la llegada de dotaciones de bomberos de otras regiones, como las de la ciudad de Rancagua, para dar apoyo en las labores
La región trataba de volver a levantarse después de dos tragedias encadenadas: el terremoto que la azotó zona en febrero del 2010, y los incendios del año 2017, en estas mismas fechas. Entonces las llamas acabaron con más de 400.000 hectáreas, 99.000 de ellas sólo en la actual región de Ñuble. En sus vinos quedó la huella del humo, una marca que aún es reconocible cuando se descorchan las botellas del 2017. Volveremos a sentirla en los vinos que logren sobrevivir de la cosecha de 2023.
Las imágenes que llegan desde el Itata inundan las redes sociales mostrado botellas en el suelo, viejas tinajas de greda y tanques de acero nuevos entre cenizas. La situación es crítica y está fuera de control, dejando desprotegidos a los pequeños viñateros y cientos de familias que siguen haciendo vinos tal como los hacían sus antepasados.
La llamada solidaria se extiende,
el mercado se vuelca
en la compra los vinos de Itata
La conmoción o frustración es por la incapacidad de controlar las llamas que están quemando los viñedos centenarios y las pequeñas bodegas que en muchos casos acababan de comenzar a levantar. La zona empezaba a obtener reconocimiento internacional por la identidad de unos vinos característicos por su franqueza.
Sus viñedos fueron plantados en suaves lomajes a partir del siglo XIV, con cepas traídas por los misioneros españoles, como la tinta país y la moscatel de Alejandría, que sobreviven año tras año a los bajos precios de las uvas. La mayoría de ellos sin riego y conducidos como antaño, en el sistema de cabeza y/o vaso; tampoco se aplican productos químicos.
Empezó en diciembre
Los fantasmas comenzaron a materializarse a fines de diciembre del 2022, en la vecina región de Biobío, en la bodega y viñedos de Roberto Henríquez. Tras horas de ver cómo se acercaba el fuego desde los bosques de pino que los rodeaban, abandonaron el lugar. Era el segundo incendio cercano de la temporada. A la mañana siguiente, por suerte, las llamas no habían llegado a la bodega, situada a los pies de la Cordillera de Nahuelbuta.

Henríquez destacaba en su cuenta de IG que en Santa Juana, el 80% del territorio está plantado con bosques forestales que se pagan con dinero público. “La contienda es muy desigual… solo frustración y pena se siente de empujar los viñedos más antiguos del mundo, en conexión con el lucro de crear un negocio forestal desmedido”, escribía.
Las amenazas de incendios, rodeados por bosques de pinos y eucaliptos, altamente combustibles, no habían cesado desde fines del año pasado, justamente cuando se empezaron a secar los pastos abundantes que dejaron las lluvias de invierno.
La semana pasada uno de los tantos incendios en el Cetro-Sur de Chile no tuvo el mismo final. Varias viviendas fueron destruidas En Buenos Aires, localidad de la comuna de Portezuelo, entre ellas la bodega Altos del Valle de la viñatera Deysi Villagrán Fernández, que fue completamente devorada por el fuego mientras sus dueños entregaban vinos en Santiago. El mismo desolador final tuvo la bodega de Jorge Cotal en Guarilihue, un antiguo edifico de adobe de paredes firmes que para la vendimia 2022 había logrado ser completamente reconstruido.

Según informó hoy el Diario La Discusión, de Chillán, frente a la alerta por las elevadas temperaturas que enfrenta la zona Centro Sur del país, el gerente de estudios de la Corporación Chilena de la Madera -Corma-, Andrés Meneses, alertó: “en estos momentos estamos enfrentando condiciones climáticas peores que las de 2017, cuando se produjeron los grandes incendios. Y, por lo mismo, en lo inmediato, le hemos solicitado a las empresas asociadas a Corma que suspendan durante los tres días que va a durar esta ola de calor aquellas faenas que pueden ser fuente de calor y fuente de incendios forestales”.
El profesional indicó a La Discusión: “sabemos que el 40% de los incendios se registra en la zona de interfaz donde se unen campo y ciudad, por los cual le pedimos a la comunidad a los vecinos y quienes visitan zonas rurales a evitar las conductas de riesgo que pueden causar incendios y extremar las medidas de prudencia, porque sabemos y vemos el dolor y la destrucción que causan incendios que con el esfuerzo de todos y todas, podemos evitar”.
Foto de apertura, capturada del Instagram de @leonciowines.