Un refugio océanico al pie de un volcán

El Encuentro de los Mares reúne a cocineros, científicos marinos, pescadores, granjeros marinos y comunicadores para co-crear nuevos alimentos del mar e impulsar la nueva Economía en torno a la buena mesa como punto de unión. 

 

En esta quinta edición, el “Encuentro de los Mares” celebró el tema “Conservar”, en su doble vertiente de conservación de la biodiversidad y del alimento marino, como principio fundamental para un futuro sostenible. En el último año se alcanzaron acuerdos históricos que fijan metas claras para la conservación de la vida marina, comprometiendo a los pases a proteger un 30% de su territorio marino y las aguas internacionales, detener las pérdidas de biodiversidad y restaurar un 30% de hábitats degradados para el año 2030.  Conservar la vida marina requiere del buen aprovechamiento de la biomasa que se extrae de los océanos como alimento, de la que actualmente se echa a perder un 40%.  Por ello el congreso reivindicó el uso integral de esta biomasa, incluyendo tratamientos para caparazones, espinas y escamas, así como las conservas, ya sea enlatadas, ahumados, salazones, y técnicas que usan grasas, aceite y manteca como técnicas que evitan el deshecho de alimento sin consumir energía. Como reza el lema de la campaña de Alimentos de España, también patrocinador del evento, en el país más rico del mundo no se tira nada.

 

Tenerife, la sede volcánica del encuentro de los mares, a donde llegamos de la mano del Cabildo de Tenerife, guardaba un secreto que me sorprendió, el de refugio climático en un año tórrido.  En un verano en el que el mundo sufre bajo temperaturas sin precedente que se están cobrando ya vidas en fauna, flora y vidas humanas, la Isla de Tenerife nos acogía con temperaturas, a nivel de mar, de entre 19 y 28 grados centígrados y una agradable brisa nocturna que invitaba a las largas veladas tras las extraordinarias cenas del congreso.  El contraste con los más de 40 grados oC que dejamos en la Península pedía a gritos una explicación.

 

Estas temperaturas tan placenteras despertaron mi curiosidad profesional como científico del clima, además de oceanógrafo, y constaté que son las habituales en verano, con una constancia sorprendente entre estaciones, y temperaturas máximas promedio que oscilan entre 24.0 oC a 26.1 oC en los últimos 40 años. 

 

Además, el contraste entre el norte, frecuentemente nublado o brumoso, y el sur, más soleado, y el gradiente de 15 oC desde el nivel del mar hasta la cima del Teide, permite seleccionar una amplia diversidad de ambientes climáticos en tan solo una o dos horas de recorrido. Es la topografía de Tenerife y su posición en un sistema de corrientes oceánicas impulsada por los vientos alisios los que mantienen ese clima privilegiado y resiliente al cambio climático global, sin una tendencia clara al aumento de temperatura, si bien los meses de Julio de 2020 y 2021 se situaron entre los cinco años más calurosos, pero por márgenes estrechos, desde 1981.

 

Las Islas Canarias se conocen desde hace décadas como las “islas afortunadas”, precisamente por su privilegiado clima, pero ¿cómo es que este paraíso climático no está amenazado, como el resto del planeta, por el cambio climático?

En contraposición, los veranos tórridos en Europa se deben a un cambio de circulación atmosférica, fruto del cambio climático, que desplaza con una frecuencia cada vez mayor las masas de aire que transportan polvo sahariano hacia el Sur de Europa, creando ese ambiente de bochorno que caracteriza los episodios de calima. Este sistema que transporta y retiene polvo Sahariano sobre el sur de Europa se ha bautizado este año como Anticiclón Charón. De hecho, el análisis de registros de satélite muestra que ese cambio de régimen tuvo lugar casi de forma concurrente con el cambio de siglo y se va intensificando con el calentamiento global.

 

Con todo esto es paradójico que la temporada baj del turismo en Tenerife siga siendo la de verano, y me atrevo a predecir que en breve Tenerife se identificarà como refugio climático al que huir de los veranos insoportables que nos esperan en Europa.   Desde luego el Encuentro de los Mares, ha encontrado en Tenerife una sede fundamental desde la que, en un mundo cada mas polarizado, buscar puntos de encuentro y empatía para resolver los problemas del océano en torno a aquello que mas nos une, la comida sabrosa y sostenible del océano.

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