Skamata, un soplo de aire mediterráneo en Vizcaya

 La cocina de Mikel Setién, fresca como un viaje a Menorca, se traslada a una antigua panadería en Balmaseda

Skamata, un soplo de aire mediterráneo de la Menorca rural, pero con un toque urbanita; modernete, pero con un ojo puesto en la tradición; informal y desenfadado, pero sin dejar de cuidar los detalles; exótico, pero también muy arraigado a la identidad vasca.

Podría pasar por una rareza llena de contrastes en un enclave cargado de historia como Balmaseda (Vizcaya), pero lo cierto es que la villa encartada va sumando ya un puñado de interesantes negocios de hostelería, encabezados por profesionales jóvenes y alejados de la inercia regionalista del sota, caballo y rey. De todos ellos, el que comanda Jon Mikel Setien es probablemente el pionero.

Mikel Setién aprendió en Menorca el abecé de la hostelería
Mikel Setién aprendió en Menorca el abecé de la hostelería

Aunque el espacio que ahora ocupa junto al Puente Viejo está prácticamente a estrenar, Skamata lleva 15 años de andadura en Balmaseda, al principio como cafetería e informal despacho de hamburguesas y bocatas, en un local mucho más pequeño.

En este tiempo Setién ha conseguido que el público local sepa diferenciar un café de especialidad, aprecie el chocolate artesano que elabora junto a su tía Raquel González bajo la firma Kaitxo o riegue la ronda vespertina con cervezas artesanas.

Hoy puede parecer lo más normal del mundo, pero hace tres lustros seguro que tuvo que gastar mucha labia en explicar su propuesta.

Antigua panadería

Hace unos meses se mudó a un espacio mucho más amplio y versátil –aunque también algo ruidoso– donde ha podido dar un salto cualitativo y ampliar la carta para cubrir todos los palos. Transformar el antiguo obrador de la panadería Múgica en el moderno establecimiento que es hoy «ha sido una obra descomunal, muy rápida, pero que nos ha dado muchos quebraderos de cabeza», reconoce Mikel. A cambio dispone ahora de la infraestructura soñada para dar rienda suelta a sus inquietudes.

A Skamata se puede seguir yendo a devorar una hamburguesa Eusko Label o a compartir unas pizzas con los colegas, pero también a disfrutar de propuestas más elaboradas, resueltas con frescura, originalidad y oficio.

Entre esas novedades que buscan salirse de lo de siempre sin perder de vista el espíritu desenfadado de la casa, brillan especialmente los carpaccios, tanto de el roast beef con crema agria y encurtidos como el de atún con wakame y sésamo tostado.

Detallistas, muy coloridos y jugosísimos.

Impecables las pizzas de Skamata
Impecables las pizzas de Skamata

Súper apetecibles las ensaladas –probamos la de aguacate y gambas con vinagreta de yuzu– e impecables las pizzas, a partir de una masa artesanal, más fina y ligera que la clásica napolitana.

Para próximas visitas dejamos las carnes y pescados a la brasa, pero no esquiven los postres. La mousse de chocolate Kaitxo con chantilly de café y Amaretto justifica el viaje.

Lagartijas menorquinas 

Mikel Setien ha pasado largas temporadas de su vida en Menorca, donde aprendió junto a su madre el abecé de la hostelería. Inspirado por esas pequeñas lagartijas nocturnas abundantes en la isla, bautizó su primer negocio en solitario como Skamata.

Tenía solo 21 años y han pasado 15, en los que ese nombre tan original se ha convertido en Balmaseda en sinonimo de papeo rico, asequible y de calidad, con un punto de originalidad.

Hace una semanas la guía Repsol recompensó su esfuerzo con un Solete que le coloca en su ruta de pistas veraniegas.

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