El futuro rural necesita un cambio de prioridades

Los incendios no son más que una trágica consecuencia de la deriva de la agricultura y la ganadería en nuestro país. Intentar entender el problema fuera de su contexto es un error, porque se pondrán parches carísimos.

 

Mi visión de futuro sobre la agricultura y la ganadería no es muy optimista, y no porque no crea que haya soluciones, sino porque no hay voluntad ni imaginación para llevarlas a cabo. En los momentos difíciles aparecen voces reclamando cambios imprescindibles. Pero esas tragedias pasan y se olvidan, y las soluciones no llegan. ¿Cuánta gente se prometió durante la pandemia cambiar de vida? ¿Cuánta gente lo hizo?

 

Cuando me planteo el debate del futuro del campo, me viene una pregunta fatal: ¿Cuántos padres quieren que sus hijos o hijas sean agricultores o ganaderos? ¿Conocemos alguno? No, ningún padre quiere ver a sus hijos en este sector, y harán lo imposible para que salgan del entorno rural. En una pequeña pedanía de Albacete, un pariente se dedica a la agricultura y ganadería. Tiene dos hijos: el mayor es Ingeniero Industrial. El pequeño decidió ser agricultor manteniendo la tradición familiar. Conoce bien su trabajo y las nuevas tecnologías, es dinámico y se le ve feliz. Pero el padre siempre habla del ingeniero; de lo bien colocado que está, de lo bien que vive en Albacete capital. Creo que no se enorgullece de que su otro hijo sea agricultor. Llevamos varias generaciones huyendo del campo. No esperemos encontrar una solución inmediata: Necesitaremos tiempo, mucha voluntad y un cambio de prioridades.

 

A partir de la transición se pensó que había que hacer de España un país moderno, lo que se malentendió como un país de servicios y turismo, abandonando a su suerte la agricultura, ganadería, pesca, minería e industria. Me siento un bicho raro cuando me indigno al escuchar ciertas noticias que nos venden como progreso. Todavía recuerdo con estupor al que fue mi presidente autonómico manifestando con orgullo que Castilla-la Mancha era la única comunidad que había unido todas sus capitales de provincia por AVE. Lo que no decía era que esos AVE llevaban una media de seis pasajeros (ruina absoluta) ni que se habilitaron desmantelando la más que digna red de media distancia que vertebraba los pueblos de interior, que han quedado sin servicio ferroviario.

 

El futuro ya está aquí. Somos un país de servicios. El Turismo bate récords año tras año mientras se nos quema y muere una parte fundamental del patrimonio natural. Y seguirá batiendo récords hasta el colapso final. Este mismo verano, el ministro de Transportes anunciaba una inversión de 1.500 millones de euros para aumentar la capacidad del aeropuerto de Málaga-Costa del Sol desde los 24 millones de pasajeros actuales hasta 36 millones. ¿Nadie le ha dicho que con el nivel de población y turismo actuales es ya casi imposible moverse sin estar horas atrapado en un atasco? ¿Sabe que no hay agua suficiente para la población actual? ¿Nadie le ha dicho que hay un problema gravísimo de precios y acceso a la vivienda?

 

La solución para que el medio rural no se abandone pasa por hacer rentables las actividades que en él se desarrollen, por generar riqueza y por atraer población de forma estable. Quienes mejor saben conservar el medio rural son sus pobladores, agricultores y ganaderos. Mejorar los medios de extinción no soluciona el problema de los incendios. Hay que evitar que se produzcan o reducir su virulencia. Y para ello, el medio rural debe estar poblado.

 

Esto es fácil de decir, pero ¿Cómo se consigue? La vuelta hacia lo rural pasa por la conectividad, el empleo, la prestación de servicios y atracción de nuevos residentes. Eso cuesta dinero, claro. Pero también es dinero 1.500 millones de euros para ampliar un aeropuerto. Es cuestión de marcar prioridades diferentes a las que hemos tenido hasta ahora.

 

¿Cómo podemos cambiar las prioridades? Contando en los puestos públicos de decisión con personal preparado y con la mentalidad de cambiar el modelo de sociedad y economía. Si hablamos del medio rural, ¿Qué profesionales son los más formados y preparados para proteger y generar riqueza? En primer lugar, los agricultores y ganaderos. Y después, los técnicos especialistas en la materia: ingenieros agrónomos, ingenieros técnicos agrícolas, ingenieros de Montes e ingenieros Forestales.

 

Como agricultor y viticultor en Manilva ¿Qué Ingenieros de la administración pública tienen contacto con mi actividad? Los más próximos serían los de la OCA (Oficina Comarcal Agraria). El siguiente escalón es la Delegación Territorial de Agricultura de la Junta de Andalucía en Málaga. Pero estos dos organismos se dedican casi exclusivamente a tareas burocráticas, administrando una maraña de normas y restricciones (la mayor parte gestadas en Bruselas) asfixiante y, en muchos casos, ridícula y lesiva para agricultores y ganaderos.

 

¿Quiénes deciden el futuro del municipio? Los equipos de gobierno con sus técnicos y asesores. ¿Hemos visto algún asesor vinculado al medio rural? No; todos vinculados al urbanismo ¿Qué interés pueden tener en el desarrollo del medio rural estos técnicos y abogados vinculados al urbanismo? Está claro: desarrollar el máximo suelo urbano posible, en detrimento del rural. ¿Vamos a esperar una protección del medio rural con estos equipos? No.

 

Pongo los dos ejemplos que mejor conozco. En primer lugar, mi pueblo de origen: Hellín (Albacete), cabeza de una comarca muy extensa, con unos 30.000 habitantes y cuyo principal sostén económico es la agricultura. En este ayuntamiento, que yo conozca hay 2 arquitectos superiores, 2 arquitectos técnicos, 1 delineante y 2 abogados especializados en Urbanismo. Técnicos relacionados con el sector primario: Ninguno. Segundo ejemplo: Manilva (Málaga). 18.000 habitantes, tradicionalmente agrícola (viña) y, desde la década de 1990, dedicado a la construcción y los servicios. En este ayuntamiento pasa de la quincena el personal técnico relacionado con el urbanismo. Técnicos relacionados con el sector primario: ninguno. Conocimientos de agricultura del concejal de la materia: cero. En las mancomunidades de municipios, igual.

 

Las consecuencias han sido devastadoras para el sector rural ¿Cuántas miles de viviendas ilegales se han construido en la Costa del Sol? ¿Dónde estaban los técnicos y abogados de urbanismo que han permitido que esto ocurra? Sin embargo, si tienes un terreno con viña y quieres construir una pequeña bodega, o tienes olivos y quieres montar una almazara artesanal, o tienes cabras y quieres elaborar queso, las normas son absolutamente restrictivas.

 

Mi experiencia en Manilva puede arrojar algo de luz de por dónde hay que marchar si queremos avanzar en la solución del problema. A modo de símil, debemos crear núcleos de condensación. Así funciona la lluvia. Lo explico: mi empresa, Nilva Enoturismo SL nació en 2014 y fue la primera bodega legal de la historia de Manilva; un pueblo donde la viticultura, histórica joya de la corona, está en serio peligro de extinción por culpa del urbanismo salvaje. En los últimos 30 años ha desaparecido el 80% de la superficie de viña, y la que todavía sobrevive, está amenazada.

 

Tras diez años de trabajo y formación reglada mediante cursos de escuelas taller y talleres de empleo, Manilva cuenta hoy con tres bodegas, una cuarta en la fase final de legalización y una quinta en proyecto. Aunque se mantiene la tendencia urbanizadora, el germen del emprendimiento en vitivinicultura y enoturismo ha calado en una mínima parte de la población local.

 

Como ingeniero agrónomo, cada vez que visito un municipio detecto oportunidades de aprovechamiento de los recursos naturales locales que podrían generar riqueza y fijar población en el entorno rural. Igual que me ocurre a mí, la inmensa mayoría de compañeros y colegas ingenieros del sector rural detectan esas oportunidades de negocio y preservación del medio. Sin embargo, el sistema no está diseñado para que estos profesionales trabajemos en la Administración local. ¿Por qué no? ¿Se imaginan 8.000 municipios dotados de personal técnico que conoce, ama y protege el sector rural?

 

Necesitamos en los municipios a técnicos amantes y protectores del medio rural. Serían los núcleos de condensación. Los núcleos de condensación son diminutas partículas de polvo, sal o polen suspendidas en la atmósfera. El vapor de agua en el aire se enfría y se condensa sobre estos núcleos, formando pequeñas gotitas que crecen al chocar con otras, hasta que se vuelven lo suficientemente pesadas para caer en forma de lluvia.

 

Querida sociedad: hagamos que lluevan ideas, conocimiento y medios técnicos y económicos sobre el medio rural. No hay que invertir más, sino mejor. Se trata de sustituir unos técnicos por otros, unos medios por otros, unas prioridades por otras.