La crisis por la que atraviesan las denominaciones de origen de vino en España es más que patente. Tras la sonada salida de Artadi de la DOCa Rioja a finales de 2015, se han sucedido las llamadas para que estos organismos dejen de servir “el mismo café para todos” y ayuden a revalorizar el gran patrimonio vinícola que existe en España.
Iniciativas como el Manifiesto Matador (firmado por unos 150 prestigiosos elaboradores, críticos y comerciantes de vino de España) y el Encuentro de Viticulturas en Labastida, ambos impulsados por Telmo Rodríguez, o el congreso “Denominación de Origen. Identidad y diferenciación”, organizado por Juan Carlos López de Lacalle (Artadi) en Laguardia, intentan abrir el debate para que se apueste por una política de calidad que reconozca las diferencias entre viñedos frente al patrón de producción y precios bajos que viene definiendo al vino español.
“Tenemos que reivindicar la necesidad imperiosa de poner en valor los viñedos españoles. No hay ningún país en el mundo que venda más barato. Estamos a punto de poner un cartel indicando ‘España: Todo a 1€’, que es el precio aproximado del litro de vino español”, indicó el comerciante de vinos Paco Berciano (Alma Vinos Únicos, La Tintorería Vinos, Vinoteca El Lagar) en la reciente jornada “Retos de la Vitivinicultura: Supervivencia y Evolución” que tuvo lugar en Laguardia.
Organizada por la Universidad del País Vasco y la Fundación Hazi para el desarrollo rural, a la sesión asistieron un centenar de pequeños productores y otros profesionales de las tres denominaciones de origen de txakoli y de Rioja Alavesa, que ven como la DOCa Rioja no acaba de definir un camino para los que quieren desmarcarse de la homogeneidad de las etiquetas de crianza y reserva.
En una elocuente y aplaudida exposición, Berciano explicó la imposibilidad de reproducir el modelo de los crus y grand crus de Borgoña que algunos reclaman para España. “Su sistema es producto de muchos siglos y se pudo iniciar porque los monjes eran los propietarios de las viñas; ellos fueron separando parcelas y dándoles singularidad porque no había interés comercial. Tras la Revolución Francesa, el Estado vendió las viñas por separado en función del valor que les habían dado los monjes. Por eso, la Romanée Conti es hoy en día el viñedo más valorado del mundo”, indicó el comerciante.
Salvando las distancias, en España hay un único ejemplo en el que se ha trabajado la expresividad del viñedo, según Berciano. “En Ribera del Duero, el vino hasta hace poco era para auto-consumo, pero la excepción fue Vega Sicilia. Por suerte para esta bodega, a sus propietarios el vino les importaba un bledo porque su negocio eran las semillas”.
En Rioja, cuya estructura es herencia de los franceses que instalaron su negocio de compra de vino tras la llegada de la filoxera a Burdeos, las viñas se convirtieron en marcas comerciales. “Es una situación que se repitió en otras zonas del país, que a su vez copiaron la experiencia jerezana de crianza”, añadió.
Esta herencia, unida a la querencia española “por legislar de forma exagerada en muchas cosas pero no en el viñedo, lleva a muchas de las incongruencias actuales”, según el distribuidor burgalés. “Si un viticultor no tiene una embotelladora, su labor desaparece. No puede poner el nombre del pueblo en el que nace su vino, pero si una bodega tiene una embotelladora en Laguardia puede poner el nombre del pueblo en su vino, aunque no contenga ni una uva de Laguardia”.
Expresión sin tuneos
Con unas DO tan grandes (Rioja cuenta con casi 64.000 hectáreas frente a las 117.000 en Burdeos repartidas en 57 denominaciones), son las bodegas industriales las que ganan y mandan, pero si se clasificaran los vinos de pueblo “los grandes lo tendrían más complicado”, cree Berciano. “Por desgracia, hemos perdido esa diferenciación. En las catas cada vez es más difícil distinguir entre Ribera, Rioja o Montsant, porque el tuneo en España se ha convertido en una herramienta fundamental. Nadie tunea un Ferrari, pero sí un Renault y en el vino es lo mismo: quien tiene un viñedo excepcional no lo tunea”.
Berciano pintó un panorama pesimista, pero alabó la labor y el potencial de muchos productores jóvenes, que muestran “inquietud y ganas de reivindicar la singularidad de los viñedos, que los miman y son capaces de transmitir esa expresión sin tuneos”.
En opinión del propietario de Alma Vinos Únicos, el primer paso hacia un modelo de calidad es clasificar los vinos de pueblo y permitir que los vinos puedan llevar el nombre de la parcela en la etiqueta.
Cataluña es la comunidad autónoma más avanzada en este sentido: Priorat (1.900 ha) cuenta con los Vi de vila y Vi de finca, mientras que el Penedès acaba de aprobar ocho subzonas diferenciadas y Terra Alta (6.500 ha) y Montsant (1.870 ha) están trabajando en sendos estudios de zonificación “porque aporta valor añadido a nuestras 22 bodegas”, recordó Pilar Just, presidenta de esta última DO, en el encuentro de Laguardia. “Todos sabemos que para sobrevivir hay que diferenciarse”, añadió.
Pero Berciano no lo tiene tan claro. “La legislación española es enemiga de la singularidad; a las grandes marcas no les conviene. Los consejos reguladores son ahora mismo agentes de venta, no protectores de la zona, como era su cometido original. Sin embargo, hay que organizarse. Los pequeños siempre son pequeños pero la suma de muchos se convierte en un grano molesto para luchar por el futuro del vino”.
Desde la audiencia, el propietario de Artadi, Juan Carlos López de Lacalle, también reivindicó la singularidad. “Estamos viviendo de prestado -en la DOCa Rioja-. Nos usurpan el nombre y el trabajo de generaciones pasadas. Tenemos que luchar contra los de la cantidad y tener identidad propia. Los 16 millones de euros en promoción pagados también por nosotros hacen que todavía nos hundamos más”.
En el evento, en el que también intervinieron Marcos Martín, miembro de la Asociación Vinos de Cebreros; David Poveda, gerente de la tienda madrileña Lavinia, y varios blogueros de vino extranjeros, no hubo presencia institucional de la DOCa Rioja pero, según informa Spanish Wine Lover, la línea de trabajo con más posibilidades de salir adelante es el vino de finca y una mejora de las categorías tradicionales de envejecimiento.