Seis vinos singulares para disfrutar ahora y el resto del año

Es diciembre y con la llegada de los anuncios de Freixenet y Codorníu —este año con polémica incluida— llegan también las listas con recomendaciones de vinos para disfrutar de la Navidad o recapitulaciones de los top ten del año.

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La nuestra no pretende ser un recopilatorio ni de los mejores vinos ni de los más apropiados para Navidad. Nos gustan los vinos honestos aunque no sean perfectos y las burbujas —sean cava, espumosos de método tradicional, ancestrales o champagne— en abundancia y en cualquier momento del año.

La lista es, por tanto, una recomendación de vinos que nos gustan y que son singulares bien por su método de elaboración, por sus variedades, por su historia o simplemente porque nos han tocado la fibra sensible.

Como siempre que publicamos clasificaciones de este tipo, la lista es personal y limitada a unas pocas referencias para no aburrir a nadie, pero estaremos encantados de leer vuestras sugerencias en el apartado de comentarios y en las redes sociales. ¡Paz, vino y felicidad para 2020, caníbales!

 

Toto Barbadillo Espumoso Mágnum, Bodegas Barbadillo, Sin DO (28 €)

En Cádiz se han hecho (y se hacen) algunos de los vinos más grandes de España y esta bodega familiar fundada en 1821, es responsable de varios, como su espectacular colección de Reliquias.

Además de conservar historia líquida de la buena en sus cascos de Sanlúcar de Barrameda, Barbadillo lleva muchos años apostando por la innovación. Antonio “Toto” Barbadillo, presidente de la bodega en los años 70, fue quien comenzó a hacer los primeros experimentos con burbujas en aquellos tiempos que hoy en día continúan con Montse Molina y Armando Guerra y este espumoso elaborado con cepas de palomino y chardonnay plantadas en el Marco de Jerez.

Con una segunda fermentación en mágnum y 24 meses de rima, es un vino fresco y con esas notas salinas tan propias de los vinos criados en suelos de albariza. De este espumoso solo se embotellaron 700 mágnums en su primera añada (2016) pero la 2017, que llega al mercado estos días, repite producción de mágnums y suma otras 2.000 botellas de 75 cl.

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Champagne Lacourte-Godbillon Chaillots Hautes Vignes Premier Cru 2013 (59 €)

Como dijo Oscar Wilde, “solo las personas desprovistas de imaginación son incapaces de encontrar una razón para beber champagne”. Si además se trata de un espumoso con la calidad de este 100% chardonnay de añada de dos parcelas en Écueil, al oeste de la montaña de Reims en una zona donde domina la pinot noir, la única razón posible para no beberlo más a menudo es su precio. El consuelo es que sus hermanos pequeños son también muy interesantes y a unos precios muy asequibles teniendo en cuenta que hablamos de Champagne, donde un kilo de uva se paga a más de seis euros (0,30 € en cava).

Vinificado en barricas de madera y sin filtrado ni clarificado, el vino reposa con sus lías en la bodega durante 35 meses y tiene un dosage de 4,5g/l, por lo tanto es un Extra Brut. Con su estructura, pureza, tensión y profundidad no es un champagne de aperitivo, sino que se disfruta mucho más acompañado de comida.

Con sus siete hectáreas de viñedo, Lacourte-Godbillon es un productor pequeño y (de momento) poco conocido que merece la pena seguir.

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Leirana Genoveva, Bodegas Forjas del Salnés, DO Rías Baixas (22 €)

Cremoso, cítrico, salino y elegante, Leirana Genoveva es uno de esos vinos que, sin ruido y de forma discreta, consiguen quedarse en la memoria añada tras añada. Ahora se encuentran en el mercado 2017 y 2018, ambos estupendos.

Las uvas proceden de la finca Genoveva, una parcela con menos de una hectárea de suelos graníticos y arenosos y vides de unos 100 años. En mi opinión, es uno de los mejores blancos con madera de las Rías Baixas precisamente por el uso discreto que Rodrigo Méndez hace de ella ya que al trabajar el vino en foudres usados de 2.500 litros consigue complejidad y textura pero respetando el carácter de la variedad albariño.

Recomendamos comprar una caja, abrir una botella ahora e ir disfrutando de este gran vino a lo largo de los próximos años.

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Sortevera Blanco, Bodega Suertes del Marqués, Sin DO (24 €)

De las empinadas laderas de Taganana, en el extremo noreste de Tenerife frente al océano Atlántico, nace este cautivador vino de terruño elaborado con un abanico de variedades locales centenarias —marmajuelo, forastera, listán blanco, gual, vijariego blanco y malvasía— y plantadas en pie franco.

Jose Ángel Alonso Ramos es el viticultor y propietario de las parcelas de Amogoje, Margalagua y Las Fajanetas y se ha unido con Jonatan García, de la bodega Suertes del Marqués, para trasladar este singular y agreste paisaje volcánico a las 1.750 botellas que se pusieron recientemente en el mercado.

Sortevera fermenta en barricas usadas de 500 litros y se cría sobre lías durante 11 meses. Una parte del vino (25%) macera con pieles durante ocho días consiguiendo estupenda textura y volumen. Buena acidez y frescura con notas salinas, minerales y profundidad en boca. Sortevera blanco forma parte de un trío de vinos de esta zona de Tenerife —probablemente uno de los viñedos más espectaculares del mundo— que nacen con la añada 2018 y que incluye también un tinto (1.200 botellas) y un clarete (600 botellas).

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Carmen, La Comarcal, DO Valencia (16,50 €)

Los valencianos Javier Revert y Víctor Marqués son dos amigos que viajan, catan, beben y viven por y para el vino. Trabajan como enólogos en Celler del Roure y Casa Lo Alto respectivamente, pero hace un par de años decidieron unir su pasión en un nuevo proyecto bajo el nombre de La Comarcal en el que buscan viñedos con personalidad en zonas donde tienen una vinculación a través de amigos, familia o trabajo en la provincia de Valencia.

Su vino Carmen se llama así en honor a la viticultora que cuida las viñas de bobal que se destinan a este vino. Situadas a 800 metros de altitud en la Vereda de Utiel, las dos parcelas plantadas en 1915 se trabajan en biodinámica desde hace unos 20 años. En la elaboración, Javier y Víctor buscan expresar el terruño sin enmascarar la fruta y manteniendo la frescura por eso Carmen fermenta con levaduras autóctonas y un 20% de raspón y se cría en huevos de hormigón durante 12 meses sin tocar madera. El resultado es un vino fresco con perfil mediterráneo y notas de fruta roja y especiadas en donde el tanino está presente, pero sin aristas.

Javier Revert también tiene su propio proyecto en La Font de la Figuera, su pueblo natal, donde trabaja viñas plantadas por su bisabuelo con variedades mediterráneas como las blancas tortosí, trepadell o verdín y tintas como la arcos o la monastrell, entre otras. Merece la pena buscar sus vinos, llamados Micalet (blanco), Sensal y Simeta (tintos).

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Charme, Niepoort, Douro (58 €)

Dirk Niepoort es uno de los enólogos más prolíficos y respetados de Portugal y miembro de una de las familias con más solera en la elaboración de los tradicionales vinos fortificados de Oporto. Las empinadas laderas y terrazas del Douro son su epicentro, pero Niepoort no limita su trabajo a esa zona sino que su inquietud le ha llevado a hacer vinos con productores de Sudáfrica, Austria o España (Equipo Navazos y Raúl Pérez).

De su gama de vinos tranquilos, Charme es mi favorito. Procede de viñas viejas, principalmente tinta roriz (tempranillo) y touriga franca, plantadas en el Vale de Mendiz, a orillas del Duero cerca de la localidad de Pinhao, y aunque su origen es 100% Douro, su alma está en Borgoña, una zona que Dirk Niepoort admira.

Para su elaboración, los racimos sin despalillar se pisan con los pies en lagares de piedra tradicionales y tras una breve maceración, el vino fermenta en barricas de roble francés, donde se cría durante 17 meses. El resultado es un tinto etéreo pero concentrado, con aromas complejos en los que predomina la fruta roja y una boca fresca, con taninos elegantes, gran finura y buena persistencia. La añada que yo probé, 2015, está en un momento espectacular.

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