Castell d’Encús: vino de altura y de autor

Una mirada a la historia de los vinos y los viñedos de Raül Bobet, enólogo y propietario de Castell d’Encús

Rais Esteve

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Que palabras como Ekam o Majjan formen parte del vocabulario habitual de un maridaje es símbolo de la relevancia de los vinos de Castell d’Encús. En una finca de vistas insuperables, a la que se llega tras una serpenteante carretera desde el Pantà de Sant Antoni (en la comarca del Pallars Jussà), a alturas entre 800 y 1200 metros los viñedos acumulan nutrientes rodeados de naturaleza e historia. La excursión -de unas dos horas y media- desde Barcelona, merece todos los minutos que implica. 

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Viñedos con vistas.

La historia de Castell d’Encús empieza en 2001, cuando por casualidad, Raül Bobet llega a la finca tras perderse en la búsqueda de su tierra prometida para sus viñedos. Desviado de su camino en busca de tierras adecuadas, en una escena mesiánica, decidió dormir la siesta y se despertó de ella sabiendo que se quedaría en esa parcela. En efecto, el Castell d’Encús contaba unas condiciones idóneas ante el cambio climático. Para añadir contexto, hay que situarse en el 2001: el año siguiente al efecto 2000, el año de las Torres Gemelas, el año previo al Euro en España y cuatro años antes del primer tratado climático internacional. En ese 2001, cuando el cambio climático aún no era un concepto para la mayoría, Raül entendió la alerta del incremento de las concentraciones de carbono detectado por la comunidad científica a lo largo de los años 90. 

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Raül Bobet, enólogo y propietario de Castell d’Encús.

Así, fruto de la casualidad en el camino y del conocimiento científico, años antes de los movimientos en busca de zonas de más altura de las principales bodegas, nació el Castell d’Encús en cotas de 800 metros y sumando, persiguiendo la quimera del gran vino. Desde entonces, la mirada de Raül Bobet dirige un proyecto con una trayectoria clara y visión de futuro. Viñedos ecológicos, energia limpia (fue la primera bodega del Estado en usar geotermia), la preservación de una microrreserva natural en colaboración con ingenieros forestales, método científico y conocimiento químico. Y, el término más importante de la ecuación, el vino; que es para Raül una forma de interpretar la naturaleza, una manera de expresarse, una pasión compartida y un producto infinito en aromas y potencialidades.

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El Laboratorio d’Encús.

Raül me recibe en su laboratorio, con camisa de catedrático y alpargatas de pagès. Rodeados de matraces, probetas y equipos de medición, y con una pizarra de fondo en la que conviven ecuaciones de física cuántica con un principio económico, intento acceder a la mente poliédrica de Raül Bobet, que es lo más cercano al homo universalis renacentista, el erudito polifacético que habla del significado de palabras en sánscrito, de filosofía y de historia –Ekam como unidad de los Dioses, Majjan como tuétano, esencia y Thalarn como se escribía en el siglo XI- mientras pone en valor el trabajo en equipo de la naturaleza, el método y la intuición gaussiana. Salimos del laboratorio acompañados de sus fascinantes perros -Gauss y Curie-, y me explica la historia del emplazamiento y de cómo lo que inicialmente era un suelo calcáreo con el clima ideal, fue finalmente un emplazamiento mágico, que escondía una ermita y nueve tinas de fermentación del siglo XII, construidas por los monjes hospitalarios de la Orden de Malta. 

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Tina de fermentación, en uso de nuevo en el Celler d’Encús.

La trayectoria de esta bodega es un camino natural, tan lógico como aleatorio, de una mente científica que nació en el campo de Lleida y volvió a la tierra con método, es el relato de un vino que naturalmente -y sin campañas especiales- ha llegado a las cartas de los más grandes restaurantes, a las narices de los mejores sumilleres. La historia de Castell d’Encús es la suma de casualidades y conocimiento, en una armonía acompasada de intuición y análisis. En proyecto, un futuro centro de investigación y desarrollo de vino y conocimiento del vino, para perpetuar su magia -el aprendizaje continuo- y, en palabras de Raül, luchar contra la atomización del sector e investigar para afrontar todos los retos que vienen: el clima, el carbono, el agua, la adaptación.

 

Quien los ha encontrado en restaurantes conoce el carácter de sus vinos, de nariz llena y con muy buena evolución, que aguantan tanto un maridaje como una comida. El precio de venta en tiendas especializadas varía según el volumen de producción de cada referencia, rondando los 30 euros para sus blancos -por ejemplo, 27 euros por el Ekam (Riesling, Albariño, con una producción de alrededor de 35.000 botellas); los 49 para sus vinos negros (39,9 por el Acusp, Pinot Noir, 11.500 botellas), y, con precios más exclusivos, fórmulas de menos de 2000 botellas, tipo Ekam Essència -Riesling, 53 euros-, Saktih  (Sauvignon Blanc, 95 euros) o Saktih Petit Verdot -de la uva que le da nombre, 150 euros-. 

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Los vinos ofrecidos en la visita para catar.

Para conocer más de Castell d’Encús y respirar su historia, ofrecen visitas diarias a las 11:00, donde además de visitar la bodega y su entorno, se realiza una cata de 6 de sus referencias por 35 euros.

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