Brad Call, el “loco” americano que elabora vino en Mas Clarella

Mónica Ramírez

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Brad Call es el americano “loco” -tal y como definían los autóctonos ursaonenses atónitos ante los camiones de gravilla que trajinaban en Mas Clarella hace unos años- que compró la finca de Santa María de Besora en 2013 para elaborar vino en una zona poco propicia a ello. Ocho años después, comercializa la primera producción.

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Residente habitual en Wyoming, Brad Call es un empresario con diversos negocios en Estados Unidos que, después de una incursión en Francia, dibujó un futuro vinícola entre sus próximos proyectos. Alguien le habló de una magnífica finca en la comarca catalana de Osona y ya en la primera visita “se enamoró” de la casa y su entorno. A quienes hayan visitado esta masía no les extrañará el flechazo, sobre todo, después de las reformas. A los que no, por ahora, tendrán que conformarse con un paseo por el ciberespacio, donde comprobarán que otra vida es posible, solo que, para los simples mortales, es muy cara. No para Brad que ha invertido unos 15 millones de euros en darle forma a ese sueño. Cifra que algunos autóctonos vaticinan que será difícil de recuperar. El tiempo, sabio y maestro, confirmará cuanta verdad esconde el augurio.

Por ahora, la única verdad palpable es que la belleza del emplazamiento (un paisajista se encargó de colocar cada árbol, cada arbusto y cada hoja en su sitio para acentuar el atractivo de un entorno ya de por sí increíble) invita a la celebración de eventos y alojamientos premium. Una opción que no se descarta en unos años. Eso sí, si disfrutan de la oportunidad de la visita, no se asusten si de, repente, en el interior de la masía-museo se trasladan de una a otra estancia a través de una estantería que se abre a modo de puerta; la casa alberga pasadizos secretos, entre otros tesoros.

 

Los vinos

En esta aventura, a Brad le acompaña Gregorio Gordaliza, ingeniero agrónomo y enólogo implicado en diversos proyectos vinícolas en Ribera del Duero, Rioja, Toro, Rueda, Cigales y Valdeorras. “Estamos en un terreno de unos 900 metros de altitud, con un clima prepirenaico con mucha precipitación, lo que dificulta el cultivo de viñedo. Tampoco ayuda la posición de la vid. Es una zona extrema, pero tras un estudio de viabilidad, vimos que era posible”, explica el especialista.

El terreno, con una superficie de 25 hectáreas, dedica 5 a la uva de las variedades: ull de llebre, macabeo, riesling y pinot noir. Y añade “tenemos pensado iniciar un proyecto de recuperación de variedades”, un objetivo que implicará la inversión de 10 millones de euros pero que forma parte más del futuro que del presente. En cuanto al tipo de viticultura, el enólogo asegura que, ahora, no pueden practicar la ecológica “aunque entra dentro de los planes a diez años vista” pero procuran utilizar “el menor número posible de productos fitosanitarios”, aclara.

Gregorio, Goyo para los que lo conocen, afirma que “son los primeros de la zona” y que, debido al cambio climático, está seguro que “en unos años habrá más bodegas”. Como precisó el periodista Ramon Francás, el mérito de ser pioneros no es exactamente tal ya que en la comarca se ubica, desde 1998, otra bodega: Masia Vila-Rasa. En cuanto al aumento de proyectos vinícolas se intuye que, efectivamente, así será. No sabemos si, concretamente, en la comarca de Osona pero sí en el norte de Catalunya. De hecho, conscientes de que el cambio climático acecha, un ejemplo de ello es Gramona, bodega que ha decidido probar con el cultivo de vid en otras latitudes por lo que han adquirido unas cinco hectáreas de terreno cerca de La Cerdanya. No será la última.

Por ahora, los vinos que se comercializarán son dos tintos crianza, 2019 y 2020, un reserva 2019 y dos blancos. “En la bodega estamos rodeados de montaña y nuestros vinos deben representar esto, así que no podemos pedir vinos cálidos, estructurados… Por otro lado, la añada, dadas las características climatológicas, va a ser clave en cada vino”, indica Goyo. Los precios oscilarán entre los 10 y 28 euros.

Además de vid, Brad explica que la finca dispone de 150 olivos, así que no descarta la producción de aceite.

Vacuna contra el covid

Como explicábamos al principio, Brad Call es un empresario con muy diversos negocios. Cuenta con gasolineras, supermercados, asesora a empresas para introducir el 5G y ahora está embarcado en un proyecto con un fin social. Actualmente está trabajando junto a un amigo científico en una vacuna para el cáncer y otra para la covid. Se trata de un proyecto biotecnológico que puede adaptarse a varias enfermedades. En el caso del covid, Brad afirma que su vacuna no necesita conservarse en frío -lo que facilita la distribución en países con accesos complicados-, es suficiente con una dosis y es mucho más barata que las actuales. Por ahora, las pruebas en animales han sido un éxito, con lo que prevén empezar las primeras pruebas en humanos en enero en una fase 1. Si todo sale bien, se realizará una segunda fase en primavera. Veremos. Igual este americano, resulta que no está tan loco.