Uno de los nuestros: Sarah Jane Evans

Como poseedora del título de Master of Wine, la opinión de la británica Sarah Jane Evans sobre un vino o una zona de producción cuenta, y mucho. La presidenta de este selecto y prestigioso club con 372 miembros —los únicos seres del mundo que han conseguido superar los durísimos exámenes teóricos y de cata a ciegas que les acreditan como Maestros de Vino— es además jurado en concursos como Decanter Awards, en el que una buena medalla puede ser el pasaporte de entrada a nuevos mercados.

Su afición por los vinos españoles comenzó en Madrid, donde trabajó como au pair en 1972 antes de matricularse en la Universidad de Cambridge. Allí estudió Ciencias Políticas y Sociología y recuerda que en lugar de beber sidra o cerveza, ella prefería el fino, una bebida popular entre los profesores de este insigne centro.

Tras más de una década como directora de la revista BBC Good Food y con el flamante título de MW desde 2006, sigue colaborando como periodista en varios medios británicos especializados y es miembro de la Gran Orden de los Caballeros del Vino, que integra a personas destacadas por su labor de difusión de los vinos españoles en el Reino Unido.

Sarah Jane Evans es una experta en Jerez, pero sus intereses no se limitan al vino. Fue fundadora de la Academia del Chocolate, tema sobre el que ha escrito un libro, y le encanta la música. Confiesa que de no haber sido periodista y escritora, le hubiera gustado ser cantante. Su marido y sus hijas “tienen una habilidad excepcional para la música” pero ella, a pesar de su interés, se limita “a cantar en el coche donde nadie me puede oír”.

¿Un vino para probar antes de morir?

No puedo elegir sólo uno. ¡Es imposible! He tenido el privilegio de disfrutar de vinos fabulosos y me gustaría seguir descubriendo cosas nuevas. Además, me niego a creer que hay un gran vino; hay muchísimos vinos que son fascinantes y memorables, aunque es cierto que ahora estoy disfrutando de la oportunidad de poder probar Riojas viejos porque hay más disponibilidad a medida que la gente abre sus colecciones.

¿Cuál es el último vino que has comprado?

Una botella de Shiraz Cabernet de Australia. Mi cuñada ha estado gravemente enferma, aunque afortunadamente ya se está recuperando. En el hospital nos dijeron que podía tomar una copa de vino así que salí a comprar una botella a la tienda más cercana. Era un lugar pequeño y con una selección bastante pobre; ese vino australiano potente y con volumen me pareció la mejor elección.

Sarah Jane Evans¿Cómo incentivarías el consumo de vino entre los jóvenes?

En primer lugar, tenemos que entender que nadie está obligado a beber alcohol. Mis hijas tienen varias amigas veinteañeras que solo toman refrescos. Para los demás, es cuestión de introducir el vino de forma sensata con las comidas.

Por mi trabajo, a menudo tengo que catar vinos; mi familia y amigos están acostumbrados y ya saben que siempre pueden beber más pero también saben que si no les gusta un vino, no tienen obligación de terminárselo y pueden probar otro diferente. Así  también pueden ir definiendo sus gustos.

En casa nos interesa el vino y la gastronomía y hablamos de sabores y de lo que nos gusta. Cuando mis hijas eran pequeñas solían beber tinto y casera con sus padrinos, que son españoles (siempre más casera que tinto, ¡claro está!). A medida que se han ido haciendo mayores les he ido mostrando vinos diferentes, más ligeros y afrutados para empezar.

Una de las cosas buenas de mi trabajo es que todo el mundo aprende a respetar el alcohol; a casa me llegan un buen número de botellas de vino y licores y mi familia sabe que no se pueden tocar hasta que yo las haya probado. En alguna ocasión que he estado de viaje me han mandado un mensaje con la foto de una etiqueta preguntando si podían abrir la botella. Si les digo que sí, también saben que tienen que dejar un poquito para que yo lo pruebe cuando llegue a casa.

Unas chicas de entre 20 y 30 años que trabajan en una de las revistas en las que escribo me contaron que prefieren el vodka porque tiene menos calorías. Me decepcionó mucho escuchar eso; es como esta nueva moda de tomar champagne brut natural, sin licor de expedición, porque no engorda, cuando en realidad las calorías son prácticamente las mismas. Yo pienso que siempre es mejor disfrutar de lo bueno, aunque sea en pequeñas cantidades.

¿Un referente en el mundo del vino?

Sobre todo los viticultores  y enólogos, los verdaderos expertos que centran sus esfuerzos en obtener la máxima expresión de los suelos con los que trabajan. Es un privilegio poder pasar tiempo charlando con ellos.

¿Con qué maridaje te has emocionado?

A menudo disfruto de varios vinos durante una comida mientras los analizo. Para mí el placer es salir a comer por ahí y encontrar un vino interesante, alguno que desconozca o que no tenga ocasión de probar a menudo. El maridaje no tiene que ser sensacional, aunque el jerez siempre es capaz de hacer brillar un buen menú.

Soy fundadora de la Academia del Chocolate y he escrito un libro sobre el tema así que me gusta mezclar los sabores del buen chocolate fino con bebidas alcohólicas. Vinos como Barolo Chinato, Banyuls y Oporto tawny son interesantes, pero no me gustan los tintos con el chocolate porque los taninos suelen resultar agresivos.

¿Una carta de vinos de un restaurante?

España es sin duda alguna, el mejor lugar del mundo para comer. No he tenido todavía la suerte de comer en El Celler de Can Roca pero quiero hacerlo este año. He catado con Pitu Roca y me encanta porque es un experto generoso y muy simpático. En San Sebastián disfruté mucho con el maridaje y la sorprendente cocina de Mugaritz: probamos vino, cerveza… y me entusiasmó. Sin salir de San Sebastián, no me olvido de Rekondo, donde he tenido la ocasión de compartir con amigos unos Riojas viejos fabulosos con unos platos deliciosos y sin complicaciones.

En Londres han abierto unos cuantos bares de vinos como Vinoteca, 28:50, 10 cases etc. con cartas de vinos cortas pero fascinantes y una gran oferta por copas. En Bilbao me encanta el concepto tan original de Bodega Urbana, con dos fantásticos enólogos al frente como son Pepe Hidalgo y Ana Martín. Es una especie de mini bodega, con tienda y bar y una carta interesante de vinos que pronto abrirá también en Madrid.

¿Una bodega para la historia?

Hay varias: Ferrer-Salat es una gran combinación entre capacidad técnica y belleza arquitectónica; Hidalgo-La Gitana con sus venerables bodegas con techos bajos y nidos de cigüeñas o las ánforas de barro tradicionales de Georgia (conocidas como kvevri) que se entierran en el suelo.

¿Tu variedad preferida?

Me gusta la Palomino de Jerez; la Garnacha en su variedad de estilos y la frescura impactante de la Cariñena (Samsó) tal y como se muestra en algunos suelos del Priorat. También Godello, Riesling, Pinot Noir, Touriga Nacional; vinos que ofrecen una expresión pura.

¿Puede terminar la frase? No quite el ojo a…

la idea de que el vino es para disfrutar y compartir, no para tomar notas de cata ni para tomárselo demasiado en serio.