Viña Vilano piensa en rosa

Mónica Ramírez

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No es ningún secreto que las bodegas aspiran a conquistar el paladar de los más jóvenes. De hecho, en los últimos años hemos asistido al diseño de las más diversas y variopintas fórmulas para obtener el beneplácito de un público al que le intimida esa complejidad asociada al mundo del vino. Y no queda aquí. Entre los argumentos que esgrime la juventud para preferir otro tipo de bebidas, también se encuentra el precio –o la creencia de que va vinculada a un nivel económico determinado y a una cierta edad- y hasta un cierto esnobismo que a algunos les produce mucha pereza.

Caramelo de violeta en copa. Rosado Think Pink. Foto: Mónica Ramírez
Caramelo de violeta en copa. Rosado Think Pink. Foto: Mónica Ramírez

En los últimos años, hemos visto desfilar botellas con etiquetas llamativas –cuyo colorido ha abierto la puerta a otras gamas del pantone-; han entrado en juego diseñadores de moda para vestir las botellas; se han relegado a un cajón los nombres de títulos nobiliarios -o de imponentes emplazamientos como los “castillo de”, “torre de”, “palacio de…”- para dejar paso a otros más modernos, jocosos e incluso desconcertantes; se ha normalizado el tamaño benjamín para los envases –e incluso a algunos se les ha incorporado un singular “tapón” que se convierte en copa para consumir sin perder el estilo-; se han aparcado los vinos maderizados para dejar entrar la fruta o incluso algunos les han cambiado el color. ¿Todo está inventado?

Para Viña Vilano (Pedrosa de Duero, Burgos) no. La bodega le ha dado una vuelta de tuerca más y ha conseguido lanzar al mercado un blanc de noir 100% tempranillo con un color que lleva nombre propio: “rosa tudor”, tal y como apunta el enólogo José Carlos Álvarez. Y realmente consigue el objetivo: sorprender. Antes de pasar a nariz, una de las primeras preguntas que surgen es “¿cómo se consigue ese tono?”.”Tras meses de pruebas y tecnología”, es la respuesta. Sin embargo, lo realmente singular reside en su degustación. Think Pink, tal y como han bautizado al retoño, es un vino fresco, informal, con aromas florales a madreselva, frambuesas, cerezas… un vino con una nariz que se ha buscado potenciar añadiendo un caramelo de violeta en la copa. Este blanc de noir, posiblemente, despierte los recelos de los más ortodoxos pero para una primera toma de contacto o simplemente para aquellos que aspiran a tomar una copa diferente, sin pretensiones, ni complejos, ajena a la parafernalia del ritual enológico y con el único objetivo de disfrutar, entre amigos y risas, en una moderna terraza veraniega de alguna isla, ¿por qué no? El precio de salida al mercado rondará los diez euros.

Pero las novedades no acaban aquí. Si estudiamos el portafolio de esta bodega, observaremos que todos sus vinos adscritos a la D.O. Ribera del Duero son monovarietales de tempranillo. Por esa misma razón, Viña Vilano ha decidido ampliar su registro habitual para dar cabida a nuevas variedades, en este caso la cabernet sauvignon y la merlot. Una estrategia que les ha llevado al lanzamiento del tinto Vilano, elaborado -en una pequeña proporción- con las dos francesas además de la tempranillo. El precio de este tinto ronda los 25-30 euros y estará disponible en el mercado después del verano.

Por último, dentro de los planes estratégicos de la empresa se halla acceder también a un tercer segmento del mercado, el de los top. Y aquí ya nos ponemos serios. El último, y más ambicioso, proyecto de la bodega, en el que todavía están trabajando, no tiene ni nombre, ni fecha definitiva de salida al mercado -será en 2018 pero falta todavía concretar-. Lo que sí sabemos es que la uva procede de las más antiguas cepas que posee la bodega -pertenecientes a la finca Vilano- y que su perfil respondería a un tinto de alta gama que aspira a competir con los top ten y a hacerse un hueco entre los vinos de autor. Tras su cata, aunque todavía es pronto para determinar su evolución, apunta maneras. Eso sí, habrá que esperar más de un año para conocerlo definitivamente en copa. Su precio rondará los 50 euros.

Tres proyectos que son toda una declaración de intenciones y que responden a los planes de posicionamiento estratégico de la bodega.

Viñedos de Viña Vilano. Foto: Mónica Ramírez
Viñedos de Viña Vilano. Foto: Mónica Ramírez

En la Ribera del Duero

Este territorio que inició su andadura en los años ochenta con siete bodegas cuenta actualmente con unas 300, un dato que refleja el espectacular crecimiento de la zona. Viña Vilano, con un trayectoria de más de cincuenta años, se incorporó a la denominación de origen en el 86 cuando todavía las pocas hectáreas de viñas viejas se repartían entre unos pocos.

A diferencia de otras zonas como Cigales o Toro, Ribera del Duero cuenta con una mayor proporción de suelos de arcilla -no hay que perder de vista también que las viñas más viejas suelen estar plantadas en arena-. Esta característica del terroir unida a un clima con variación de temperatura entre el día y la noche y el perfil de la autóctona tempranillo ofrecen unos vinos estructurados, carnosos, con más concentración de tanino que en otras zonas y con más color.

Por su parte, Viña Vilano dispone de unas 300 hectáreas de viñedo, algunas de ellas con cepas centenarias, y un portafolio con vinos premiados en diferentes certámenes vinícolas. Sus viñas de tempranillo, variedad bajo la que elabora todos sus tintos -excepto la novedad mencionada anteriormente- dan para dibujar un perfil enológico que ofrece diferentes versiones gracias al juego del binomio madera-elaboración. Es así como obtienen Viña Vilano Roble (con cuatro meses de crianza), Viña Vilano Roble Black (con ocho), Vila Vilano Crianza (con catorce), Viña Vilano Reserva (con veinte) y su vino top -hasta el lanzamiento del nuevo proyecto- Terra Incógnita (con veintidós). A estos se suman el Viña Vilano Tinto, el Rosado -en el que utilizan la técnica del sangrado- y un verdejo elaborado en la D.O. Rueda con el nombre de la bodega.

Desiderio Sastre, gerente de la bodega, junto al enólogo Jose Carlos Álvarez -ambos con una trayectoria que incluye su paso por la presidencia de la D.O. Ribera del Duero-, capitanean una etapa en la que Viña Vilano asume nuevos retos y delinea las formas de un presente que se alza sobre el pasado y al que no le asusta el futuro. Veremos que más sorpresas nos aguardan en ese camino.

Fondo de viñas en la Ribera del Duero. Foto: Mónica Ramírez
Fondo de viñas en la Ribera del Duero. Foto: Mónica Ramírez