Entrevista a Juan Mari Arzak

"San Sebastian Gastronomika convertirá a la ciudad en la capital gastronómica del mundo"

Pau Albornà

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«San Sebastian Gastronomika convertirá a la ciudad en la capital gastronómica del mundo»

  • Juan Mari Arzak, cocinero del restaurante Arzak, situado en… ¡donde va a ser!, en Guipuzcoa, en San Sebastián.
  • Un producto: los huevos.
  • Un principio: la sinceridad.
  • Un referente: mi madre.
  • Un deseo: ser lo más feliz posible.
  • Una frustración: no poder dedicarme a la cocina.
Juan Mari Arzak
Juan Mari Arzak


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Juan Mari Arzak es un tipo entrañable. Esta es la primera reflexión que me viene a la cabeza, después de mi última visita al santuario de los Arzak, memoria viva de la gastronomía. Mientras charlábamos, tuve que parar la grabadora tres o cuatro veces. Llamaban al teléfono, y lo cogía él mismo; venía el chico del café, y Juan Mari lo atendía para decirle que los últimos días había notado algo fuera de lo normal… Vamos, que es uno de los mejores cocineros del mundo y no pierde los galones para nada, se pondría a barrer si hiciese falta. Podría estar horas hablando con uno de los padres de la Nueva Cocina Vasca y os aseguro que no me aburriría ni un minuto: tiene anécdotas para llenar millones de páginas y una sabiduría culinaria que muy pocas personas en el mundo pueden abarcar.

La bodega del restaurante es una joya del vino, con casi 2.500 referencias y un espectacular volumen total de 90.000 botellas, pero nada le tiene que envidiar el Banco de Sabores, una museo del laboratorio de investigación que contiene la friolera cifra de 1.600 productos e ingredientes con los que seguir creando. Arzak es uno de los restaurantes que lleva más años con tres estrellas Michelin, y su cocina, «de autor, investigación, evolución y vanguardia», se va renovando constantemente para adaptarse a los nuevos tiempos. Prueba de ello es el relevo que está demostrando Elena Arzak, cuarta generación de una saga que, en 1897, levantó la casona en el Alto de Miracruz. Pero lo tiene crudo si quiere jubilar al viejo rockero, porqué Juan Mari morirá, sí o sí, en los fogones.

¿Quién es Juan Mari Arzak?

Un cocinero donostiarra que ha tenido la suerte de que su trabajo sea su hobby.

¿Y el viejo rockero? – Así es como le llaman amistosamente los cocineros.

Un hombre al que le ha gustado mucho andar por la vida – se ríe – y al que le gustaría conocer el mundo de día.

Muchos dicen que la cocina española no sería lo mismo sin ti…

Yo creo que esto no es cierto. Cuando Pedro Subijana y yo empezamos con la Nueva Cocina Vasca, que siguieron grandes cocineros como Martín Berasategui o Hilario Arbelaitz, no sabíamos lo que estábamos consiguiendo y el mérito es de muchísimas personas. Después ha venido la nueva hornada de cocineros vascos, como Andoni Luis Aduriz y muchos otros, y tampoco podemos olvidar todo lo que han hecho personas como Carme Ruscalleda, Joan Roca o Quique Dacosta. Pero, sin duda, ha sido muy importante la aportación del gran genio de todos los tiempos, Ferran Adrià.

¿La cocina española contemporánea sería la misma sin el País Vasco?

Había un poso anterior muy importante, pero lo que no sabemos es si otros lo habrían hecho si no hubiéramos empezado nosotros. Esto siempre será un misterio…

A la purée
Arzak, a la purée
¿Cuál crees que fue la principal aportación de la Nueva Cocina Vasca?

Representó el principio de la evolución y de la cocina de vanguardia.

¿De dónde nacía tu inspiración?

Nos movíamos mucho, íbamos a menudo a Francia… pero es que salía de cualquier lado, de las sociedades gastronómicas, de amigos que te decían cosas, de gente que te daba ideas para una receta, del paisaje… ¡De todas partes! Pero es indudable que a parte de los libros, si escuchas a la calle, puedes aprender mucho como cocinero.

¿Qué es lo que te empujó a crear en un momento en el que no existía ninguna referencia?

La inquietud. En nuestra tierra, en el País Vasco, todo el mundo estaba trabajando por su cota de cultura, era un tiempo en qué la sociedad quería cultivarse; y cuando Pedro y yo fuimos a la primera mesa redonda que organizó la revista Gourmets en Madrid, donde vimos a Paul Bocuse y a todos los demás, empezamos a percibir la cocina de otra forma.

¿Con quién aprendiste más: con tu madre o con Bocuse y Troisgros?

Donde auténticamente me di cuenta que era cocinero fue en la Escuela de Hostelería de Madrid. Yo nací en el restaurante y, ya de más mayor, ayudaba a mi madre en vacaciones porqué estaba interno fuera. Había visto los banquetes que se hacían aquí pero no me gustaban, así que era un momento en qué no sabía que hacer. Entonces, me fui a Madrid a estudiar para ser aparejador y, en el segundo trimestre y sin un duro, me encontré a un amigo. Me dijo: «Estoy haciendo escuela de hostelería», a lo que respondí, «¿pero esto que es?». Yo tenía 19 años y ahora tengo 67. Me explicó que ibas a clase y que era fácil aprobar, mientras que los fines de semana hacías extras y te ganabas un dinerito. Por si fuera poco, en verano te ibas a hacer practicas por el mundo y te pagaban.

El comedor
El comedor
No pintaba mal ¿no?

¡Nada mal! Pero se lo dijo a mi madre y se llevó un disgusto terrible, ella quería que fuese ingeniero.

No quería que siguieses sus pasos…

No, porqué le parecía muy duro y prefería algo mejor para su hijo después de tantos años de esfuerzo. En el segundo curso en Madrid, me acuerdo que cocinando un plato que se llamaba Faisán al estilo Alcántara, reflexioné y me dije que había acertado. Desde entonces, no me he arrepentido nunca de haber escogido la cocina.

Y cuando te fuiste a Francia, ¿cambió mucho tu visión?

Habíamos ido a Le Relais de la Poste y a Michel Guérard, cerca de San Sebastián, pero más adelante nos fuimos a ver a Bocuse y Troigros. Todos ellos nos abrieron el campo de visión, pero yo creo que fue la Escuela de Madrid la que me enseñó de verdad, la que me aportó la percepción interactiva.

¿Resultó difícil introducir todo este bagaje a Arzak?

Como lo de los banquetes no me gustaba mucho, no tenía claro si me quedaría aquí, pero estuve un año trabajando con mi madre y después me di cuenta que éste era mi lugar. Y, un buen día hice un pequeño cambio, hice mis primera pruebas para renovar platos y hacer un poco de deconstrucción de recetas antiguas… pero no venía ni Dios. Suerte que no teníamos problemas económicos porqué a mi madre le iba muy bien con los banquetes. En ese momento, sólo había dos asadores de carne: Rekondo y Casa Julián, de Tolosa. Y puse un asador para atraer un poco a la gente…

La lógica económica siempre ha estado vigente…

Así había algo de ambiente en el comedor y aquello resultó muy fuerte. A base de asar chuletas y pimientos, pude ir metiendo otras cosas y, con el tiempo, llegamos a triunfar.

La bodega
La bodega
¿Te diste cuenta de lo que estabas consiguiendo?

En la vida nunca he pensado lo que quiero conseguir, pero me enseñaron que tienes que hacer siempre lo que te gusta y que el que entra por la puerta tiene que salir contento. No he sido absolutamente nada competitivo, aunque fui campeón juvenil de España de balonmano y uno de los primeros windsurfistas de San Sebastián. No he ido nunca a buscar una, dos o tres estrellas… han venido sin esperar nada, lo malo es cuando tienes y te las quitan. Lo que quiero decir es que tuve la suerte de tener una madre que no tenía problemas económicos, hecho que me permitió tener más tiempo para pensar.

Se debe notar mucho más la presión al tener un negocio de 4 generaciones a tus espaldas…

No, porqué era un negocio muy popular, mi hija Elena lo va a tener mucho más difícil. Venían los pescaderos, los caseros… a comer una cocina muy sencilla. Lo más complicado es coger una herencia como la que le tocará seguir a Elena.

¿Qué significa para ti que Elena haya seguido tus pasos?

Es como una lotería. Llevas toda la vida trabajando en la cocina y, encima, tienes la suerte de tener una hija que es una enamorada y una apasionada del tema, hecho que te permite seguir proyectando con la seguridad de que hay gente que te sigue. Por otro lado, también tenemos un súper-equipo con el que llevamos muchos años juntos.

Elena y Juan Mari, los Arzak
Elena y Juan Mari, los Arzak
¿Es difícil el trabajo entre padre e hija?

Elena y yo discutimos todos los días, pero no nos hemos enfadado nunca. Estamos a la misma altura de conocimientos, y tenemos que tomar decisiones en cuanto a conceptos, formas y otras cuestiones. Para lograrlo, es imprescindible tener confianza el uno con el otro, pero somos un tándem ya que nunca saldrá un plato a la carta si no estamos los dos de acuerdo.

¿Hay platos Juan Mari y platos Elena?

Tenemos los gustos muy parecidos y, cuando estamos en el Laboratorio, ella dice «¿por qué no le hechas un poco más de perejil o de tandori?». El buen plato se hace en conjunto y, al final, el gusto lo damos entre los dos. Se puede hablar de una cocina de los Arzak pero no hay platos de uno o del otro.

¿Crees que el día que no estés en Arzak, va a cambiar mucho la cocina del restaurante?

Todos estamos evolucionando siempre, pero siempre debe ser ella misma.

No es fácil ser «el hijo de»…

Nunca se sabe lo que pasará con una persona cuando tu no estés, pero a veces es injusto porqué el padre tapa con su imagen y no te juzgan como es debido.

A excepción de Elena y Carme Ruscalleda, casi no existen mujeres en la alta cocina. ¿A qué es debido este monopolio masculino?

La verdad es que no lo sé, pero siempre ha habido más cocineras que cocineros. Antes, la mujer se quedaba a cocinar en casa y el hombre traía el dinero a la familia. En los grandes hoteles, ha habido siempre jefes de cocina ya que el trabajo era más duro, mientras que los restaurantes populares era llevados principalmente por mujeres.

Pero en la sociedad hay muchas más cocineras que cocineros…

En la alta cocina no sucede lo mismo que en la realidad y, la verdad, es que es un fenómeno que no me puedo explicar.

Cordero con café cortado
Cordero con café cortado
Llevas 20 años con tres estrellas Michelin… ¿Es más difícil mantenerse que llegar?

Tienes más miedo en mantenerte que en llegar, pero una vez lo consigues sí que te preocupa que te la quiten. He tenido la suerte de poder seguir haciendo una cocina evolutiva y, de momento, sigo teniendo las tres estrellas, pero lo tienes que hacer muy bien cada día para seguir a este nivel.

¿Qué tiene San Sebastián para ser la ciudad del mundo con más estrellas Michelin por m²?

Lo único que te puedo decir es que en San Sebastián la gente tiene una adoración hacia el comer.

Una cultura gastronómica…

Creo que aquí reside la explicación de todo, nosotros somos un reflejo de nuestra sociedad, un pueblo donde hay sociedades gastronómicas y unos grandes conocimientos sobre cocina. Estoy seguro de que sin esta cultura, el nivel de cocina sería mucho más bajo.

¿Qué opinas sobre el ranking de la revista Restaurant?

Es otra más, pero a mi me ha ido muy bien, lo que pasa es que nos tenemos que mentalizar en qué las guías son sólo una opinión. Debemos reconocer que sin la prensa y los medios de comunicación no llegaríamos hasta tan lejos.

Del huevo a la gallina
Del huevo a la gallina
¿Listas injustas?

Pues claro, son una opinión muy importante pero sólo una opinión. Es difícil, pero tenemos que conseguir que los cocineros se centren en que la gente coma bien y en que salga contenta del restaurante. Lo vital es tener un buen equipo, un gran producto y conseguir que el cliente se lo pase en grande comiendo.

Tu cocina, muchas veces se define como compleja, con un estilo muy propio.

Es una cocina de autor, una cocina de investigación, evolución y vanguardia. Los cocineros volamos mucho, pero tenemos siempre presentes las raíces de nuestra cultura. A pesar de coger ideas en China o en Sudamérica, venimos aquí y pensamos en euskera. Yo siempre digo que no tiene que ser como en las discotecas, donde cierras los ojos y oyes a U2 pero no sabes si estás en Hong Kong, en Barcelona o en Donosti. Cuando comes un plato, tienes que saber que estás en un lugar determinado.

¿Qué opinas de las críticas a la cocina de vanguardia y a su relación con la tecnología?

Habrá opiniones para todos los gustos, pero no estoy de acuerdo en absoluto. Se le puede llamar de muchas formas, pero la tecnología ha existido siempre, desde la invención del fuego, hasta nuestros días. Actualmente existe una evolución mucho más rápida y la técnica nos permite hacer cosas impensables, pero no es para nada negativa.

¿Todo el mundo está lo suficiente preparado?

Como todo en la vida, hay que saber lo que se tiene entre manos. El problema es que hay mucha gente que no le gusta lo que no conoce, pero yo creo que hay que ser humildes, es decir, no hables mal de aquello que te es desconocido.

Banco del Sabor

 

Banco del Sabor

 

Arzak es famoso por su Laboratorio de Investigación, con Xabier Gutiérrez e Igor Zalacaín a la cabeza, y el «Banco de Sabores», con alrededor de 1600 productos e ingredientes. ¿Qué proceso seguís para crear un plato?

Lo más importante es mirar el mundo con ojos de cocinero: ves a unos haciendo un graffiti y se te ocurre una nueva manera de hacer un huevo, no sabes donde te puedes encontrar la inspiración. Luego, viene el estudio, algo imprescindible para la creación de un plato.

Después de 50 años en los fogones, ¿cómo se consigue mantener la creatividad?

Pensando como un niño, teniendo capacidad de asombro. El día que haga falta mucho esfuerzo, me replantearé las cosas.

¿La innovación es obligatoria?

Hay restaurantes que no innovan pero que sí mejoran, aunque sólo hagas 4 platos debes intentar mejorar los de la carta anterior. En el caserío de mi madre no hacen las alubias igual que antes.

Existe una obsesión por crear algo nuevo.

Lo primero es crear técnicas buenas y, si no lo son, no hace falta hacer gala de ello. Cuando viene la temporada de los chipirones, por ejemplo, si no tienes una nueva receta muy buena, es mejor utilizar la del año anterior. Tenemos la suerte de que con la cocina de investigación tenemos tiempo de crear nuevos platos.

Esmeraldas de chocolate con laminas de rosquillas

¿Está todo inventando o se puede ir más allá?

Antes también lo parecía pero el boom ha sido generado por los medios de comunicación. Como todo en la vida, hay un momento de freno, y estábamos acostumbrados a un ritmo que no era el normal. Una vez que llegas a un techo, necesitas romperlo para seguir evolucionando, pero hay que seguir trabajando.

¿Un plato debe ser bonito?

Normalmente, si un plato está bien hecho siempre atrae, pero nos hemos olvidado del guiso. Unas alubias rojas, por ejemplo, tienen un brillo que te transmite una especie de halo muy sugestivo. Es bonito y divertido echar humos, pero nunca pueden perjudicar al producto.

La crisis económica ha llegado a la cocina. ¿Los restaurantes deben mantenerse fieles a si mismos o bajar precios?

Esto son remedios a enfermedades, pero cada uno debe buscar lo que le puede ir mejor. Nosotros nos hemos mantenido firmes y seguimos ofreciendo la misma calidad de siempre al mismo precio, ya que si rebajamos la cuenta puede parecer que estemos engañando al cliente.

¿Las instituciones ayudan lo suficiente?

La verdad es que no habíamos tenido grandes ayudas, pero ahora parece que se han dado cuenta de la importancia que tiene la gastronomía. El Basque Culinary Center es un ejemplo que confirma que las cosas están cambiando.

Parece que el hábitat del cocinero ya no sólo es la cocina…

Tenemos que hacer lo nuestro y luego tiene que haber personas que nos ayuden, como los científicos o los periodistas. A partir de Paul Bocuse, que revolucionó la figura de cocinero, nuestro oficio nunca ha sido tan importante como lo es ahora y debemos hacer cosas fuera de la cocina.

Dulce lunático
Dulce lunático
¿Por qué hay tanta distancia con la sociedad?

La cocina tiene un valor económico y todo depende de la cultura gastronómica de la zona. En San Sebastián no hay problema ya que la gente ahorra para venir una vez al año, aquí no existe la diferencia social, según las posibilidades se puede venir más o menos. La alta cocina es selectiva pero no cierra las puertas a nadie. El comer es una primera necesidad y de ahí viene toda la confusión, aquí cada servicio es una fiesta, algo que la gente no suele hacer en su casa.

Karlos Arguiñano es el cocinero más popular de España…

Karlos es el hombre que más ha hecho por la cocina, aunque para nosotros el nivel popular, ha enseñado al mundo a cocinar. Nosotros somos de una élite, pero él ha llegado a todos los lugares de España y a muchos de Latinoamérica. Es de un valor increíble, ya que ha logrado subir el nivel cultural de la gastronomía.

¿Qué se le puede decir, desde la alta cocina, a alguien que se muere de hambre?

¿Y como se le puede decir a alguien que no tiene nada para comer que cuando hay exceso de anchovas se tiran a la basura? Son sistemas mundiales que no hay quién los entienda…

Lubina

Cambiamos de tema. Después de 10 años del congreso Lo Mejor de la Gastronomía, ahora llega San Sebastián Gastronomika. ¿Qué perspectivas tienes?

Es una gran alegría. Hace años, el congreso empezó muy bien pero con el tiempo se fue deteriorando, al principio participábamos en su organización pero dejaron de tenernos en cuenta. En San Sebastian Gastronomika esto ha cambiado, es un nuevo concepto que implica más a todas las partes, nosotros queríamos un congreso de alta cocina para cocineros, en vez de los actos populares que abundan por todas partes. La organización ha conseguido planificar uno de los mejores congreso del mundo.

Una de las grandes novedades es que San Sebastián Gastronomika dará todo el protagonismo a los cocineros, con un comité técnico formado por Hilario Arbelaitz, Karlos Arguiñano, Martín Berasategui, Andoni Luis Aduriz, Pedro Subijana y tu. ¿Hace falta más unión entre los cocineros?

La unión siempre ha sido total, lo que pasa es que no todos pueden estar presentes. Somos una representación de todos los cocineros, porqué antes esto no pasaba ya que el congreso no estaba implicado con la cocina vasca y donostiarra.

 

Algunos de los cocineros vascos que estarán presentes en el congreso

 

Era inconcebible que en las ediciones anteriores del congreso no estuvieran ni Juan Mari Arzak, uno de los padres de la Nueva Cocina Vasca, ni Andoni Luis Aduriz, uno de los grandes referentes de la nueva generación de cocineros guipuzcoanos…

Por un lado, nosotros decidimos no ir al congreso, y por el otro, tampoco había un comité técnico formado por cocineros al que se le implicara en las decisiones.

¿Qué te ha hecho volver?

Confío muchísimo en Roser Torras, la persona que lo va a llevar, y creo que podemos hacer las cosas como es debido. Además, es un proyecto democrático y con voluntad de diálogo, con un programa impresionante, que convertirá a San Sebastián en la capital gastronómica del mundo, y yo estaré presente en todas aquellas iniciativas que sirvan para construir, para beneficiar a la cocina.

Plato

El congreso ha crecido para convertirse en un espacio de toda la gastronomía. Se realiza por primera vez, OFF Gastronomika, un certamen paralelo dedicado a la restauración y al mundo del vino. La cocina suele eclipsar demasiado a la sala, ¿crees que es justo?

La sala está desvalorada y los cocineros no haríamos nada sin todo el resto del personal, lo ideal es que todos hiciésemos de todo pero esto es inviable. Cuando yo tenía 20 años, el maître era el emperador y el rey, mucho más importante que un cocinero, pero las cosas van cambiando. Eso sí, debemos reconocer la gran labor que desempeñan los camareros y sumilleres.

¿Qué les dirías a los jóvenes que empiezan hoy en las escuelas de cocina?

Que sean humildes, que aprendan su oficio, que trabajen y que tengan pasión por lo que hacen. Sobretodo, que la cocina sea su vida.

Siempre dices que vas a morir en la cocina… ¿Qué plato te gustaría estar cocinando en ese momento?

Un huevos fritos de caserío con un buen aceite. Siempre he dicho que lo mejor es que vayan acompañados con pimientos rojos, pero para el día que me muera escogería una trufa blanca laminada. Para comerlo, tendríamos que romper el huevo, hacer un revuelto, y dejar que se fundiera todo en la boca…

Plato