Mujeres rurales, una historia particular

Carme Gasull

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Son muchas las mujeres que trabajan en el sector agrícola, ganadero, forestal y pesquero español y diversas las agrupaciones —algunas muy recientes— creadas para darles voz. Pero, ¿a cuántas mujeres rurales conoces? ¿Sabes de sus intereses, preocupaciones o necesidades? Sirva esta historia particular para recordar que están allí, que siempre estuvieron, y que queremos oír lo que tienen que contarnos. Sus voces son fuertes, valientes, orgullosas, apasionadas, imaginativas a veces. Solo hay que querer escucharlas.

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Yas Recht y su compañero, Albert Masó, son dos pastores y artesanos queseros de Sant Hilari Sacalm (Girona), madre y padre de un niño de ocho años, Aniol, y de un proyecto llamado Granja Circus iniciado en 2015 y hoy integrado por un rebaño de un centenar de ovejas lacha a las que recientemente han sumado tres vacas Jersey (Margarita, Fina y Anís). Dos de ellas están preñadas, por lo que pronto serán cinco.  Yas y Albert comercializan sus productos de proximidad (quesos, cordero lechal y piel) a pequeña escala y eso comporta implicación máxima en el territorio. No entienden la vida en el campo de otro modo. Para ellos, es la manera más justa de vivir por la naturaleza, las personas y los animales (en la granja también hay dos gallinas, dos gatos y dos perros imprescindibles para el pastoreo). La particularidad de esta gran familia es que es móvil: todas las construcciones que allí ves están pensadas para ser funcionales y desmontables: cuestión práctica, de versatilidad y de sostenibilidad porque son arrendatarios, no propietarios, y si algún día tienen que marcharse podrán hacerlo fácilmente, sin dañar el entorno.

Yas es, además, la cara visible de Dones Ramaderes de Catalunya (Mujeres Ganaderas de Cataluña), un colectivo formado por unas 60 mujeres ganaderas de animales de pastoreo con edades comprendidas entre los 18 y los 60 años. Se comunican por whatsaspp y comunican por las redes sociales, metáfora de las redes que tejen entre ellas: quieren, necesitan hacer comunidad o tribu. Aprovechan la tecnología para conseguir que el intercambio de información, intereses y/o dudas sea permanente y para dar voz y visibilidad a su trabajo.

 

El pasado. El silencio

De las voces silenciadas de las mujeres en el medio rural español escribe la veterinaria de campo María Sánchez en su ensayo —y novedad editorial— ‘Tierra de mujeres. Una mirada íntima y familiar al mundo rural (Seix Barral, 2019). Un libro que reivindica, asimismo, una mirada realista al territorio por parte del medio urbano y subraya el peligro de perder para siempre un conocimiento hasta ahora transmitido de generación en generación.

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“Dependiendo del territorio, si no conociste nunca otra cosa, si tu realidad siempre ha sido esta, tus posibilidades de cuestionarte son más reducidas. Como esa era la norma, aunque no te gustase, te conformabas”, reflexiona Recht, quién participó activamente en la presentación en Barcelona de la obra días atrás. “Había tanta gente interesada que se superó el aforo previsto”, resalta. Y añade “A medida que las mujeres tuvieron más acceso a los medios de comunicación, se empezaron a cuestionar. No obstante, existen generaciones de mujeres que aún no han salido, ya sean rurales o amas de casa de ciudad. Siempre se ha dicho que la mujer de ciudad ha tenido más posibilidades que la de campo y no estoy segura de que fuera así. Quizás, en el medio rural la opción es más radical: si te vas del caserío no vuelves, rompes completamente. Si en la ciudad rompes con lo establecido queda más diluido”, opina.

 

Asociación Dones del Món Rural, Pageses i Ramaderes de Cataluña (mujeres del mundo rural, campesinas y ganaderas de Cataluña). Formada este 2019.
Asociación Dones del Món Rural, Pageses i Ramaderes de Cataluña (mujeres del mundo rural, campesinas y ganaderas de Cataluña). Formada este 2019.

El presente. La visibilidad

“A raíz de mi trabajo, he sabido que la rama materna de mi familia se dedicó a la agricultura en Europa. Y mi abuela, que tiene 91 años y vive en Buenos Aires desde los 7, se acordó entonces de las razas de gallinas que tenían y de que un pastor recogía las vacas para el pastoreo y que las devolvía a la noche. Recuerdo con muchísimo cariño cuando lo empezó a contar. ‘Qué ganas de tocar los animales, qué bonito, cómo extraño’, me dijo. Nunca más tuvo animales, por eso me hace especial ilusión mostrarle cómo vivo”, relata la argentina. “Si no hubiera habido un trabajo previo, nosotras no estaríamos donde estamos. Igual con el feminismo. Por eso creo que el presente de la mujer rural está en valorar, en poner cara a lo que estamos haciendo. Mujeres rurales siempre hubo, pero queremos que se sepa y que, si desaparecemos, una huella diga: ‘estuvieron allí’. Quizás tenemos mucha necesidad de reivindicarnos porque nosotras mismas no le dimos valor hasta que nos dimos cuenta de que es un trabajazo. El presente es estar peleando, cuestionándose a diario y creyendo que el día de mañana todo será más fácil para la siguiente generación”, añade.

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El futuro. Los propósitos

“Como Granja Circus, nuestro objetivo más inmediato es terminar la quesería artesanal. Debería estar operativa hacía Semana Santa”, concreta. Se trata de un centro de producción de impacto ambiental reducido ubicado en un camión que han adecuado para ese uso. “Desde el principio estuvo concebida así porqué queremos controlar todo el circuito, dar la garantía máxima del producto que estamos ofreciendo: desde la alimentación animal, hasta el proceso de ordeño —en 15 metros se procesa— pasando por su transformación diaria y su comercialización, para garantizar al consumidor que el queso acaba de salir de la cámara”. Obvia decir que trabajan con leche cruda “que habla de la identidad del territorio” y apuntan que no tienen un sello que certifique su producto. “Nuestra certificación es que vengas a vernos, nos parece más justo y más honesto que basarnos en la fidelidad hacia una empresa externa. Queremos reforzar la relación consumidor-productor”, manifiesta Yas Recht en nombre de la pareja. A nivel colectivo, Recht propone “crear espacios de encuentro entre productoras y comunicadoras que sirva, por lo menos, para conocernos. Estábamos a la espera de que los medios se fijasen en nosotras para explicarles quienes somos y qué hacemos, pero ya no queremos esperar más. Nosotras tenemos ganas de saber y de comunicar, queremos crear grupos de mujeres que se expliquen en cada comarca, organizar charlas y abrir espacios de diálogos para informar de nuestro trabajo. Y buscamos la complicidad de centros sociales, cooperativas de consumo, restaurantes que consuman producto local… en definitiva, crear sinergias físicas. Porqué la tecnología está bien pero el cara a cara es vital”.