El dorado bocado

¿Seguimos en busca de El Dorado como metáfora de lo inalcanzable, en este caso, del dorado bocado del Bocuse?

Pues la verdad es que, a pesar de haber participado como jurado en la fase española de Valladolid y como prensa en la reciente europea de Budapest, estoy hecho un lío. No sé lo que queremos. No sé lo que quiere la cocinería española a este respecto, pero por descontado que no queremos comérnoslo todo.

Me refiero a que he vivido y convivido con unas cuantas personas, nuestro equipo, aguerridas y valientes, que luchan por estar ahí, por formar parte de una historia que gusta y convence a la mayoría de la hostelería de todos los países europeos pero no a la nacional ¿Por qué?

Estás personas, que  proceden de distintos ámbitos, aunque principalmente de la restauración y la cocina, son humanos, son colegas, tienen ilusión, hacen piña a pesar de los sinsabores y de las penurias, enfrentan los problemas, se comen mil marrones, ponen esfuerzo y sacrificio y también oficio. Beneficio poco, y satisfacciones emocionales las que ellos mismos mercadean y se cocinan. Un sinvivir diría yo.

Desde nuestra casa/patria no se les valora; desde los sectores involucrados no se les apoya lo suficiente; desde los medios se les trata con desdén; desde dentro de la gastronomía no se liman asperezas y el ambiente está enranciado; los cocineros, el grueso de la tropa, pasan. ¿Por qué?

Qu’est-ce que c’est? Se merde? No lo sé, puede parecer que sí. Me da a mí en la nariz que la general impresión es que sí, que aquí hay tomate pasao…y mucho politiqueo. Pero no escribo para poner el ventilador que contribuya a ello y esparza esa idea, sino todo lo contrario. Lo hago para volver a llamar la atención sobre el tema, para tratar de dar luz o incitar a la reflexión sobre él teniendo y poniendo como ejemplo a esos profesionales que se lo curran honestamente. ¿Merece la pena? Creo que sí. Seguro que sí.

No me posiciono ni hago crítica aquí ahora sobre mi opinión personal, gusto o placer. Tampoco lo hago, por ejemplo, sobre Eurovisión, porque no escribo, repito, desde ese punto de cocción. Pero me pregunto, ¿se imaginan una España como ausente del Festival de Eurovisión? Pues el Bocuse D’or es a la cocina lo mismito que aquél lo es a la música popular. ¿Por qué entonces?

Sí, claro que es “bisnes”, un show, un jaleo monumental. Todo, o casi, lo es en esta sociedad nuestra de los medios y el globo, las redes y la conexión inmediata. Por eso mismo, no puede ser esa la causa de este síndrome hispano del Bocuse. El mundo está hecho y acepta tal planteamiento sin chistar, como también lo están y acogen al demonio y la carne, porque  adora estas movidas que son la pimienta de su vida. ¿Por qué entonces?

He visto la realidad. He visto el gran evento que es. He visto su dimensión. He visto la presencia de muchos pesos pesados. He visto el cielo magiar llenito de estrellas. He visto su importancia. He visto su pegada. He visto su cocinación. Y, todo, es grande. Se lo aseguro. Pero ninguna tele ni medio ibérico lo acoge ¿Por qué entonces?

Demasiados interrogantes o uno solo muy grande alrededor de todo esto. Pero por el contrario, en su oposición, existen unas aún más grandes verdades verdaderas: los huevos de Juan Manuel Salgado, nuestro candidato, unos de los nuestros y de su segundo, Adriá Viladomat, dos jóvenes cocineros dispuestos a cocinar en mundo ante todo el mundo. Y las narices de su coach Jose Manuel Miguel nuestro adelantado y dos veces estrellado en sendos restas que lleva en París. Y las pelotas de Evarist Miralles y Juan Andrés Morilla (El Claustro de Granada) que se lo han currado como asesores nacionales y entrenadores. Y las burbujas de Charlie Champagne. Y las bolas de Marianela y David.

Quiero dejar reflejo y constancia de su implicación y su trabajo, de la bienhechura y bonhomía de su participación. Y decirles que ha merecido la pena. Y darles ánimo. Y felicitarles sinceramente. E infundirles valor para seguir y volver con la cabeza bien alta porque algún día España abandonará de una santa vez ese horror ancestral que nos reprime y acobarda ante los retos por el miedo a perder, que nos lleva a pre-sentir vergüenza ante la mera idea insoportable de presentarse y no ganar.

Vosotros habéis luchado contra ese nefasto espíritu. Y lo habéis vencido. Algún día, no sé cuándo, esto cambiará. Y vosotros habréis abierto camino ¡Enhorabuena!

El equipo español. Foto: Manel Antolí de Rv Edipress
El equipo español. Foto: Manel Antolí de Rv Edipress

 

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Te invitamos a conocer todos los detalles acontecidos en el Bocuse d’Or a través de la crónica que compuso desde Budapest Pilar Salas: «España no se amolda al Bocuse d’Or»