¿Movilizaciones o diálogo? La Rioja, el ejemplo a seguir

Desde la grada, se percibe una cierta ventaja de La Rioja con respecto al resto de comunidades autónomas en la elaboración de un plan de desescalada que permita a los hosteleros anticipar a qué atenerse. De hecho, no solo es de los pocos territorios que ha establecido un diálogo con el sector de la hostelería, sino que la hoja de ruta de esta desescalada -el “semáforo”-, presentado hace unos días, está inspirada en el protocolo de trabajo del gobierno regional con los cocineros. No ha sido un camino fácil: ni todos los hosteleros estaban de acuerdo con las movilizaciones ni todos con el diálogo. Francis Paniego, para algunos de sus colegas la voz de la sensatez, ha sido el altavoz de estas acciones. Hablamos con él para que detalle cómo ha sido el proceso.

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A lo largo de las últimas semanas, hosteleros y asociaciones se han manifestado en diversos puntos geográficos del país en señal de protesta por las restricciones. Pero no todo el sector hostelero se ve representado por estas movilizaciones. Para algunos la mejor estrategia no es la protesta en las calles sino el diálogo y la comunicación.

En La Rioja han apostado por esta segunda vía -a pesar de las piedras en su zapato- y sus efectos, por el momento, indican que caminan en la dirección correcta. El Gobierno regional presentó hace unos días un plan de desescalada inspirado en el protocolo de actuación en el que estuvieron trabajando durante mes y medio con los cocineros. “Todavía hay que matizar algunos aspectos”, afirma Francis Paniego, “pero es un paso importantísimo porque nos marca unas reglas del juego que nos permiten prever la situación”.

 

Un camino que no siempre fue fácil

Las restricciones dictaminadas por el Gobierno marcaron el inicio del camino cuando Francis Paniego, junto con Eurotoques -del que es miembro-, observaron que las medidas no contemplaban la heterogeneidad del sector. Era necesario facilitarles el acceso a su realidad y acordar un plan de trabajo.  “Nos reunimos los Eurotoques de La Rioja y vimos que había dos posibilidades: la de la pataleta o la de intentar entender qué estaba pasando y mostrarlo. Optamos por la segunda. Las medidas que se venían aplicando desde el confinamiento eran muy restrictivas para toda la hostelería en su conjunto y nosotros entendíamos que no toda la hostelería es igual. Nos dio la sensación de que la Administración no era conocedora de los distintos espacios que componen la familia hostelera”. Y aclara, “la familia hostelera tiene muchos miembros, empezando por los más afectados, que son los del ocio nocturno, siguiendo por los que organizan eventos, como bodas y banquetes -que apenas han podido trabajar a lo largo del año-, y pasando por bares, cafeterías, restaurantes y hoteles. Cada uno tiene unas características que le predisponen a sufrir un mayor o menor impacto los efectos de la pandemia. Y esta fue una de las primeras propuestas que hizo Eurotoques”.

Contactaron con Hostelería Riojana, agrupada en torno a la Federación de Empresarios, y propusieron la creación de un grupo de trabajo que dialogara con el Gobierno “para intentar transmitir un poco la idea”.

Para que el grupo de trabajo contara con todos sus frentes cubiertos, se rodearon de profesionales de diferentes disciplinas: epidemiólogos, médicos expertos en ventilación, un abogado laboralista especializado en ERTES… “Fue una manera de responder con eficacia a los posibles obstáculos que nos planteara el Gobierno”, señala. “Con nuestro diálogo no pretendíamos rebatir sino comprender y hacer comprender. Y ahí empezamos las negociaciones. No fue fácil, se organizaron más de doce reuniones a lo largo de un mes y medio”.

El objetivo era expresar la necesidad de “articular una herramienta que permitiera escalar y desescalar en función de la incidencia acumulada ya que cuando llega una transmisión incontrolada, no hay nada que hacer. Entendimos que a partir de un nivel de 500 se hace muy difícil que se pueda abrir cualquier espacio interior”. A raíz de esta base, establecieron un protocolo de trabajo donde se intentó definir qué se podía hacer y qué no en función de la incidencia acumulada (IA).

El rápido aumento de la tasa de contagio en diciembre frenó ese diálogo y dio paso a un baile de aperturas, cierres y malestar. “Creo que no se gestionaron las cosas bien, me enfadé porque me sentí utilizado, el Gobierno decidió ignorarnos, olvidar lo que habíamos estado trabajando y así lo expresé. Todo ello, además, ocasionó un gran problema interno porque no todos apostaban por el diálogo e interpretaron la indiferencia del gobierno como una confirmación de que la comunicación no era la vía correcta”. Y añade, “hay personas que consideran que la hostelería no es el problema, y no, yo también pienso que no lo es, que es la solución, pero hay que tener en cuenta que nuestro sector tiene la peculiaridad de que para comer y beber hay que quitarse la mascarilla y esto nos sitúa en franca desventaja con respecto a otros sectores por lo que es normal que se apliquen normas restrictivas”.

La comunicación permaneció en punto muerto hasta que comenzaron las movilizaciones, las protestas y el acto simbólico de los platos rotos ante las instituciones oficiales. “Las manifestaciones se produjeron en el momento en el que la tasa de IA estaba altísima… y la verdad, a mí me dio vergüenza… Yo también soy hostelero y los manifestantes, de alguna manera, se mostraron como representantes de la hostelería y yo, personalmente, creo que somos muchos los que pensamos de otra manera”. Cuando el Gobierno anunció la flexibilización de las restricciones, Paniego contactó con sus compañeros de Eurotoques para elaborar un manifiesto en el que exhortaba a las autoridades a que no se precipitaran. “Ahora que La Rioja ha disminuido su IA -lo que demuestra que las restricciones reducen la curva-, lo que no queríamos es que, si se producía una nueva subida, nadie pudiera acusarnos de que era el resultado de una decisión precipitada tomada a raíz de las manifestaciones en la calle, de los platos rotos semanales y de una fuerte presión mediática. Nuestro manifiesto declaraba que estábamos a favor de la reapertura, pero siempre y cuando la IA lo permitiera y diera seguridad”.

El mensaje del manifiesto no sentó bien en el sector. “Lo entienden como una división del sector y entiendo su malestar, pero también pienso que hay una serie de grupos de la hostelería que se equivocan de estrategia. Creo que el diálogo y la comunicación, sea quien sea el que esté al otro lado, no debe perderse nunca”.

El anuncio de la flexibilización de la nueva normativa vino acompañado de una guía, un “semáforo” en el que se marca la hoja de ruta a seguir en función de la IA, inspirada en el protocolo de trabajo de finales de 2020. “Estoy muy contento, hay aspectos discutibles como los porcentajes de aforo o la prohibición de las barras, en cualquier caso, marca las pautas y sabes a qué atenerte”.

 

Aspectos por acabar de perfilar

Para Francis, el tema del aforo no debería definirse midiendo los metros cuadrados sino la distancia interpersonal. “Igual el local tiene 40 metros cuadrados, pero no reúne las condiciones para albergar a 20 con la debida distancia”. Tampoco coincide en la prohibición de las barras. “¿Van a cerrar una barra japonesa? Tendrían que especificarlo porque al dueño de un bar si tu le permites que una persona se pueda tomar un pincho sentado, con la debida distancia, igual puede dar seis comidas y ganarse la vida. Hay que aplicar el sentido común”. Las terrazas es otro de los aspectos que matizaría del “semáforo” que ha lanzado el Gobierno “se pueden crear terrazas de máxima seguridad -distancia y número de personas- para que la sociedad pueda tomarse una caña si le apetece y el propietario pueda ganarse la vida”.

En breve, Francis anuncia que van a presentar un nuevo protocolo -actualizado a raíz de los resultados de los últimos estudios sobre el covid- en el que la ventilación con medidores de CO2 y sistemas Hepa; la distancia social y el número de personas por grupo pueden contribuir a crear locales seguros. “Es elaborar una herramienta útil que nos permita convivir con el bicho durante un tiempo”.

En cuanto a quien debe controlar que la normativa se cumpla para evitar que paguen justos por pecadores, todo indica que deberían ser las autoridades competentes. “Las imágenes de locales atestados de gente van contra el propio sector. Al propietario le diría que lo primero que tiene que hacer si un grupo entra incumpliendo aforo es no servirles y segundo, llamar a la policía. Multar al propietario y al cliente”.

Para acabar, ilustra su opinión sobre la situación actual con el ejemplo que le hemos escuchado en redes. “¿Verdad que si hay conductores que infringen la ley se les penaliza pero no se prohíbe conducir a todo el mundo? Lo mismo debería ocurrir en la restauración”.