Arroz de verduras bajo una parra

ARROZ / VERDURAS / CALDO DE POLLO / PECORINO

Arroz de verduras bajo una parra 0
Arroz de verduras bajo la parra, de Sergi de Meià.

Bajo la parra de un patio trasero de una casa en Italia, más concretamente en Ossimo, en la región de las Marcas, cociné un arroz de verduras mágico.

Por la mañana, nos dirigimos al mercado local donde nos esperaban las paradas repletas de verduras de los huertos cercanos, cosa que en Italia tienen muy claro.

Escogimos unas flores de calabacín hembra (con ese color que es pura pintura realista), unas judías verdes, los calabacines, tomates mamandino, zanahorias, cebollas tiernas, ajos, berenjenas, perejil, salvia y albahaca. Un pollo, unas cebollas, zanahorias, ajos y puerros, para hacer un caldo bien concentrado. Arroz carnaroli, con ese grano tan grande y delicado que una vez cocido parece una cápsula rellena de todos los sabores que en la cazuela hemos echado y una textura exacta. Aceite de oliva virgen extra de la región y un toque de mantequilla para ese punto de cremosidad y ligazón. Queso pecorino curado, un queso que hace vibrar las papilas gustativas, con ese salazón y acidez tan pronunciados.

Este tipo de arroces, mas allá de los de pescado, mixtos o de carne, es pura sedosidad y muy ligero, aunque depende de la cantidad que acabemos comiendo.

Manos a la cocina: en una cazuela ponemos la cebolla y el ajo en una brunoise muy pequeña, rehogando a fuego lento junto a la mantequilla y el aceite, hasta obtener un color ligeramente dorado.

Una vez está cocido, añadimos el tomate a dados, sin piel, y seguimos rehogando.

El siguiente paso es la cocción del arroz. Se nacariza con el sofrito y se moja poco a poco con el caldo de pollo. Cocemos durante 13 minutos. En el minuto 8 se añaden todas las verduras, cortadas a dados, y se van mezclando con ese arroz.

Al final, con el fuego apagado, se añade el queso rallado y las hierbas picadas para que suelten su aroma al momento y llenen el espacio de perfume vegetal que embriaga a cualquiera que se le acerque. Lo último que hacemos es colocar las flores de calabacín encima, que se cocinarán con el calor residual …y listo para comer.

Recomiendo este arroz para momentos de compartir, de hablar, de soñar, de divagar. Eso sí, lo que realmente hace especial este arroz es poder comerlo acompañado de seres iguales, de personas que aman la naturaleza, la cocina y la buena conversación, como no, acompañado de un buen Verdicchio de la región.

El placer de compartir es en definitiva la esencia de la comida, socializarnos y aprender de los demás.

¡Buen provecho!

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