Fallece Pepe Solla, fundador de Casa Solla

David Salvador

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El fundador de Casa Solla y padre del actual chef del restaurante, José González Solla -más conocido como Pepe Solla- falleció el lunes a la edad de 91 años. Solla ha sido uno de los restauradores más prestigiosos de Galicia, “un director de sala, el alma del restaurante, una persona moderna que en los años 70 ya ofrecía un lenguado con salsa meunière o un suflé”, explica el actual jefe de cocina del restaurante de Poio (Pontevedra) a 7canibales. Casa Solla fue uno de los primeros restaurantes en recibir una estrella Michelin en Galicia (1980); el restaurante con la estrella más longeva de la Comunidad (40 años ininterrumpidos).

José González Solla -Pepe Solla´, junto a su mujer Amelia
José González Solla -Pepe Solla´, junto a su mujer Amelia

“Mi padre estuvo lúcido hasta hace unos meses, incluso conducía. El año pasado lo veía vestido con su traje de nudo doble dando vueltas por alguna de las bodas donde ponemos el catering”. No así por el restaurante. En 2003, Pepe Solla júnior cogió la dirección del restaurante que 40 años antes había abierto su padre. “En su momento, comprendió que tenía que dar un paso al lado y me dejó hacer. Yo soy quien soy porque me han dejado hacer. Hay muchos casos que el cambio generacional no se da porque no dejan. Mi padre fue moderno hasta para ver que el restaurante necesitaba un cambio y que tenía que dar un paso al lado”, explica Solla.

En compañía de su mujer, Amelia, José González Solla abrió Casa Solla en 1961 fruto de una herencia anticipada. Abrió entonces una de comidas delante del merendero que gestionaban sus padres. Con los años, y viajes a Francia, fue renovando su cocina, siempre de producto gallego de calidad, con meunières y suflés. “Hizo cosas que en los 70 nadie hacía en Galicia. Fue un persona muy moderna”, explica Solla hijo, quien ha legado un epitafio en las redes sociales:


Papá, junto con Mamá, se antojó y se empeñó en escribir unos cuantos capítulos de la gastronomía en Galicia, y así es como le vamos a recordar, como una persona de la gastronomía, además, una persona elegante, un señor de la restauración, con mayúsculas. (…)

(…) Muchas lecciones, muchísimas, pero sin duda, la más importante, la sonrisa. Él siempre tenía una sonrisa en su cara, tanto para los que le querían como para los que no, porque en esta profesión, y en el mundo no hay nada más importante que sonreír. A la vida se le gana con una sonrisa, y al mundo también, y el ganó su vida”. (…)

Un Pepe Solla director de restaurante, “que dirigía como se dirigían antes los restaurantes”. “Ahora, un restaurante gira en torno a la figura del cocinero, erróneamente. Yo soy cocinero pero hay que ser consciente. Un cocinero puede hacer grandes platos pero un restaurante se hace con otras cosas, y una y muy importante es la figura del maitre. Antes, éste lideraba el local, conocía al cliente y guiaba al cocinero, que solo ejecutaba. A esto se le ha dado la vuelta y ahora la máxima figura es el cocinero, al que la gente debe rendir pleitesía. Absurdo. Mi padre era la primera figura, la de un jefe de sala, la de un director de sala y director conceptual del restaurante. Tenía ese savoir-faire, ese saber estar, esa elegancia que le era innata”.


(…) Se fue Pepe Solla, sí, Pepe Solla, porque yo soy el hijo de Pepe Solla, no os confundáis, no lo olvidéis, él era Pepe Solla. (…)