El doctor Francisco Vilardell y Viñas y su relación con la ACG

El eminente doctor Francisco Vilardell Viñas falleció en su domicilio de Barcelona el 2 de enero último a los 94 años. Nuestro colaborador Miquel Brossa, al leer un extenso obituario en La Vanguardia del sábado 9, señala la ausencia de algún comentario referido a la vinculación del difunto al mundo de la gastronomía en general y a la “Academia” en particular, por ello ha querido dedicarle unas palabras.

En la Boqueria, Pere Mir, a derecha, y el doctor Vilardell, a izquierda
En la Boqueria, Pere Mir, a derecha, y el doctor Vilardell, a izquierda

He leído en la prensa brillantes obituarios sobre el doctor Vilardell, pero ninguno de ellos hace referencia a su relación como miembro de la Academia Catalana de Gastronomía.

Haciendo tándem con Pere Mir disfrutaba de la gastronomía a un nivel difícilmente comprensible por la mayor parte de sus colegas, hacia los que se reservaba sus opiniones por discreción y nulo afán de protagonismo dialéctico,  sobre todo cuando escuchaba con perplejidad improvisados comentarios de nutricionistas de salón apoyados frecuentemente en el “corta y pega” de Google. Es posible que, por esta razón, avergonzado, jamás comentara con asidiudad su pertenencia a la entidad.

Por su sólida formación en química orgánica y gastroenterología, materias clave en la gastronomía, su visión transcendía los lugares comunes habituales. Desde la remota postguerra, ya en los primeros 50, Vilardell frecuentó los mejores restaurantes de Francia acompañado de su suegro, el mítico Juan March I. Juntos vivieron experiencias gastronómicas muy por encima de ninguno de los restantes miembros de la entidad, hecho que evitaba comentar dada su natural discreción.

En los entreactos de eventos musicales, siempre procuré recoger sus interesantes comentarios, a menudo adornados con un refinado punto de cinismo.

Nadie hoy podrá suplirlo en la “Academia”. El vacío dejado es inmenso. Me avergüenzo de que ninguno hayamos sabido sacar provecho, en la institución, del pozo de conocimiento gastronómico que se nos ha ido para siempre.

Hoy solo quedan en la entidad dos personajes, también ilustres, de los que deberíamos extraer conocimiento genuino antes de que nos dejen.