Hostal la Gavina de s'Agaró

En este empeño de los hoteles de gran lujo de recuperar la reputación gastronómica perdida en los tiempos de la cocina internacional, fui invitado a comer a l’Hostal la Gavina de s’Agaró. El lugar es apetecible, elegante, lleno de glamour, Ferrari y mugeres vestidas como en los desfiles de modelos de alta costura.  No en vano, se han hospedado allí Ava Gardner, Elisabeth Taylor, Orson Welles, John Wayne, Robert de Niro, Sean Connery, Severo Ochoa, Luciano Benetton, Shakira o los U2.A lo que iba: me senté pensando te van a agasajar con diecisiete platos de cocina onomatopéyica. Pues no, solamente tres. Un gazpacho como dios manda. Una cazuela de arroz caldoso a la manera de los pescadores de la Costa Brava, pero sin marisco que pelar, es decir a la «señor Parellada». Y para terminar, una crema catalana bien hecha.

Un amigo me ha hablado de la tortilla de patatas que elabora un cocinero gallego; no la probé.

Recordaba haber comido rematadamente mal y caro, hace tan solo un año. Además me viene a la memoria un banquete que había decidido olvidar.

No probé el café, pues quería té. En esto no aprueban. Tendrán que cambiar, pues la bolsita de té es contraria al glamour. Tienen el mismo tipo de té que tenían hará unos cinco años cuando escogí la Gavina como refugio de relax.