Una Navidad, más castiza imposible

Algo impensable hace apenas unos pocos años, el 25 de diciembre de 2025 a mediodía abre sus puertas media docena de restaurantes capitalinos especializados en cocido madrileño

Alberto Luchini

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La cocina de frente (Ibiza, 40)

 

Esta casa de comidas perteneciente al Grupo Bulbiza apadrinado por José Andrés propone el que quizá sea el cocido madrileño más ecléctico de la ciudad: a los ingredientes tradicionales, esto es legumbres, verduras y carnes, se añaden una croqueta de ropa vieja para arrancar, los encurtidos que acompañan la sopa, una ropa veja de verduras con huevo frito, una degustación de tres tocinos diferentes y, para terminar, un sorprendente y adictivo tuétano con tartar de apio.

En el momento de hacer la reserva hay que especificar si se optará por el cocido (38 euros por persona) o por comer a la carta que, dicho sea de paso, no está pero que nada mal, con cosas como tortilla perezosa con sobrasada y piparras, calamares en su tinta con picatostes o canelones de cordero asado.

 

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Cruz Blanca de Vallecas (Carlos Martín Álvarez, 58)

 

Veinte años lleva Antonio Cosmen al frente de una cervecería de Vallecas que se ha convertido en destino de peregrinación para todos los amantes del cocido madrileño, desde ciudadanos de a pie hasta relevantes figuras de la política, la cultura o el deporte. Un cocido que la ha valido distinciones como la Cruz de la Orden del Dos de Mayo, el Premio Nacional de Hostelería o el Premio Alimentos de España. 

El jueves 25 estará abierto de 11 a 18 para los que quieran descubrir (o volver a disfrutar de él) este ya legendario cocido (29 euros pax, atención a las croquetas y al tomate con cominos), tapear en su amplísima barra o probar unos callos de los mejorcitos de la ciudad… pero ésa es otra historia.

 

La Gran Tasca (Santa Engracia, 161)

 

Fundado en 1942, situado a dos pasos de Cuatro Caminos y actualmente dirigido por Luis Álvarez, este restaurante lleva más de 80 años apostando por un recetario tradicional en el que los guisos se llevan la palma. Durante los meses más fríos, la estrella indiscutible es el Gran Cocido Madrileño (34,50 por persona), uno de los más pantagruélicos que se pueden encontrar. Primero va el caldo, cocinado a fuego lento durante 48 horas, y después se sirven todos los ingredientes a la vez, pelota incluida, para que cada quien se componga el plato como considere oportuno, porque ¿se han fijado que cada persona tiene su propio ritual para comer el cocido y nunca coinciden dos iguales?

En la carta reza: “Estamos concienciados con la sostenibilidad, por lo que se podrá llevar en envases específicos todo aquello que le sobre”… que sobrará, vaya si sobrará.

 

 

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Lhardy  (Carrera de San Jerónimo, 8)

 

Comer un cocido en Lhardy es mucho más que eso, es comer historia. Una historia que se remonta al año 1839, cuando Emilio Huguenin abrió una pastelería en la calle donde, once años después, vería la luz el Congreso de los Diputados. Desde hace casi un lustro forma parte del Grupo Pescaderías Coruñesas, que acudió en su rescate cuando estaba en un tris de echar el cierre.

El Mítico Cocido de Lhardy (pocas veces la palabra mítico tendrá más razón de ser) cuesta 68 euros, que el lujo se paga, está preparado con productos seleccionados cuya procedencia geográfica siempre se especifica en la carta y se remata con un Soufflé Lhardy. La siesta de “pijama y orinal” (Cela dixit) ya es cosa de cada cual…

 

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La nueva Cañada (Isabel II, 1. Boadilla del Monte)

 

No está exactamente en Madrid sino en Boadilla del Monte, localidad vecina a la capital de fácil acceso y, muy importante, de fácil aparcamiento, especialmente en fechas como éstas. Con más de medio siglo de vida (data de 1970), presume de servir su cocido los 365 días del año, incluido, obviamente, el día de Navidad. Preparado en puchero de barro individual, se sirve en dos vuelcos, cuesta 23,50 euros por persona y su estrella son los mantecosos garbanzos de Fuentesaúco.

Además del cocido, otras propuestas castizas como el rabo de toro (que probablemente sea vaca, pero qué más da si está bien hecho) estofado o el cochinillo asado.

 

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La Rayúa (Tintoreros, 4)

 

El nombre rinde homenaje a Cándida Santos, conocida como La Rayúa y fundadora a mediados del siglo XIX del mítico La Bola y, tatarabuela del tenista Fernando Verdasco, hermano de Sara, actual responsable del local… que, por cierto, se desvinculó de la rama familiar que gestiona La Bola hace algún tiempo. La Rayúa surgió en 2014 en Majadahonda y en 2016 se replicó en el centro mismo de Madrid, detrás de la Gran Vía: ambos cohabitaron hasta que la pandemia acabó con la casa madre, dejando sola la sucursal capitalina, que acaba de trasladarse al distrito de Latina, cerca del Rastro.

Su especialidad es el cocido madrileño completo (23,90 euros), pero también se puede optar por algunas variantes, como la sopa sola (7,50), los garbanzos fritos (10,50), la ropa vieja (11,90) y hasta una pizza de ropa vieja (13) que, salvo error u omisión, no hemos visto en ningún otro sitio… y sobre la cual quizá habría que pedirle su opinión a algún italiano….

 

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