Bodega Colibrí, el sabor de la antigua Barceloneta

Mónica Ramírez

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No lo tiene fácil pero a Sergio Gil le gustan los retos. El ideólogo de la llamada gastropología cierra su local del Raval y lo trae al Paseo Joan de Borbón, en pleno barrio de la Barceloneta, con el objetivo de recuperar el espíritu de barrio barcelonés. Bodega Colibrí renace así como primero de un total de doce locales que buscan atraer al público autóctono y en los que el turista no es el «epicentro» de la propuesta.

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Muchos de los locales de la Barceloneta han tenido que adaptar su propuesta y filosofía a los paladares de los miles de turistas que abordan este barrio de la Ciudad Condal a lo largo del año. Un hecho que supone una ruptura con la esencia de barrio, de lo familiar, de lo barcelonés y que ha alejado de estas calles al residente. Para el autóctono del barrio esto ha significado la pérdida de autenticidad de esta zona y la aparición de una oferta gastronómica homogénea y, en muchos casos, carente de calidad. Por esto, Gil explica que su local pretende “devolver esta calle, el Paseo de Joan de Borbón, a los barceloneses».

Para conseguirlo, Sergio cuenta con unas sólidas herramientas: producto de proximidad –es miembro del movimiento slow food-; retrogastronomía (“la mirada al pasado, la recuperación de lo auténtico”), sostenibilidad, compromiso con el barrio y precios coherentes. En definitiva, lo que Sergio Gil llama gastropología o la ciencia del bar.

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Pero ¿qué es, exactamente, la gastropología?

Se trata de una disciplina, nacida en 2012, por la que se estudian los diferentes elementos de un restaurante (desde la distribución del espacio, hasta la calidad del aire pasando por la gestión del ruido, la música ambiental, la decoración y por supuesto la propuesta culinaria). ¿El objetivo? Aumentar la confortabilidad y bienestar del cliente y, por tanto, su disfrute. Objetivo que cumplen con creces.

Entre algunas de las estrategias que utilizan para obtener un buen resultado es la incorporación de una tecnología única que contribuye al ahorro energético, al aumento del oxígeno en el aire, a la eliminación de los olores propios de una cocina abierta y a una óptima temperatura y humedad. Y esto solo en el aspecto de la sostenibilidad. En la decoración, por ejemplo, se han mantenido elementos que rememoran el pasado como la barra de mármol, los cuadros, parte del mobiliario o incluso las lámparas. Gracias a todo ello se recrea el espíritu de bodega; familiar, acogedora y con sabor a hogar, que tanto nos gusta disfrutar en estos entornos.

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¿Qué tomar?

La carta de la Bodega Colibrí está conformada por una variedad de tapas y platillos que parten de un producto de calidad y que se ejecutan con demostrado oficio. En la propuesta encontramos desde el montadito de sardina ahumada o la ensaladilla rusa hasta el arroz con calamares y gambas. Y para acompañar, el local dispone de lo que han designado como Tap Station by San Miguel. Se trata de una estación de cervezas de barril, definida como “única en Barcelona”, que engloba seis variedades diseñadas por el equipo de maestros cerveceros de San Miguel y bautizadas con el nombre de una ciudad.