'Cookcircus', contra la crítica insidiosa en su cuarto número

Redacción

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La revista ‘on line’ analiza las trayectorias de Josean Alija, Paco Pérez, Juan Carlos Iglesias y Andrea Tumbarello

‘Cookcircus’, contra la crítica insidiosa en su cuarto número 0La revista on line de metagastronomía Cookcircus rechaza en su editorial del número cuatro la «crítica insidiosa». Este número, recién publicado, cuenta también con la presencia de Josean Alija, Paco Pérez, Juan Carlos Iglesias y Andrea Tumbarello.

En su editorial, la publicación metagastronómica (explica la cocina desde distintas disciplinas creativas), rechaza las críticas gastronómicas anónimas de portales como Trip Advisor, poniendo en duda la conocida como «democracia electrónica» que puede llegar a permitir «incluso destruir un restaurante sin ni tan siquiera haber estado nunca allí». El texto también muestra su preocupación porque «los criterios gastronómicos del público estén en manos ignorantes o maliciosas o ambas» ya que se desconoce «qué se esconde tras el comentario anónimo online«.

«Sería lógico pensar que para tomar la decisión de acudir a uno u otro restaurante se recurriera al profesional de la información gastronómica, que ni es anónimo ni puede mixtificar alegremente su opinión, so pena de tener problemas laborales con su director», afirma el editorial. Finalmente, Cookcircus acaba apostando por » trabajar en la convergencia de ambos formatos, buscando sinergias y armonías entre lo popular y lo profesional».

En este cuarto número de la publicación de Carlos Rondón y Xavier Agulló, que está dedicado a Juli Soler, participa también Josean Alija. Se explora en los orígenes del chef leonés criado en Euskadi, desde su adolescencia «heavy» a su presente de «presupuestos culinarios extremos». Un paseo por Bilbao con Alija que acaba en la cocina del Nerua, su hábitat natural, a donde ha traído «la naturaleza». «Yo hago un guión, tú te ruedas tu película», resume el chef sobre su forma de entender una gastronomía basada en lo «esencial».

Paco Pérez es otro de los protagonistas de Cookcircus. El chef del Miramar cuenta sus orígenes y cómo desde los 15 años empezó a cocinar junto al Cap de Creus, pasando por El Bulli y finalmente haciéndose cargo de lo que era el negocio de la familia de su mujer, donde puso en práctica todo su bagaje partiendo de la premisa que «los mapas de Ferran son sólo un punto de partida». Su primer plato creativo, un foie gras con chocolate y manzana, para lograr acabar «transmitiendo creatividad y emoción» desde lo más hondo del Mediterráneo.

La transformación profesional de Andrea Tumbarello es otro de los aspectos que trata este número de Cookcircus, que se adentra en la historia de este economista italiano, que comenzó jugando al fútbol para pasar a tener un despacho de asesoría económica y finalmente cerrarlo para instalarse en Madrid. Fue en la capital de España donde mutó a cocinero, transformando un restaurante italiano en el sitio en el que a él le hubiera gustado comer. Eso, y la apuesta por los productos de calidad, como la trufa blanca, le han adentrado en el éxito.

Este número de Cookcircus incluye también un encuentro con el empresario Juan Carlos Iglesias, al frente del Rias de Galicia, en un artículo en el que se descubren como elementos fantasía y magia que han contextualizado el trabajo empresarial y culinario de Iglesias.

La publicación también incluye cuentos de Giovani Papini y Lord Dunbany o letras de rock & roll que ayudan a explicar el resto de artículos.

Editorial íntegro del cuarto número de ‘Cookcircus’:

‘Cookcircus’, contra la crítica insidiosa en su cuarto número 1
Carlos Rondón y Xavier Agulló.

«Fue este pasado verano cuando, hartos de la algarabía crítica de la ubicua web Trip Advisor, conocidos chefs europeos (incluyendo algunos españoles como Andoni o Quique) denunciaron las “malas prácticas” de esta web que ofrece como aval numérico de objetividad más de 75 millones de comentarios de restaurantes de todo el mundo. Las cosas, efectivamente, se habían salido de madre. A la parte puramente perversa del modelo Trip Advisor –ciertos clientes exigen descuentos para no hacer una mala glosa- se sumaba la falta de control por parte de los administradores de la página –no consideran eliminar flagrantes falacias como la mala crítica de una pasta con tomate que jamás ha existido en el restaurante citado, por ejemplo, argumentando que eso no significa “ninguna irregularidad”. Y esto, parece, es sólo la punta del iceberg. Determinadas empresas gastronómicas ofrecen “cinco comentarios positivos” como regalo a los establecimientos con los que trabajan; hay restaurantes que se “critican” a sí mismos; hay usuarios que aprovechan esos textos para fines personales y espurios; la falsedad es moneda común… A Massimo Bottura le reprocharon el exceso de canela en un “pannetone”… ¡que no llevaba canela! En general, Trip Advisor es mal consejero para el cliente que busca acercarse a la objetividad, pues de cada restaurante comentado se encuentran críticas ditirámbicas compartiendo espacio con críticas absolutamente “trash”. Más aún en esta ceremonia del dislate: entre los 10 mejores restaurantes de Barcelona (con frases como “genial”, “excelente”, “de nuevo el mejor”, “una maravilla”, etc.) encontramos bares de tapas absolutamente anónimos, parrillas argentinas de medio pelo, propuestas de modernidad barata y copiada… y sólo, en el sexto lugar, al Tickets de los Adrià. Entonces, a la vista de estos resultados incongruentes y vulgarmente subjetivos, ¿qué decisión debe tomar el cliente? Y llegamos al punto de colapso en la manida (y muy errónea) frase de la “democracia electrónica”, que puede permitir (y permite) incluso destruir un restaurante sin ni tan siquiera haber estado nunca allí. La democratización (falsa) de la información, es sabido, no sólo no nos hace más sabios, sino que nos convierte en más perezosos y estúpidos…

Ante esta situación, no parece desatinado mirar de nuevo a los periodistas, a los profesionales. Al fin y al cabo, como nadie dejaría que un “blogger” le hiciera los planos de su casa, sería lógico pensar que para tomar la decisión de acudir a uno u otro restaurante se recurriera al profesional de la información gastronómica, que ni es anónimo ni puede mixtificar alegremente su opinión, so pena de tener problemas laborales con su director. Hace poco me comentaba Carlos que, charlando con un “blogger” tras la muerte de Santi Santamaria, a la hora de conversación, tras escuchar al fulano pontificar reiteradamente sobre el desaparecido chef, le preguntó cuándo había ido por última vez a Can Fabes… ¡y resultó que no había estado nunca! Auténtico paradigma de la farsa digital… Esto no debería ocurrir nunca en el ámbito de la crítica periodística, ya sea en medios convencionales o en la red, que el soporte no está en tela de juicio. Desafortunadamente, y debido a la situación crítica del sector editorial, proliferan hoy también periodistas gastronómicos con conocimientos nulos y sin ningún criterio. Verdad, aunque siempre bajo el “control” del medio. Y también es cierto que las webs más visitadas –caso de Verema- se están esforzando en dotar de contenidos periodísticos profesionales sus páginas, a la vez que cada día mejoran más sus herramientas de moderación. Valga decir que la libertad de opinión no la discutimos –ahí están los cientos de “blogs” culinarios-; pero sí nos preocupa que los criterios gastronómicos del público estén en manos ignorantes o maliciosas o ambas. Sabemos como se elaboran las guías Repsol, Metrópoli, etc… No sabemos qué se esconde tras el comentario anónimo “online”…

Probablemente, en el futuro debamos trabajar en la convergencia de ambos formatos, buscando sinergias y armonías entre lo popular y lo profesional.

Acaso seamos unos románticos, pero todavía creemos en el conocimiento frente a la estulticia».