Los cocineros del restaurante Gadus triunfan en Argentina

Redacción

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Reproducimor el artículo publicado por Robert Mur en «La Vanguardia».

 

Los cocineros del restaurante Gadus triunfan en Argentina 0
Sebastián Raggiante y Luciana Conte

Cada día se produce un milagro gastronómico en Buenos Aire: por menos de seis euros se puede comer un plato cocinado por dos chefs con estrella Michelin. No es ninguna campaña publicitaria, sino una historia que combina un kafkiano error de la prestigiosa huía culinaria, la crisis económica y el destino de un joven matrimonio de cocineros apasionado por su oficio.

La argentina Luciana Conte (34) y el italiano Sebastián Raggiante (28) se conocieron en el 2002 en El Bulli Hotel Hacienda Benazuza de Sevilla. Tras pasar por varios restaurantes de nivel, en el 2007 recalaron en el mallorquín Gadus, de Cala d’Or, donde Raggiante acabó siendo el jefe de cocina y Conte su segunda y la repostera.

Problemas económicos hicieron que el Gadus cerrara en agosto del 2010 y la pareja se quedara sin trabajo. La crisis económica, la nostalgia de Luciana por su país y el sueño del restaurante propio empujaron al matrimonio a abrir negocio en Buenos Aires. Se instalaron en un modesto local del céntrico barrio de Montserrat, a pocos pasos de la Casa Rosada, con la idea de empezar desde abajo. Diseñaron una cafetería moderna, con precios muy ajustados, para desayunar, merendar y servir unos pocos platos sencillos en el almuerzo.

El destino quiso que Luciana y Sebastián levantaran la persiana de su resto bar el mismo día que la Guía Michelin anunciaba en noviembre pasado la concesión de una estrella al clausurado Gadus. Se enteraron por el mensaje de un amigo y creyeron que era broma. “Pensé que era mentira”, dice Conte a La Vanguardia, que cuando comprobó que era verdad sintió “rabia” y “alegría” a la vez. “Llamé a Michelin y me confirmaron que la estrella pertenece al equipo de Gadus del año pasado”, explica Raggiante.

La propuesta es una cocina italoargentina básica, pero con ingredientes frescos y la influencia de la fusión mediterránea y catalana, en cuyo homenaje bautizaron al local como Moreneta de Montserrat. En la escueta carta, ninguno de los platos, sándwiches o tartas cuesta más de seis euros. Valores imposibles de encontrar ya en cocina de calidad en Buenos Aires. El matrimonio desafía la inflación del 25% sirviendo unos raviolis de quesos y hierbas con salsa de manteca y salvia a 28 pesos (5,10 euros). O unos ñoquis de patata con puerro y nueces a 26 pesos (4,70 euros).

Además, elaboran dos platos del día, como un simple pero delicioso filete de brótola con puré de patatas, manteca de hierbas y salsa de limón, a 30 pesos (5,50 euros). Por apenas un euro más, se puede añadir uno de los elaborados postres de Luciana. Los oficinistas de la zona más avispados ya son asiduos de la Moreneta, incrédulos ante tal calidad a esos precios, más bajos que los de los menús vecinos donde la milanesa con patatas y el asado son norma.

Tras la consecución de la estrella, la pareja no se plantea, por el momento, regresar a Europa. Al contrario, el próximo paso será abrir por las noches con una carta diferente y ya buscan ampliar la plantilla de cinco a siete personas, para la cocina y la sala, ante el éxito que están teniendo. Estos días de vacaciones veraniegas, cuando Buenos Aires se vacía, estos dos chefs Michelin tienen el restaurante lleno a la hora de la comida. Y esto no ha hecho más que empezar.